Pere Ubu – Sala Jimmy Jazz (Vitoria-Gasteiz)
Una noche con Pere Ubu, dentro de una inédita larga gira por la península, es un acontecimiento a no dejar pasar, dada la poca presencia que han tenido por nuestros escenarios, preferentemente en festivales.
La propuesta ya sorprende de inicio por el formato, sexteto con guitarra, batería, clarinete, teclados y laptop & theremin más la imprescindible voz de David Thomas.
Sus primeros treinta minutos son los que ellos denominan «The Pere Ubu Moon Unit» y que definen en su página web www.ubuprojex.com, como la música de «más adelante», «en la que están trabajando» a la búsqueda de la cual siguen tras 40 años de carrera. Thomas sentado al borde el escenario recitando sus letras, controlando esa voz relinchona de sus momentos más furiosos en un registro cercano al spoken word, y con un vaso de vino en mano dirige sutilmente esta sinfonía ténebre, ayudándose de un teléfono vintage que usa como micrófono o de una pequeña corneta.
Frank Zappa, Captain Beefheart o el jazz más heterodoxo sobrevuelan la sala en medio de sonidos inusuales, ariscos pero seductores.
Tras una breve pausa y tras sincerarse que no han cenado, toca valorar el presente de la banda que es Carnival of Souls, su último trabajo, con muy pocas paradas en su pasado anterior porque, como dicen en las entrevistas previas no son ninguna banda tributo.
«Carnival» nos recuerda cómo el mundo lo dominan los monos y las stripers en medio de un ambiente de feria, de malsana feria, pero feria al fin y al cabo.
«Road to Utah» sigue la línea enfermiza y oscura como si de un largo viaje nocturno se tratara.»Golden Surf II» acelera en surf industrial desbocado y aparece el Thomas chirriante de sus comienzos y nos amenaza con tirarnos el calcetín que se ha quitado, sin llegar la sangre al río, dedica «Bus Station» a las chicas del público. Mientras continúa sentado y gesticulando con sus manos nosotros continuamos intentando descifrar el desfile de sonidos encriptados y si aceptamos su invitación a traspasar esa puerta imaginaria que nos ofrecen, luce el clarinete en la, dulce en apariencia, «Vissions of The Moon», para luego no desentonar en el único arrebato punk de la noche.
David Thomas se ríe de los críticos a los que entrega, ante la imposibilidad de etiquetar su música después de cuatro décadas, una denominación de origen, «avant garage» pero bien se puede decir que no entran en su universo los «post», «pre» o «avant» porque el sonido sombrío y atmosférico se trasmuta en una sensualidad orgánica indefinible e hipnótica como la propia contemplación del uso del theremin, el instrumento que suena pero no es tocado y su ensamble con un clarinete y la voz de David.
Nos desean buenas noches con esa nana que es «Irene» en otra demostración de precisión, tempo y arrebatadora atracción.
Acabado el concierto no podemos sino empezar a asimilar el trabajo de orfebrería presenciado de una banda que sigue mirando hacia adelante sin necesidad de «setlist», solamente con unas notas pegadas en los monitores…