Entrevistas

Is (Isabel León)

No busco, no analizo, no evito influencias; ni siquiera me protejo ya de nada

Isabel León, fue parte de Surfin´ Bichos y compartió banda con su ex pareja Fernando Alfaro en Chucho.

Hace pocos meses ha regresado como IS, una década después de Istochnikov con El Duelo, un disco certero y luminoso donde volvemos a encontrarnos con otro de los ángulos vertebradores de lo que fue el sonido surgido en Albacete hace más de dos décadas.

Hemos hablado con ella de sus nuevas canciones y este es el resultado.

Por el envoltorio y las circunstancias que gestaban la creación de El Duelo, presumía un disco ciertamente más oscuro. Tras sus convenientes escuchas no me lo parece. ¿Es algo en lo que estás de acuerdo?

Sí. En realidad las circunstancias fueron variables y volátiles, de todos los colores que puede tener un estado de ánimo. Pero al grabarlas todas en el mismo momento adquieren una unidad y un sentido casi lógico, y ciertamente no me parece un resultado oscuro. El envoltorio (C.S. Ulla) es posterior a la grabación, y buscaba en mi opinión una visión clásica y atemporal para un disco formado por canciones escritas, por decirlo de alguna forma, así, fuera del tiempo.

Los vaivenes emocionales están presentes a lo largo de su travesía sonora, sin embargo, me da la impresión de que existe una cierta distancia de seguridad para no enfangarse demasiado en la endogamia autorreferencial en beneficio de las canciones. ¿Puede ser?

Bueno, si fuese así no es intencionado. No busco, no analizo, no evito influencias; ni siquiera me protejo ya de nada. Ni a nivel composición o producción, ni tampoco al resto, el que conforma el circo de otros.

El duelo me resulta un trabajo de borrón y cuenta nueva, de quitarse mucho lastre, sirva como ejemplo la desnuda «La mente negra», coyuntural me atrevería a decir, como si pidiera urgentemente una continuación; el típico ejercicio artístico o catártico que todos debemos realizar para liberarnos. ¿Es así?

Claramente es así en «Los Cuadernos», efectivamente «La Mente Negra», «Tubo de Ensayo» y «Sutil». Y aunque hay más formas de liberarse, es cierto que vomitar palabras en un papel y acompañarlas de música es una de ellas.

Dices que entre tu primera aventura con Istochnikov y este segundo trabajo lo que ha pasado ha sido la vida. ¿Hasta qué punto las circunstancias vitales importantes pueden determinar no sólo ya el ritmo o la motivación artística, sino su resultado final?

Desde el momento en que la expresión artística bebe de la vida, en que decides (a veces un poco inconscientemente) exponerte, la rueda empieza a girar y sí, el resultado final es el del momento vital en el que se escribieron las canciones, pero también de cómo se conformaron en el local de ensayo y de la producción en el sentido más amplio. Existe esa relación vida-disco pero no es tan directa, tan pura.

Al hilo de esta pregunta, se me ocurre preguntarte si las canciones que uno crea al fin y al cabo son libres de su autor para volar por la mente de la audiencia o si están sometidas al juicio implacable de su autor…

Inevitablemente lo primero; una vez editadas las canciones se cuelan en otras cabezas y pertenecen ya a otros dueños. Hagan con ellas lo que quieran; si las aman, o las odian, o sienten indiferencia hacia ellas, ni yo ni nadie podremos evitarlo, condicionarlo, juzgarlo. Tampoco me afecta, la verdad.

El primer disco parecía trufado de colaboraciones no sólo ya dentro del núcleo del «Albacete Sound», sino también de fuera (Nacho Vegas, J…). Éste, sin embargo, parece más recogido, más concreto, con un sonido más definido. ¿Es algo que buscabas?

En el primero las colaboraciones con otros artistas en aquel entonces eran algo nuevo (en el entorno) e interesante. Artistas a los que admirábamos se venían y volcaban su personalidad en canciones con las que pudiesen maridar. La experiencia (que recuerdo nebulosa) y el resultado, creo que fueron buenos. En este disco efectivamente es todo más familiar, grabado y producido de forma muy cercana e interactiva, muy artesana en ocasiones, sin prisa, con dedicación e ilusión serena.




Podemos casi decir que se trata de Isabel León & Burrito Panza. ¿Hasta qué límite llegas a pensar las composiciones teniendo en cuenta a tus acompañantes en cada canción o trabajo?

No escribo pensando en una formación. De hecho, hay canciones que no la contemplan. La Mente Negra y Maestro Ladrón funcionan solas con guitarra y piano respectivamente, aunque en el disco y en directo llevan más instrumentación que las hacen crecer. En el resto sí, claro.

Corrígeme, pero me parece que es tu primera vez en un estudio sin estar acompañada de Fernando Alfaro. Ciñéndonos al plano estrictamente musical -en la medida en que sea posible- ¿Qué echas más de menos de su forma de trabajar la música y qué consideras has podido aportar tú a este trabajo como novedad con respecto a anteriores discos tuyos o colaboraciones?

Él presenta una claridad de ideas que casi siempre da buen resultado. Lo que yo haya podido aportar individualmente es poco, desde luego, solo las canciones desnudas (y no todas), que Burrito Panza, como sastres, me han ayudado a vestir, y Rafa Caballero a dar forma.

Sin perder tu luminosidad pop justo en este duelo que parece un disco más intimista, más de mirarse hacia dentro, me resulta que exudas una suerte de sensualidad enmarañada a la hora de cantar, ¿puede ser? ¿Qué aspectos vocales han ido cambiando en tu forma de interpretar con los años?

Sonará a tópico, pero con el tiempo acabas conociendo tus limitaciones y los pequeños puntos fuertes que puedes trabajar. En la interpretación, menos prejuicios y más sinceridad y sentimientos. No sé.

La bonita «Ejército Istochnikov» me parece una declaración de amor profunda a toda la familia albaceteña que, a través de sus múltiples abrazos tentaculares, a tantos y a tantos amantes de la música nos ha sacudido una vez tras otra. Defíneme lo que supone ventricularmente para ti hacer una panorámica de pasado, presente y futuro asociada a ese destacamento de soldados caídos o en pie.

Uf, esto es una pregunta de examen. Pasamos la adolescencia en bares encalados oyendo rockabilly americano y punk británico. Y a sus oscuros discípulos españoles. Y luego absorbimos todo lo que vino detrás. Todo. Algunos, bastantes, se compraron instrumentos, siempre había grupos. SurfinHemos hablado con ella de sus nuevas canciones y este es eltado.mencontrarnos con la cantante´ Bichos miraban más allá. Incansables y sin complejos. Más grupos, y músicos nuevos y de siempre se asociaban e interrelacionaban. Ya conoces quiénes. Muchos no pudimos deshacernos del gusanillo. La mayoría buscamos trabajos. Hoy es para, ya pocos, su actividad más vital, amor al arte poco rentable, y para la mayoría, un refugio en el campo, la forma de expresión y de comunión más bonita, quedamos para darle de comer al alma y esa noche dormimos genial.

Para terminar, no puedo evitar irme sin hacer alusión, desde una perspectiva personalísima y como fan de todo ese universo musical al que pertenecéis, quizá a la obra más importante de mi vida de todo él y en la que tú estás especialmente deslumbrante con tu aportación. Me refiero a Tejido de Felicidad (99). ¿Puedes decirme los recuerdos, vivencias y asociaciones que te genera esa obra?

¡Y esta pregunta para subir nota! Gracias, aunque son sólo coros dictados…(He escuchado «Mare Nostrum» con otra perspectiva en los últimos meses, encontrando un absurdo e inútil lado premonitorio…) En fin, recuerdos lejanos de la grabación en un paraje verde del País Vasco, un bebé, f-fotos en blanco y negro, nieve, gente acogedora, segardoa, amistad y amor. Participio perfecto.

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