Patrick Wolf – Sala Apolo (Barcelona)
La última vez que vi a Patrick Wolf en concierto (hace un par de años en el festival BAM) fue uno de los mayores fiascos en los que he estado nunca: retraso estratosférico, concierto cortísimo, sonido pésimo y aún me quedo corta de esdrújulas para describir aquel despropósito. Así que el viernes en la sala Apolo tocaba hacer las paces con él y resarcirme, a pesar de que su último disco no me parece especialmente maravilloso.
Hay que tener en cuenta que muchas cosas han cambiado para Patrick Wolf desde que lanzara el magnífico Lycantrophy en 2004: personalmente su vida se ha estabilizado y musicalmente ha decidido coquetear con el pop más mainstream, con agudeza aunque suavizando mucho sus formas. Y todo esto se refleja en el escenario: Wolf presentó un show sobrio aunque divertido, competente aunque carismático y entretenido más que genial. A pesar de la triste entrada, que no debió llegar ni a la mitad del aforo.
Abrió sentado al arpa, y con “Armistice”, un concierto en el que le costó un poco ganarse al público: algunos (los que le seguimos desde el principio) a la expectativa, otros (los que lo han conocido con su último trabajo) esperando los hits. Pero en el momento en que sacó la artillería pesada, es decir “Together” (con baile entre el público incluido), “Accident and Emergency” o “Bloodbeat”, se desató el previsible delirio.
Patrick Wolf demostró que se puede intercambiar con soltura el piano y el violín y al minuto bailar con desparpajo de gogó. Demostró que puede sonar emocionante con “Bluebells” o “Damaris” igual que puede ser descarado con “Vulture”. Demostró que se puede tener momentos de diva y ser simpático y cercano con el público. Y ofreció un concierto con un sonido excelente, una voz potentísima y unos músicos que trasladaron a la perfección los arreglos del disco al directo.
Tal vez el concierto fue algo corto (hora y media, si llegó), pero despidiéndose con un bis en el que apareció vestido de dorado (reflejo de aquel estilo excesivo de antes) y soltando del tirón “Hard Times”, “Magic Position” y “The city” ¿quién no se da por satisfecho? ¡Qué digo satisfecho! Fue un bonito concierto de esos que llenan de alegría. Charming, que lo llaman ellos. Vale, Patricio, me has convencido: firmamos la paz.