Conciertos

Muse – Palacio de los Deportes (Madrid)

Nueve y veinticinco de la noche, más de 17.000 personas, que ya abarrotaban antes de las siete de la tarde todos los aledaños del Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, esperan intranquilos la presencia de sus ídolos, sobre un escenario presidido por tres enormes paralelepípedos, que arrancan desde el suelo y llegan hasta el techo.

Se apagan las luces, miles de móviles y cámaras se encienden al momento, y el nerviosismo y el griterío se apodera del ambiente, mientras los paralelepípedos se comienzan a iluminar poco a poco por sus cuatro caras laterales, dibujando finalmente pequeñas humanoides que simulan que suben escaleras, a la vez que  sonidos electrónicos van creando ambiente… 

A penas cinco minutos después, caen los telones que cubre los tres gigantescos pilares, todo se ilumina, y aparecen en las alturas, en mitad de dichos pilares, los idolatrados Matthew, Dominic y Christopher, mientras los chillidos, y los botes, a penas dejan escuchar la primera canción, que coincide con el comienzo del primero de los temas de su nuevo disco The Resistance, “Uprising”.

Estruendo, histeria, impresionante espectáculo de luces, y lamentablemente algo menos de sonido. Sí, posiblemente los cinco minutos más impactantes que haya visto sobre un escenario. Pero, y después, ¿qué es lo que sucedió? Pues me temo, que un concierto algo irregular, y demasiado monótono, o al menos carente de matices, y donde no salió a relucir por ninguna parte la limpieza en el sonido y la claridad de distintas melodías simultaneas que la banda ha venido mostrando a lo largo de sus discos. Tras el mencionado “uprising” continuaron sin parar con “resistance” y mientras bajaban las plataformas, para dejarlos en el terrenal escenario, sonaron como tercer y cuarto tema, “new born” y “map of the problematique”, que si bien consiguieron formar un comienzo muy potente, quizá fueron canciones que se esperaban (por aquellos que no hubiesen leído el set list del concierto de Barcelona, pues la banda inglesa, lo calcó por completo) algo más adelante.

A partir de ahí, llegó el primer bajón de la noche, con la consecución de un “Supermassive Black hole” más propia de Justin Timberlake que de Bellamy (como pude escuchar una filas más delante de donde me encontraba), un embarullado “MK Ultra”, que no aportó nada nuevo a lo que venía siendo el concierto, y lamentablemente un temazo como “Hysteria” que en parte pasó desapercibido, de nuevo por culpa de la poca diferencia de textura, ritmos, e intensidades entre canciones.

Llegó “interulde”, mientras Bellamy se sentaba a los teclados de su flamante piano de cola, y les volvían ascender a las alturas, para interpretar la unificadora, “united states of Eurasia”, (que por un momento hizo que la banda se convirtiese en unos imitadores de Queen), y siguiendo con sin duda uno de los mejores momentos de la noche, “Feeling good”. Sensacional tema que la banda tiene más que bien aprendida, y que entusiasmó a todo el público, pero que de nuevo , le faltó buenos temas que lo siguiesen, pues se vio secundado por dos de sus nuevos canciones, “guilding light”, y “undisclosed desires” (sonando otra vez más Timberlakero que Musero…)

Finalmente llegaron los mejores momentos del concierto cuando a penas sin parar tocaron los famosos, “starlight”, “plug in baby”, y “time is running out” que hicieron las delicias de un público que si en todo momento y sin descanso se mostró entusiasmado y entregado, durante estas tres canciones alcanzaron la auténtica locura y en ocasiones el éxtasis, con saltos y empujones, que literalmente hicieron vibrar como pocas veces ha vibrado el Palacio de los Deportes.

Para acabar, y continuando con la serie anterior, la banda se decantó de nuevo por uno de sus incontrolados nuevos temas (“unnatural selection”), para posteriormente descansar apenas unos minutos, y salir de nuevo para interpretar de manera consecutiva, la primera de las partes de Sinfonía nº1, Exogénesis – , “Overture”, que dejó al público muy indiferente, (pues básicamente ninguno de los instrumentos estaba siendo interpretado en directo), “Stockolm syndrome”, y por último “knights of Cydonia” con la que acabaron el concierto.

Posiblemente los titulares de hoy, elogien el concierto de ayer, la potencia, el entusiasmo del público, y la fiebre que ayer se vivió. (y será cierto) Pero reflexionando un poco, e intentado ser objetivos, creo que el concierto de ayer, segundo en la gira the resistance, no hubiese pasado de calificativos mediocres, si el grupo no se hubiese llamado Muse, si sólo hubiese habido unos miles de persona, y si el escenario no hubiese tenido luces y plataformas elevadoras.

Cada vez son más las grandes bandas que optan por estos espectaculares efectos y escenarios, y sinceramente estoy totalmente a favor de que los conciertos sean espectáculos que impresionen a cada uno de los espectadores, que consigan poner los pelos de punta a la persona más alejada y despistada de la sala,  pero con una sencilla condición, que no se olvide de lo que se está haciendo. Una Banda, haciendo Música. Creo que ayer, por desgracia, Muse se olvidó un poco de esto, y en una puesta en escena impecable, se olvidó de poner un setlist más potente, se olvidó de hacer un sonido más limpio y nítido, y no consiguió que sus canciones sonases como lo hacen en sus discos, donde es casi imposible ser capaz de escuchar al mismo tiempo la cantidad de sonidos y melodías que están sonando simultáneamente. Ayer, el estruendo, la desmesura, la ausencia de matices, y una falta incompresible de complicidad entre los miembros de la banda (quizá enfriada por culpa de las extravagantes plataformas), se apoderó del Palacio de los Deportes, y diecisiete mil personas de todo tipo de edades, lo aplaudieron, lo jadearon y lo disfrutaron, pero, ¿podría haber sido mejor?

Sinceramente, creo que sí, bastante mejor.

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