Conciertos

Primal Scream presents Screamadelica Live – La Riviera (Madrid)

Que en Madrid terminen los conciertos a la hora en la que hace unos años hubieran empezado (23:15) es algo sintomático. Y lo más preocupante es que muchos se perdieran el inicio de la actuación de Primal Scream por comenzar a las 20.45. Cosas incomprensibles de la capital, ciudad que siempre ha presumido de una envidiable vida nocturna.

Los de Bobby Gillespie llegaban a Madrid apuntándose a la moda de rescatar uno de sus discos para tocarlo al completo, (quizá conscientes de su últimamente reputación algo tocada) y decidían desempolvar un valor seguro, Screamadelica, su obra más celebrada. Ese artefacto atemporal que hace casi 20 años cambió el curso del rock al fundir las guitarras con la música de baile. Toda una suerte para los allí presentes, que además podíamos disfrutarlo en una sala, algo que no ocurría desde la presentación de Vanisning Point (1997).

Llevaban trascurridos pocos segundos de la actuación, cuando desapareció toda sospecha hacia una banda que respiraba rock por cada uno de sus poros y que sin contemplaciones fueron directos a la yugular. De una tacada entregaron “Accelerator”, “Country Girl” y “Jailbird” . Rock and roll directo, contundente y sin concesiones.  Les siguieron “Burning Wheel”, “Suicide bomb” unas incendiarias “Swastika eyes” –cuyos sintetizadores fueron sustituidos por guitarrazos– y “Shoot speed / kill light”, para cerrar con “Rocks”, primer momento de comunión colectiva, karaoke multitudinario y éxtasis del respetable. Fue el momento en el que se anunció una pausa de 15 minutos, dejándonos con la sensación de haber visto a los mejores teloneros posibles para el mejor concierto de Primal Scream posible.

En un abrir y cerrar de ojos la banda volvió al escenario para retrotraernos a 1991 con los aires sureños de la gloriosa «Movin´ on Up», que volvió a provocar un éxtasis generalizado. Los devaneos con el acid house y la cultura de clubes llegaron de la mano de «Slip Inside This House» y una grandiosa «Don´t Fight It, Feel It», esta vez sin la presencia de Denise Johnson ni corista alguna a las voces, pero con la potencia de un incombustible Gillespie que dejó boquiabierto al respetable.

Alternando el orden del disco original y de la mano de los aires soul de «Damaged”, vino la calma. A partir de entonces vivimos un interludio de densas piezas ambientales, con apoyo de teclados, saxos y samples e iniciamos nuestro particular viaje con la  ayuda de la ensoñadora «Shine Like Stars» y las hipnóticas «I´m Comin´ Down» e «Inner Flight».

Lo mejor estaba por llegar, pues aún les quedaban tres ases en la manga incontestables. Así, «Higher Than the Sun”, comenzó como balada de pop electrónico para terminar por tornarse en una letanía de dub marciano a base de bajos machacantes (soberbio Mani) y bases que quitaban el hipo. “Loaded”, sin duda el momento de la noche, se convirtió en toda una celebración en la que una audiencia enloquecida coreó las trompetas de la canción sorprendiendo al propio grupo, que culminó la pieza con los aullidos de “Sympathy for The Devil” de unos Rolling Stones presentes durante toda la actuación en muchos de los tics de la banda.

«Come Together» puso la guinda a una velada aún más perfecta de lo esperado, con un comienzo festivo y un colofón rockista que castigó los tímpanos de los allí congregados que pocos minutos después salíamos de la sala hacia las frías calles madrileñas con una sonrisa en el rostro y con la sensación de haber asistido a una de esas noches especiales que se recuerdan por mucho tiempo.

«And we wanna get loaded. And we wanna have a good time«.

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