L7 (Sala Mon Live) Madrid 23/06/24
Aprovechando la presencia de L7 en Azkena Rock Festival, la programación de dos conciertos más de la banda en Barcelona y Madrid es casi una bendición, dada las pocas oportunidades que, desde casi siempre, hemos tenido para disfrutar de las angelinas. Había cierta urgencia en el ambiente en su cita madrileña, con parte del público impaciente y recriminando el leve retraso en la aparición del cuarteto sobre el escenario de la saturadísima sala. Eso sí, una vez se disponen sobre la tarima, todo el mundo se entrega sin condiciones a la salvaje propuesta de las estadounidenses.
Nada descubrimos si la primera parte de la noche la cubriría, y en orden estricto, la interpretación de ese Bricks Are Heavy que cumple 32 años y que sirve de excusa para esta gira de treinta palos. Cosas de la relatividad del tiempo. Partiendo del hecho de que parte del público congregado se sabía de memoria el orden, esa parte de improvisación quedaba rápidamente dilapidada bajo los acordes de “Wargasm” y “Scrap” y los movimientos capilares tan característicos de una Donita Sparks y una Jennifer Finch que darían señales muy pronto de su eterna camaradería.
“Pretend Were Dead”, el primer gran himno de la noche, sonó contundente y sirvió para calibrar el termómetro del móvil, ese que hace que el punk de antaño siga metiendo hostias pero, esta vez, para hacerse con una mejor posición para grabar ese video que, con suerte, verán 17 personas en las redes. Y en esa grabación aparecerán en primer plano los brazos incluidos de aquellos que no sujetan esclavamente un terminal y aplauden, y a los que Finch incita con éxito a hacerlo mientras atrona con la intensidad de su bajo, ese mismo que comanda “Diet Pill” o “Everglade”, esta última también testigo del mandato vocálico de la eterna bajista.
Para ese momento, ciertos errores técnicos en el sonido se habían subsanado, por lo que los sentidos van hacia otro lado. Es interesante ver en directo cómo se siguen los patrones casi de sororidad entre la banda —ahí se vio a Suzi Gardner al volante de “Slide”—, pero también del público siguiendo al pie de la letra las instrucciones impartidas desde el escenario, bien sean los coros a Finch en “One More Thing”, la elevación de ese surf punk de “Mr. Integrity” o las tímidas palmadas en “Monster”. Ese idilio proseguiría sobre el conocido guion con la entrega total de un respetable al que “Shitlist” o “This Ain’t Pleasure” les agradó.
El cierre del bloque estrella (o excusa) dio paso a otro cuyos componentes se debatieron entre temas de baja, media y alta intensidad. Sonó “Andres” antes de que se cayera la sala con ese “Fuel My Fire”, reflejo de esa contundencia que siempre fueron L7, pero con la continuación, quizá algo ralentizada de “Stadium West” y “Non-Existent Patricia”. Si bien estas fueron ejemplos claros de esa aportación a la mezcla intensidades, la celeridad y contundencia volvió con “Freak Magnet”, otra muestra de esa camaradería de décadas que se exhibió. No obstante, que la formación actual de tuviera su primera encarnación en 1989 dice muchísimo.
Debió gustar al cuarteto angelino ese coro futbolero que rugió varias veces, ese oeoeoeoe eurocópico que, a golpe del bombo de Plakas, disfrutaron como adoración que fue y que más tarde acabarían alentando al público a repetir. Antes de que eso sucediera, el segundo bloque consumaría con los guitarreos de “Fighting The Crave” y “Human” y con el espléndido sonido del The Beauty Process que esconde “Bad Things” y que incluso puede recordar tiempos mucho más pretéritos. Quizá sea rizar mucho el rizo, pero en ese momento Finch llevaba un par de temas algo hierática (quién sabe si no gusta tanto de temas que no grabó). Aunque no duró mucho así.
Un cambio de la guitarra de flecha de Donita Sparks anticipaba que llegaba otro tren en forma de una “Shove” que desgallitaría Gardner. Por un momento, el devenir del final no despierta mucho entusiasmo, bien porque “Dispatch From Mar-a-Lago” no se traduzca en comunión plena o quizá porque entre el respetable se saben de los bises, pero se remonta a tiempo con la insistencia que ofrecen las californianas, una prolongación de ese tema que deja el ambiente caldeado para esos dos impactos finales. “Scatter The Rats” pasa, pero todo el mundo sabe que el cénit lleva el nombre de “Fast and Frightening”, brindada por Sparks a todas las “señoritas, señoras y chicas” de la sala y, por extensión de circuito eléctrico, a todo quien estuviese a menos de cien metros de esa central energética que sigue siendo L7.
Fotos L7: Fernando del Río