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Rara Avis: La eternidad rescatada de Zolar X

Rara Avis es una sección quincenal en la que nos adentraremos en algunos lanzamientos que, quizá, hayan surgido en los márgenes de lo habitual. No, no vamos a sentar cátedra con ese “disco que no conoces”, porque el objetivo no es caer en lo fácil y arriesgado menospreciando la cultura musical de cada uno dando por hecho que no conoces lo que vas a leer. En estas líneas que publicaremos, queremos ampliar estilos, conocimientos y, por qué no, ablandar el oído para sonidos algo subterráneos, investigar las posibilidades sonoras a través de discos o tocar lo que ahora llaman “distintas geografías”. Esperamos que esta sección te descubra algo nuevo, o desempolve ese sonido que disfrutaste, o, simplemente, alerte tu curiosidad ante los preciados desvaríos y preciosos experimentos que pululan por ahí. Porque, en el fondo, todos somos esa rara avis.

Rara Avis: La eternidad rescatada de Zolar X

Algunos años antes de que Jello Biafra decidiera reeditar su único disco, Zolar X habían sido reivindicados en la biblia del punk californiano que es esa imprescindible historia oral We Got the Neutron Bomb, realizada por Marc Spitz y Brendan Mullen. Puede ser que fueran algo más que una de las muchas formaciones que surgieron a principios de los 1970 y que su extrañeza y forma de concebir su universo musical, a medio camino del protopunk y del glam, fueran determinantes en la incipiente escena angelina del punk de finales de esa misma década.

Sin embargo, el grupo iba más allá, expandiendo su peculiar visión del mundo a otras artes, pero, sobre todo, a una imagen impactante. Fuertemente influidos por la serie B y, principalmente, por la era cósmica, Zolar X tocaban habitualmente con trajes de alienígenas de manufactura casera. Es más, recitaban versos en un idioma propio, creado para tal marcianada desde la absoluta creencia de su necesidad para transmitir, más o menos como una cinta al revés, un mensaje de hermandad entre mundos.

Timeless fue su único larga duración, y les llegó tarde. En 1982, prácticamente ya como homenaje, Pyramid Records les publicó, bajo ese nombre, una colección de maquetas que perpetuarían en vinilo un legado fundamental para cimentar un movimiento que, por entonces, miraba tanto al hardcore como a la nueva ola. Ahí estaba el programa New Wave Theatre para atestiguarlo, y también el cuarteto angelino (o alienígena) que con su orientación glam, el uso de pedales y esa libertad iconográfica aderezaban riffs intensos que no podían más que ser conectados con la vigente manera punk de aporrear la guitarra.

Su paso fugaz por la tierra también fue registrado en numerosos programas de radio de la escena local. Tan vibrante como intensa, el área de Los Ángeles contaba con mil emisoras que destripaban cintas y maquetas por doquier. Y a Zolar X, aunque tarde, también. Ygarr Ygarrist, del que podría decirse que fue el único componente más o menos fijo, y Zory Zenith pasearon el evangelio de una banda que había tocado con Iggy Pop o The New York Dolls y que navegaba entre ese reconocimiento y su propia existencia antes de retornar a su planeta… hasta 2004.

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Ese año, tres después de que su nombre volviera a brillar en las páginas de We Got the Neutron Bomb, Biafra, capo de Alternative Tenctacles y coetáneo con Dead Kennedys de la movida que miraba a Zolar X con tanta extrañeza como reverencia, reeditó su único larga duración, al que sumó algún material nuevo. Esto sirvió como excusa para una fugaz vuelta de la banda, algo demacrada y con la sensible baja de Zory Zenith que, por entonces, cumplía una sentencia de prisión.

Norteamérica pudo ver una reencarnación de lo que podría haber sido un retorno estelar los siguientes dos años, antes de retornar a su planeta. Previo a su retorno cósmico dejarían en plan UMMO en El Batán 500 copias de una nueva recopilación: ZAP! You’re Zolarized (Deliar Spacer Core, 2007) y se llevarían un nuevo reconocimiento. La nave de vuelta no transportaría a Zory Zenith, todavía entre rejas, pero sí un premio LARPY que les reconocía toda una vida de sinsentidos de esos que se tienen que agradecer.

 

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