The Zephyr Bones – Neon Body (La Castanya)
Tras el paseo por las playas del pop con aromas surf que planteaba el delicioso baño de beach-wave que supuso su aclamado debut en largo, Secret Place (La Castanya, 2017), The Zephyr Bones, combo hermanado en su Chile natal que trasladó su amistad a la costa del litoral barcelonés, plantean cuatro años después un salto cualitativo en las formas, enriqueciendo su sonido y llevándolo a terrenos más complejos y ambiciosos, saliendo victoriosos del envite.
Neon Body (La Castanya, 2021) se despliega como un viaje ensoñador bañado en teclados vaporosos, guitarras que tanto beben del maná inagotable de The Cure, y una apuesta definitiva y valiente por terrenos con regusto funky que incitan e invitan al baile, y todo sin dejar de sonar a ellos mismos. Los cuatro años de tránsito les han dado espacio para explorar sin prisa, probando y saboreando nuevas recetas. Lo que antes sería un hermoso atardecer en las playas de El Maresme, ahora se traslada a una noche iluminada por luces de neón, jugando ineludiblemente con su acertado título, que pide desenfreno y ganas de dejarse llevar.
“So High” arranca con ritmos motorik y deja bien a las claras que la contemplación ha dejado paso a la acción. Es una montaña rusa de guitarras vigorosas y teclados robustos que sirve de perfecto colchón para la dulce melodía que va y viene, y que remite inexorablemente a nombres como DIIV o Beach Fossils. Palabras mayores para una de las cumbres de su carrera que sitúa el listón bien alto. Pero lejos de decaer, la escucha crece y crece, empujada en su ágil avance por una secuenciación inteligente con la sucesión triunfal de los cuatro adelantos que precedieron al lanzamiento, y que acaban por apuntalar una primera mitad del álbum de muchos quilates.
“Verneda Lights” plantea un viaje nocturno por carreteras secundarias, con una de las melodías más conseguidas del álbum y que acaba erigiéndose como uno de los momentos álgidos entre tan suculento menú. “No One” aúna percusiones abrasivas con guitarras de aroma retro y teclados casi disco, redondeando un hit sin paliativos, siendo “Afterglow” una hermana gemela sin mucho que envidiar. Impera la sensación de que resuelven desarrollos impredecibles con la soltura de unos veteranos, llevando las canciones a terrenos tan cambiantes como excitantes. “Sparks” baja el tempo sin disminuir la calidad, dibujando líneas hipnóticas que enriquecen el conjunto. El punto fuerte de su maquinaria sonora es su base rítmica, dinámica y adictiva, algo palpable en “Neon Eyes” y su desarrollo final instrumental. “Plastic Freedom” tiene alma de clásico de FM de los ochenta, con alma sintética cristalizada en unos bajos elásticos que enganchan como un chicle de fresa ácida. “Rocksteady” hace honor a su nombre y transita por terrenos más canallas, dejando paso a uno de los rincones más especiales de esta reválida: la tierna y emotiva “Velvet”, medio tiempo evocador con un estribillo en el que acurrucarse. “Celeste V” cierra orgullosa un valioso segundo capítulo de agradecida apuesta por nuevos territorios, que proyecta un futuro brillante para una banda joven cuyo presente no puede resultar más estimulante.