Orville Peck + Manuela Iwansson (Sala El Sol) Madrid 19/11/2019
El misterioso cowboy enmascarado llamado Orville Peck finalizaba su primera gira europea en España y Portugal. En España con dos únicas fechas propiciadas por Last Tour International, en Madrid y Barcelona. La expectación que ha levantado Orville Peck con su primer disco, Pony (Sub Pop 2019) en tan solo unos meses, se ha visto reflejada en los “carteles” de entradas agotadas en la práctica totalidad de las salas en las que ha tocado.
Abría para Orville y sus jóvenes cowboys la ex vocalista de Terrible Feelings, Manuela Iwansson, que inicia su etapa en solitario con una propuesta pop bailable con miras hacia el post-punk. Armada únicamente con un micro y un secuenciador desde el que iba disparando las pistas, la sueca demostró una capacidad de “One Woman Band” pocas veces vista. Si el hecho de ser telonera es ya de por sí complicado, lo es más cuando el público que tienes enfrente no espera nada de ti, como era el caso, al estar ávidos del artista por el que han pagado. Atentos a su disco Blank Surface y a los hits: “Dream Lover” y “Strangers on a Train”.
A estas alturas no es ningún secreto que detrás del personaje de Orville Peck ¡atención, spoiler! se encuentra el músico de Toronto; Daniel Pitout, cantante de la banda punk Eating Out, aunque qué demonios, sigamos pensando que es un misterioso “cowboy fuera de la ley”, como el mismo se autodenomina.
Su mencionada opera prima contiene todo lo que se le pueda pedir un disco para pasar al Olimpo de la atemporalidad. Cancionero inapelable, historias de perdedores, cantos al desamor, escapadas a medianoche o paisajes por los que pueden transitar tanto Sergio Leone como David Lynch. Si a eso le unimos una estudiada y poderosísima estética y puesta en escena, el éxito está asegurado.
A las 23:15, tal y como estaba anunciado (lo que deben pesar los artistas foráneos de las horas de comienzo de sus shows en España debe ser digno de libro) salían al escenario de El Sol los cinco músicos como si de una pradera de Texas se hubieran escapado. La cuestión estética, capitaneada por inmaculadas camisas western y brillantes, a la par que viejos botines, son toda una declaración de intenciones.
Orville, todo negro y con una de sus máscaras artesanas que el mismo confecciona, daba el pistoletazo de salida con “Big Sky” para seguir de inmediato con la épica de “Winds Change” y enlazar con la segunda historia de personajes perdedores de la noche: “Queen of the Rodeo”.
Aunque no teníamos ninguna duda, “Roses are Falling” sonó para dejar constancia de que el bueno de Orville tiene en su imaginario tanto a Elvis como a Marc Almond y que, si estos hubieran colaborado algún momento, sin duda habría salido esta canción. Con la imprescindible “Turn to Hate”, que se ha convertido en Estados Unidos en toda una suerte de soflama “Queer”, me dio por pensar lo que se ha perdido Morrissey al no tener en sus filas a Orville para echarle una mano con sus últimos infames trabajos.
A esas alturas un respetable más que entregado y a los pies del crooner y su banda, eran ya parte del espectáculo, consiguiendo cerrar el círculo de lo que debe ser un concierto de rock & roll, country, pop o como lo queramos llamar.
Uno de los momentos más “countrys” del set fue la versión de la canción “Something to Brag About” de Tammy Wynette & George Jones, en la que la guitarrista ejerció de voz solista. Orville no niega sus influencias y no se corta un pelo en rendir pleitesía a artistas a los que admira, tal es el ejemplo del tema que vendría a continuación “Buffalo Run”, deudora directa de Guadalcanal Diary.
Para enlazar a su “hit single” “Dead of Night”, no tuvo mejor idea que versionar a Lana del Rey con “Norman Fucking Rockwell” y si bien es cierto que el sonido de su guitarra Gretsch decepciona en los primeros rasgueos en directo (en comparación con la grabación) todo se olvida cuando le oyes cantar… “The sun goes down, another dreamless night
You’re right by my side…”.
Como bien nacido que es, se despidió con otro homenaje a uno de sus artistas queridos, Gram Parsons, con “Ooh Las Vegas”.
Orville Peck no solo viene a renovar un género musical, también siguiendo la estela de otros artistas como Little Bandit o Hank Pine, da visibilidad al colectivo LGTBI en el Country, cosa harto difícil en una escena así. La próxima vez que veamos al enmascarado y su banda, probablemente ya sea en un gran festival o como mínimo, en una sala tipo La Riviera, por lo tanto: considérate afortunado si estuviste en este concierto.
El horario de los conciertos en España no solo pesa a los artistas, pesa también al público. Deberían revisarse los horarios, porque hay algunos que se llenan, pero otros no y al final el que puede gastarse 20-30 € en una entrada de un concierto un martes, por suerte o por desgracia, es la misma persona que tiene que levantarse a las 6:00-7:00 de la mañana. Se debería reflexionar sobre esto, en algunas salas con El Sol, por ejemplo.