Conciertos

Pop & Dance (Delorean + Hidrogenesse) – Rock Kitchen (Madrid)

Trato de hacer memoria y recordar algún otro concierto tan divertido como el que ayer ofrecieron Hidrogenesse en el Pop & Dance (edición Rock Kitchen), y sólo se me ocurre compararles con otro dúo con el que comparten bastantes cosas, Chico y Chica. Resumiendo mucho, ambos grupos tiene tres cosas en común, technopop, ironía y un talento ilimitado.
Hidrogenesse ejercían de teóricos teloneros, pero llenaron la sala desde primera hora como si fueran el plato fuerte de la noche. Armados de sintetizador, teclado y una guitarra, aparecieron excéntricos y disfrazados, Genís de bailarina del vientre con el cinturón en la cabeza y Carlos de poligonero deportivo. Con buen criterio evitaron su último trabajo discográfico (Hidrogenesse vs. The Hidden Cameras), y, aderezando los temas con chistes y comentarios, se dedicaron a hacer un grandes éxitos retrospectivo y festivo, con tiempo para estrenar varias canciones nuevas.

Entre las canciones ya conocidas sonaron “Disfraz de Tigre” (“pensamos vivir de esta canción muchos años más”), “Caballos y ponis”, “Eres PC, eres Mac”, “No hay nada más triste” (“la canción más divertida de la noche”), “Estafa” (“vamos a hablar del mundo del rock”), y la versión de “Tazas de Té” que prepararon para el homenaje a Carlos Berlanga.

Las nuevas (creo que me dejo una), bailables y muy divertidas, fueron “El artista” (“hablamos de gente que no hace nada”), cuyo estribillo sirvió de live motive de la noche, y “A los viejos” (“porque la juventud está sobrevalorada”). Para el final, “la canción más Delorean de Hidrogenesse, la antiquísima «Échame un kiki amor».

A continuación, Delorean montaron algo que únicamente se puede calificar como rave o pura discoteca bien entendida. Me llama mucho la atención su evolución. Entre bolos y festivales, y a pesar de sus continuas giras por Estados Unidos, hemos tenido la suerte de verles a menudo. Aún así, en todos los conciertos me terminan sorprendiendo.

En cada directo hay samplers nuevos, y sobre todo, siempre tocan y suenan mejor y más perfectos que en el concierto anterior. Además, una curiosidad. El éxito no parece habérseles atragantado y si hace falta, se siguen montando ellos mismos el equipo antes de tocar.

Ayer no fue excepción y los zarauztarras ofrecieron un elegante viaje electrónico con destino Ibiza, en que se iban sucediendo crescendos más propios del house que del pop. El público, absolutamente entregado, bailó sin parar desde el primer sampler que sonó, hasta la última nota de “Seasun”, la canción con la que cerraron.

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