Suede – Razzmatazz (Barcelona)
El acto más valioso por exclusivo dentro del extenso cartel trazado por la Sala Razzmatazz para celebrar sus diez años de programación, recaía en uno de los escasos conciertos previstos este otoño en Europa por los renacidos Suede. Independientemente de los motivadores del regreso –seguramente la infravalorada carrera de Brett Anderson en solitario haya tenido algo que ver-, el retorno de los británicos ha sido celebrado tanto por nuevas generaciones que podían disfrutar por primera vez del directo de la banda como por veteranos que cumplimos el sueño de reencontrarnos con la formación. Y es en este mismo instante cuando debo reconocer en Suede a mis predilectos contemporáneos, por lo que quizá no deberían contar con la parcialidad como característica imperante en el presente texto.
La amplía espera desde la apertura de puertas hasta la aparición del combo fue acertadamente paliada por el residente DJ Amable, elaborando sin complicaciones un especial Brit-Pop en el que sonaron clásicos de la época como Ocean Colour Scene, Oasis, Manic Street Preachers o The Verve, sin olvidar a Shed Seven, Mansun, Echobelly o The Bluetones hasta llegar a Pulp, Placebo, The Boo Radleys o Radiohead.
A las diez de la noche la formación titular del Coming Up (1996) tomaba el escenario liderada en cuerpo y alma por Brett Anderson, distinguido frontman de descomunal magnetismo del que es imposible despegar la mirada un solo instante. Flequillo sudando frente, misma delgadez que la lucida antaño e intacto carisma ganado a borbotones de actitud. Poco importa que el cantante tenga ahora que forzar para alcanzar niveles vocales otrora usuales, porque cuando extiende los brazos el escenario se llena de pasmosa admiración.
“This Hollywood Life” del inmaculado Dog Man Star (1994) inauguró de forma maravillosa un concierto que continuó sin pausa con “She” y “Filmstar”, antes de alcanzar la celebración masiva con el trío formado por la incorrupta “Animal Nitrate”, “Trash” y una gloriosa “New Generation”. Una preciosa “Pantomime Horse” hizo las veces de oxigeno antes de refrendar que si bien Head Music (1999) no fue un disco del todo acertado, incluía a cambio efectivos sencillos para el directo como “Electricity”, “Everythig Will Flow” y sobre todo la agresiva “Can´t Get Enough”.
Con la emotividad de “By The Sea” como banda sonora, Anderson se unió a los fieles de las primeras filas demostrando una pactada y cercana implicación de ida y vuelta con un público que rinde gustosa pleitesía. La gloriosa cara B “Killing Of A Flashboy” y la belleza cinematográfica de “The Wild Ones” fueron momentos sagrados de una velada apoteósica, conquistada a base de conteneos y una efusividad inmutable a lo largo de clásicos de los 90 como “So Young”, “The Drowners”, la impactante «Metal Mickey» y una festiva «Beautiful Ones» echando el cierre con excesiva premura al grueso de un concierto completado únicamente con el karaoke de “Saturday Night”.
Siete años después de su última visita como parte del Wintercase, Suede sudó escenario junto a los suyos poniendo el auditorio a sus pies. Sin tregua ni prudencias, con la tradicional intensidad mostrada siempre sobre las tablas alejándolos de cualquier sospecha, donde la escasa duración del éxtasis significó la única decepción. Un regreso en plena forma cincelado en apenas hora y media de tonadas acompañadas de griterío en sentida comunión entre banda y público. Como antes. Como siempre.