José María Granados – Ciencia Ficción (Lucinda Records)
Si tuviera que desempolvar la pizarra del ayer y alguien me pidiera –a modo de rápido examen- que resumiera en una frase la filosofía esencial de la tercera entrega en solitario de José María Granados, cogería la tiza y escribiría “Un día en la rutina vale más que cien en el infierno” sin riesgo de suspenso.
Así es Ciencia Ficción, un disco de certezas, puntuaciones y valoraciones personales en el que José María hace acopio de lo mejor de su refranero particular para hacer balance, reflexionar y aconsejar con la voz templada y segura de quien ha lidiado en unas cuantas batallas y ha salido bien parado de más de un trance.
Ésa es la sensación que predomina y se materializa en fragmentos escogidos de canciones como “La buena nueva” –“Me viste hundido en la sinrazón sin pedirme explicaciones, aguardando a que fuera yo el que midiera las pasiones. Y ahora sé que tenía que pasar ese calvario maldito; aún me emociona poder cantar la bendición de estar vivo”– o “Díselo” –“Que no te arrastre al precipicio, ya sabes de qué va”-. Es como si el hecho de hacer las paces con los errores y las tretas del pasado formara parte de una decisión consciente que condujera al establecimiento de un orden de prioridades. Un orden que recoge lo mejor de cada etapa para la presente –“Seré capaz de hacer principio cada final”– y se traduce en la creencia de que el paso del tiempo, sumado al trabajo diario, nos perfecciona –”Saber que no has nacido para huir, saber que no has crecido porque sí” -. De esta manera, la satisfacción que proporciona centrarse en los aspectos más básicos de la vida tras verse privado de ellos por el dolor o la tristeza, se transforma a través de estas composiciones en un optimismo liberador que vuelve los ojos hacia la niñez –“Si las lágrimas pueden regar el campo donde un niño aprende a jugar”– desde la misma portada del disco -entrañables tonos ocres con un toque de sepia y zapatos de escuela – y aprende a respirar cuando el entusiasmo primario se mezcla con el grado de sabiduría necesario de la madurez para saber disfrutarlo.
El sonido que unifica esta colección de canciones se presenta como aval para la subjetividad de las impresiones anteriores. Un sonido que, por lo demás, encuentra su acomodo descriptivo en adjetivos como “luminoso”, “optimista”, “lúcido”, “armonioso” y ensambla a la perfección con unas letras –de rima sencilla y bien planificadas- que tienden un puente entre el lenguaje coloquial y el poético –desde ese movido “Qué tal”, estratégicamente situado al principio como cómplice bienvenida y que cuenta con la colaboración de Antonio Vega, tan emparentado con los característicos sonidos de la hermandad nuevaolera como el propio Granados– al conjugar hábilmente lo diáfano con lo sencillo, lo cotidiano con lo onírico, lo humorístico con lo profundo, lo sofocante del paisaje urbano con el escapismo de los parajes naturales, la ciencia ficción con un esperanzado diagnóstico de la realidad…
En definitiva, es éste un álbum de canciones vitalistas y equilibradas que adquieren relieve con las escuchas e invitan a vivir el día a día sin más, a amar a quien está a tu lado, a buscar un lugar en el mundo y seguir a rajatabla ese plan que incita a “darle caña sólo al presente”. Y tú que lo escuches.