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Libro: Antineutral de Pepo Márquez (Liburuak)

Como te hemos ido contando en Muzikalia, – el fondo de inversión KKR (acrónimo de Kohlberg Kravis Roberts), compró Superstruct Entertainment Iberia la cual se dedica a la adquisición de festivales de música a través de monopolizar promotoras, es el dueño de más de treinta festivales en nuestro país. La vinculación de KKR con Israel es a través de diferentes empresas que se dedican a los medios de comunicación, inteligencia, o que inyecta dinero en las empresas armamentísticas que apoyan el genicicio perpetrado en tierras palestinas. En 2004 la empresa vinculada también a KKR, la inmobiliaria YAD2, ofertaba desde su portal lujosas propiedades en tierras ocupadas, algo que fue denunciado por organismos  internacionales, así como un fuerte reacción por parte de la opinión pública, y del mundo del arte en general, en contra de estas empresas que se lucran a través de la muerte. En este espléndido ensayo de Pepo Márquez, Antineutral (Liburuak, 2025) expone de forma muy didáctica y con una excelente labor de documentación, si este revuelo mediático ha servido de algo, y qué caminos se agrandan y se estrechan en el mundo de la música como industria tras del dominio, cada vez más hegemónico de KKR, en las estructuras de poder en la música.

¿Se puede ser neutral cuando se atenta contra la vida de un pueblo? ¿Los artistas deberían anteponer la coherencia moral a la crematística en situaciones como esta? Estamos en un marco de dominio oligárquico que, como apunta el autor: “KKR no busca únicamente inversiones rentables, , sino posiciones de control estructural. En el ámbito de la música, su hoja de ruta es integrar verticalmente festivales, catálogos editoriales, plataforma de venta de entradas, y servicios de distribución digital”, por la tanto, ante el absoluto dominio de estas empresas, al artista se le abren diferentes frentes dentro de lo que Márquez señala como “economía moral” (acuñada por el historiador y activista británico E.P. Thompson) y “economía ética”: el boicot de algunos artistas a participar en certámenes vinculados a KKR, por ejemplo, entraría dentro de la primera categoría, mientras que en la segunda estaría conformada por asociaciones, cooperativas, etc. que de forma democrática deciden la organización de las acciones a tomar aunque se deban a normativas externas. Sobre esta casuística, muchas voces alzan su voz en contra del genocicio, pero se ven imposibilitados a cancelar conciertos porque de anularse se ven envueltos en sangrantes pleitos en donde siempre acaba ganando la banca. Por otro lado, artistas como Arca, Massive Attack o Reincidente, sí que han boicoteado actos en contra de cualquier asunto que atente contra los Derechos Humanos, en gran parte porque su popularidad, sus infraestructuras o su reputación pueden salir menos dañadas.

El marco simbólico es importante, y nos permite en muchos casos ir trazando la senda para la sensibilización. Que un músico actúe en un evento patrocinado por KKR, pero que a la vez denuncie en redes sociales el genocidio puede dar lugar a incongruencias muchas veces difíciles de entender, pero tambien forma parte de ese statu quo con el que cada artista tiene que lidiar en su día a día, y que muchas veces les lleva a callejones sin salida. Pero el denunciarlo también permite que se activen mecanismos morales que también son muy importantes.

En este ensayo también se destaca el dominio de Spotify en lo que a modos de escucha se refiere: en la actualidad lo que impera es la escucha en random, las listas de reproducción que crean un “yo-avatar”, y eso significa que cada vez la música se convierta en algo accesorio, una escucha pasiva que no apela al oyente, así como las regalías que cobran los músicos que son directamente de risa por esclavizantes.

Márquez elabora una hoja de ruta para encarar una “resistencia simbólica” que busca posicionarse en esta jungla de la industria del entretenimiento: ideas para un sindicalismo fuerte y atento a los desmanes de los poderosos en el entorno musical, la concienciación de que existen los derechos a la huelga y al boicot (actos que han permitido que se cambien muchas anomalías pero que requieren una organización sindical y cooperativa), o el monitoreo de las subvenciones públicas hacia estas entidades privadas que organizan festivales que no acaban revirtiendo en cultura de proximidad ni en ayuda a artistas e instituciones locales.

Puedes comprar el libro: Antineutral de Pepo Márquez (Liburuak) en la web de su editorial.

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