Mitchell Akiyama – If Night Is A Weed And Day Grows Less (Sub Rosa/Intr-version)
Álbum de ambient ruidista y minimalismo repetitivo, en el que puedes respirar profundamente sin que las importantes interferencias crepitosas en el discurso sean impedimento a la fabulosa belleza contenida a lo largo y ancho de la grabación.
Akiyama es el único instrumentista en el disco. Toca el piano, la trompeta y el violoncello, usándolos de forma minimalista y a menudo procesando y filtrando sus timbres de tal manera que se vuelven irreconocibles o llaman la atención sus desfiguraciones. Más que efectos de complementaridad lo que busca el autor es cromatismo entre las distintas sonoridades. El instrumento musical de mayor protagonismo, aunque no destaque precisamente por arranques melódicos, el piano, suele producir acordes planos, o rugosos cuando actua sobre él algún tratamiento; en menor medida, articula pequeñas células melódicas por las que simpatiza también el violoncello, aunque emita habitualmente notas largas frotando apenas las cuerdas con el arco (probablemente una sensación más que una realidad); les secunda una trompeta camuflada tímbricamente por lo que apenas se detecta su presencia como tal. Asimismo, Akiyama se encarga de aportar al ya más o menos arañado tejido, drones digitales. Hay una lucha antagonista casi constante entre lo analógico y lo digital, los continuums y sonidos en calma hacen esfuerzos por acabar con las crepitaciones y glitches, y viceversa.
«With hope that» se desmarca de las demás piezas por su estilo y carácter, y por su intención. Quiere ser un homenaje expreso a Steve Reich, uno de los máximos representantes del minimalismo repetitivo. Y lo consigue. Se trata de una composición más lúdica, algo cómica, que impone cierta alegría y saltimbanquilería al momento.
Estamos ante un disco homenaje a la vida, tierno, a pesar de todo, que crea a nuestro alrededor paisajes donde figuran árboles de hoja caduca, nieblas difuminadoras, donde brotan también yemas de ramas, flores, plantas… y sentimientos de soledad…, lugares reconfortantes para el aislamiento; un disco que pide solemnemente que lo trates con amor y delicadeza, y veas en él representadas la perfección y belleza de la tierra. Todo ello en un abrir y cerrar de ojos, el tiempo de un sueño reparador, un intenso sueño de lugares maravillosos e inquietantes, fantásticos y sobrios a la vez; treinta y cinco minutos y medio que encandilarán a los oídos más inquietos, a quienes no le temen a las asperezas invernales u otoñales, y que harán también las delicias de aquellos que gustan de las atmósferas sosegadas y pacíficas.