Libro: ‘Había Una Vez… Sr. Chinarro’ de Manuel Pinazo / Chema Domínguez
“Si Sr. Chinarro fuera una palabra del diccionario sería ‘esternocleidomastoideo’, una palabra que no hay que usar a diario, pero que tiene que estar, porque el músculo sigue ahí?”.
Como se suele decir: genio y figura hasta la sepultura. Palabras de un hombre que los que gustan de anglicismo al uso dirían self-made man, y que con el paso de su carrera ha tejido uno de los cancioneros más imponentes de aquello que una vez se llamó indie, y que ahora es un cajón de sastre en el que cabe de todo, incluso grupos que, a mi parecer, se apropian de estéticas que no les pertenecen por el simple hecho de aparecer con rictus grave hablando de rimas que solo me producen risa. Pero eso es harina de otro costal.
Antonio Luque también luce rictus grave, pero el suyo sirve de antídoto o blindaje que le permite vivir alejado de tanta tontería que nos rodea. Él es feliz en su soledad, y esta actitud un tanto huraña le ha perseguido como una leyenda de pasión o de gavilanes. La cosmología chinarra es dada al sincretismo, a las fábulas que nacen acodado en la barra de un bar, al verso libre y a la métrica apoyada en automatismos. Sr. Chinarro es un mundo en sí mismo, y esto se tenía que plasmar en un libro, sí o sí.
Muzikalia se embarca en la frondosa e insondable aventura editorial con un libro excelente que retrata, a partir de entrevistas a Antonio Luque bajo el título de Había Una Vez… Sr. Chinarro. Conversaciones con Antonio Luque (Muzikalia, 2019). Venía siendo hora ya de conocer más a fondo a este compositor que, como dice Pinazo en el prefacio, uno siempre asocia a muchas cosas que escuchabas allá por los 90 (que si los The Cure, que si The Smiths…), pero cuya narrativa fue evolucionando hasta encontrar referentes inesperados en estilos poco concomitantes con el gusto del autor de El Porqué De mis Peinados como pudieran ser el jazz, el flamenco, o la voluptuosidad del swing.
Luque dispara para todos los lados. Creo que el paso del tiempo le ha permitido relativizar su rabia, y ya sus deudas las tiene más que saldadas, con él mismo y con las dinámicas del “universo indie” que un día creyó, o le hicieron creer, que era el rey. El sevillano ha encontrado unos buenos interlocutores para hacer repaso a su carrera artística, y a su impagable anecdotario. Sr. Chinarro es producto del indie, sí, pero de aquel que miraba desde los márgenes no normativos, como los Surfin’ Bichos o Cancer Moon.
La interacción entre Chinarro y entrevistadores es fluida. Preguntas y respuestas se suceden manteniendo un orden cronológico, aunque se avise de entrada que el primer acercamiento a su modus operandi sea un primer capítulo en donde se dan pinceladas de su etapa más profesionalizada, esa que le permite grabar con mejores productores, músicos, y estudios de grabación, y de paso entregar una obra maestra, El Fuego Amigo (2005), que se erige como su particular Everest.
El torrencial verbo de Luque permite al lector enterarse, a medida que pasa las páginas del libro, que su primer walkman quemó una cinta en la que estaba el “Abracadabra”, que el Juno 60 es un sintetizador sin igual y que le marcó a fuego (“Es que lo que da primero da dos veces, las impresiones de la infancia…”), que el primer concierto que le impactó fue de Ilegales, que Jesús Llorente de Acuarela no le pagaba los royalties generados por las ventas, pero sí un ordenador modernillo, que su experiencia en NYC con Kramer fue de lo más psicotrópica (”Si es que Kramer era un poco carajote, fueron unos cuantos grupos españoles a grabar. Necesitaba pasta de cualquier lado (…)”, que J es muy listo y rescata letras antiguas -y sin derechos de autor- adaptándolas al fraseo vocal del 3×4 y chinpún. Y así podríamos continuar.
No quiero hacer más spoilers de lo que podrán encontrar en tan aventurado viaje a la mente de este autor esencial en el pop patrio. Solo decirles que es un viaje disfrutable de principio a fin. ¡Ah!, y tras la lectura, o entre algún descanso en ella, no se masturben con un calamar, hombre. Demasiado pringoso todo.
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Lectura muy recomendable, sin duda.