Lindi Ortega – Faded Gloryville (Grand Tour / Last Gang)
Lindi Ortega es una canadiense, con sangre mexicana e irlandesa corriendo por sus venas, afincada desde hace unos años en Nashville. Sirva esta breve biografía para introducirnos en su mundo: es un espíritu libre, incluso errante, que canta a todos los sitios sin que dé la sensación de que pertenece totalmente a alguno. Ha actuado en el Grand Ole Opry, pero lo suyo no es el country canónico, y no tengo claro si podría incluirse ni en el apartado de las revivalistas del género, ni en el de las neo-tradicionalistas. Como ella misma nos dijo en una entrevista reciente, más que hacer country su objetivo es “darle un toque de country a lo que hago”.
Por ello Lindi Ortega no se cierra a nada, y en Faded Gloryville (Last Gang, 2015) le da ese toque de country tanto al folk pop de “Ashes” como al soul de “Someday soon”, y se atreve igual con el sonido de Muscle Shoals (donde grabó algunos de los temas), con el rockabilly (magnífica “Run-down neighborhood”), con la herencia del blues (“Run amuck”) o con una versión de los Bee Gees, “To love somebody”. A esta última le da un toque country-soul, entre Nina Simone y Patsy Cline, que hace que la inicial extrañeza al ver una composición de los Gibb en un álbum como este se evapore a las pocas notas. Bebe de muchas fuentes, todas magníficas, y las impregna de su personalidad salpicándolas a partes iguales de toques retro y actuales, de country clásico y alternativo. Una combinación que recuerda bastante, principalmente en “Tell it like it is”, a lo que está haciendo Virginia Maestro en sus últimos discos. Por cierto, ambas coincidieron en Nashville recientemente, como te contamos en el diario de gira de Virginia hace unos meses.
La voz de Lindi, además de espectacular, es capaz de reflejar muchos estados de ánimo diferentes. Canta con un ligero trémolo que da un toque añejo y casi fantasmagórico a muchas de las canciones, como cuando habla con melancolía de esa “Faded Gloryville” donde nadie lleva ya corona y solo sobreviven los espíritus de un pasado glorioso y los incautos que aún esperan que regrese. Pero también es capaz de sonar orgullosa y convencida de lo que quiere como en “I ain’t the girl” o “Run amuck”. El cierre con la casi acústica y crepuscular “Half moon” (¿he oído True Detective?) despeja cualquier duda: Lindi Ortega está en estado de gracia, se atreve con todo y sale airosa, y quizás haya hecho su mejor disco hasta la fecha.
Independientemente de la etiqueta que tenga su música, el disco es buenísimo.