Tomavistas 2024 (La Caja Mágica) Madrid
Finalizó la octava edición de Tomavistas y lo hizo con nota. El festival ha crecido, logrando duplicar el aforo de su pasada edición en el Tierno Galván e inaugurando ubicación en la Caja Mágica. Lo bueno es que lo ha hecho sin renunciar a su identidad, ni teniendo que recurrir a los ganchos habituales que pueblan un alto porcentaje de eventos clónicos a lo largo de toda la geografía. Lo suyo sigue siendo un compensado cartel en el que hay espacio para los artistas consagrados y la nostalgia, pero también para los nombres del momento y para esas bandas emergentes que con el tiempo darán que hablar.
El nuevo recinto tiene buena comunicación, buenos accesos, bastantes barras y una variada oferta de comida. Muchos echarán en falta los árboles, sombras y césped de su ubicación anterior, pero las limitaciones de horarios, aforo y decibelios convierten la Caja Mágica en el lugar ideal para su celebración.
Hemos disfrutado de un muy buen sonido, nos hemos movido por el recinto sin aglomeraciones, y salvo la duración de algún concierto limitada por el hecho de estar en un festival o el cacareo habitual de los que van para hacerse la foto, hemos vivido un genial Tomavistas con varios momentos que ya forman parte de su historia
Viernes 24 de mayo
La Luz inauguraban el escenario ‘Tan de Madrid como el Tomavistas’, en el mismo día en el que llegaba al mercado su nuevo disco, News Of The Universe (Sub Pop, 24). Sobre el trío (a la cita faltó la teclista) recayó la siempre ardua tarea de conectar con unos asistentes todavía inmersos en pleno proceso de adaptación al medio y, de paso, al calor. Un reto que las de Seattle superaron con solvencia en base a un concierto ciertamente agradable, quizá algo falto de pegada (o simplemente de volumen), pero en el que sus canciones de indie-pop de baja fidelidad y regusto a los sesenta –además de cierta querencia garagera y envolvente misticismo– consiguieron un objetivo que no era sencillo.
La suya es una propuesta que, casi con toda seguridad, verá sus virtudes potenciadas al acogedor cobijo acogedor de una pequeña sala, pero el encanto palpable que deriva su presencia sobre un escenario cabe entenderse como regalo adicional que sumar a los grandes nombres que ofertaba el festival en su primera jornada.
Raúl Julián
Los británicos The Reytons tuvieron el honor y el reto de abrir el escenario principal, pasadas las seis y media de la tarde, con un sol abrasador y con un público todavía escaso y algo entumecido. Sin embargo, lograron dar un set vitaminado y digno merecedor de cualquier festival, solo había que ver a la gente saltando en primeras filas y el despliegue energético del frontman Jonny Yerrell, que no paró un solo instante de actuación.
Sin duda, una propuesta musical típicamente “British” que bien hubieran pegado en pasadas ediciones del FIB. Sus discos son algo anodinos, la verdad, aunque su último trabajo; el autoeditado Ballad Of A Bystander, tiene algunos grandes momentos, que despacharon durante su concierto, logrando un directo más que notable.
Fernando del Río
Bodega era uno de los nombres “pequeños” del cartel que más interés suscitaban el viernes, con su espléndido tercer álbum Our Brand Could Be Yr Life (Chrysalis Records Limited, 2024) como valedor de peso. No sólo evitaron defraudar en su versión en directo, sino que potenciaron virtudes y firmaron un concierto sólido, variado y de ritmo acelerado. Un tipo de especificidades ideales para ir entrando definitivamente en materia. Resulta, de paso, que el combo cuenta con esplendorosas canciones (“Tarkovski” es directamente un himno) y de lo más funcionales para este tipo de saraos, aunque sean más afines a la alevosía de la noche. Indie-pop/rock de guitarras y aspecto “clásico”, con un buen puñado distorsiones y punteos, melodías logradas, una miaja de psicodelia y algunos estribillos interpretados con aparente despreocupación… todo apostando por un realismo favorecedor. Influencias como
The Dandy Warhols, The Feelies, los primeros R.E.M., The B-52’s o Talking Heads, mamadas y regurgitadas en beneficio propio con descaro y seguridad. Otros que, como en el caso de La Luz, motivaron las ganas de verlos en sala, en su caso, porque prometen crear un buen cisma. Triunfo total.
Raúl Julián
Hay veces que una deidad baja al mundo terrenal a visitar a los pobres mortales, tal es el caso de J Mascis a los mandos de Dinosaur Jr., que se ha dejado ver por algunos lugares de Madrid, unos días antes de su actuación. Por ejemplo, en los locales de ensayo Pandora’s Vox, donde preparó parte del set que ofrecería luego en el Tomavistas.
Dicho esto, se puede notar que con Joseph Donald Mascis Jr. a este que suscribe no le cabe la objetividad. Cero sorpresas en el concierto de Dinosaur Jr., con un Mascis apostado y sempiterno delante de sus torres y amplificadores Marshall, marca con la que tiene un contrato hace años –nadie es perfecto– y dándonos lo nuestro con sus diferentes guitarras, exceptuando el momento que cambió a las cuatro cuerdas en “Garden”.
Claro que tocaron “Feel the Pain”, “The Wagon”, el cover de “Just Like Heaven, o la grandiosa “Freak Scene”, con la que se fueron despidiendo. Dando y puliendo cera desde 1984 y lo que queda.
Fernando del Río
Los Planetas llegaban a Tomavistas con el ego incrementado por su reciente pico de popularidad. Su película Segundo Premio, a la que J se refirió en varias ocasiones: “Somos los Planetas de verdad, a la imitación esa del cine no le hagáis caso”; junto con el rescate de su debut por su 30 aniversario, hicieron que gran parte de los asistentes del viernes se decantaran por su actuación, en detrimento de los ascendentes Alcalá Norte.
J y un inspiradísimo Florent, con Miguel López al bajo y Roberto Escudero a la batería, nos sacudieron con un concierto enérgico, directo y con muy buen sonido que en momentos como «De viaje», «Qué puedo hacer» o «Si está bien», se convirtió en un karaoke colectivo, mientras que en «Desorden» y «La caja del diablo», la distorsión nos atravesó como en los mejores tiempos. Un primer set con el disco al completo, salvo «Rey Sombra», dio paso a dos bises más, en los que volvieron a reivindicarse: «Aquí seguimos Los Planetas, 30 años después, los auténticos», se acordaron de May Oliver y Paco Rodríguez; rescataron las poco habituales «Manchas solares» y «Prefiero bollitos», y desataron la locura con «Nuevas sensaciones» y una «Mi hermana pequeña» final, con la que remataron un set impecable, volviendo a convertirse en el grupo de nuestra vida al menos durante esa intensa hora.
Manuel Pinazo
Mientras en uno de los escenarios laterales se desarrollaba uno de los conciertos más indiscutiblemente mediáticos del Tomavistas –Los Planetas–, los madrileños Alcalá Norte daban el suyo en el espacio “Tan de Madrid como Tomavistas”.
El caso es que Alcalá Norte, que habían sustituido a Dry Cleaning, congregaron a una nutrida legión de fans entre los que se notaba ampliamente la diferencia de edad entre los planetarios, sangre joven para la maquinaria. Alcalá Norte lo tienen todo para triunfar: buenas canciones, insultante juventud, jeta, frescura y buen sonido.
Canciones como: “La sangre del pobre”, “El rey de los judíos”, o “La calle elfo” fueron coreadas por todos los presentes que –anonadados– asistían a como el grupo repartía bocadillos entre el público. “Supermán” dejó claro el pasado posiblemente jevi de uno de los guitarras, cosa que nunca viene mal para los directos y para la vida en general.
El día que el batería logre callarse entre canción y canción, sus conciertos dejarán de ser una tómbola post-punk y serán de lo mejor en su estilo del panorama nacional, porque tener en sus manos canciones redondas como las anteriormente comentadas y “Westminster”, con la que también pusieron patas arriba el escenario, no aparecen todos los días en el universo musical.
Fernando del Río
Hay dos cosas (más o menos) evidentes en torno a Editors. La primera es que los de Birmingham dieron lo mejor de sí mismos en sus dos primeros discos, The Back Room (Kitchenware, 05) y An End Has A Start (Kitchenware, 07). La segunda señala a que el grupo liderado por Tom Smith es un seguro sobre las tablas y son incapaces de tener una mala noche. Ambas volvieron a manifestarse en el que era el regreso de los británicos a Madrid, con el post-punk de tintes épicos (cada vez más épicos…) del grupo copando una actuación de impecable sonido, en el que los focos principales apuntan casi sin excepción a la presencia del propio Smith.
Un magnífico cantante, de esos reconocibles en extremo (para bien o para mal), que tiende a regodearse en ese protagonismo que asume con cierta teatralidad mientras sus compañeros de formación levantan un sonido incuestionable. Tanto que, juntos, consiguieron levantar hasta la parte del concierto dedicada a composiciones más o menos recientes del tipo de “Sugar”, “Heart Attack” o “Karma Climb”, reservando la parte arrasadora para final.
Fue el resultado de agrupar la versión del hiper radiado “Killer” de Adamski y, sobre todo, una secuencia que enchufó “A Ton Of Love”, “Munich”, “Smokers Outside The Hospital Doors” y “Papillon”, enalteciendo el global de su presencia en el Tomavistas, tras recordar cuán grandes fueron en su momento y dejar un (definitivo) buen sabor de boca.
Raúl Julián
He visto varias veces a Melenas este último año y la experiencia cada vez es mejor. Oihana (guitarra, teclado y voz), Leire (bajo y voz) María (teclado) y Laura (batería) han encontrado en el fantástico Ahora (recuerden, nuestro disco nacional de 2023), un nuevo vehículo de expresión que estamos seguros seguirá sumando aciertos próximamente. Se las ve disfrutar en el escenario, cada vez más compenetradas, lo que revierte en su sonido.
Ese camino emprendido entre el krautrock, el motorik y el ostinato rítmico por obra y gracia de su acertada versión del “Eisbär” de Grauzone, adaptada como “Osa Polar”, les marcó un camino que seguramente las guíe en sus próximos pasos. Nadie discute himnos como «Bang» o «K2», ni deja de moverse ante la efectividad de «1,000 canciones», «Primer tiempo», «Cartel de neón» o «Ciencia ficción».
Manuel Pinazo
Lo que quiera que hiciese Joe Goddard, llámenlo concierto, Dj Set etc. quedó deslucido escénica y musicalmente hablando. No pude evitar acordarme del aquel capítulo de Futurama; “Las cabezas de los presidentes”, al ver a la otra parte de Hot Chip, parapetado detrás de su mesa, completamente solo y sin ayudarse de ningún aporte escénico. No veo este tipo de propuestas para un escenario tan amplio, en un club hubiera sido ideal, no – desde luego – en un espacio abierto como un festival.
Fernando del Río
El dúo francés The Blaze cerraba la jornada del viernes en lo tocante a actuaciones mediáticas y en escenario principal. Los primos Alric se decantaron, como no podía ser de otra manera, por un concierto totalmente visual, no en vano están emparentados profesionalmente con la industria cinematográfica. Comenzando con “Haze”, se metieron a su joven público en el bolsillo desde el primer minuto.
No deja de ser curioso ver la diferencia de edad en los fans de primeras filas entre unos artistas y otros en los grandes festivales, porque convendremos que el Tomavistas ha pasado a ser un gran festival, en lo tocante a números. Así, la media de edad se bajó notablemente con el dúo gabacho.
Continuando con “Heaven”, “Eyes” y “She” e intercalando preciosas proyecciones, dotaron al escenario Tomavistas de un halo fílmico y la inequívoca elegancia del House francés. Si hay que encontrar momentos cumbre en su actuación, no podemos dejar pasar los temas: “Bloom” y “Juvenile”, esta ya casi al final de su set.
Fernando del Río
Mientras tanto, en uno de los escenarios laterales, Paula y Adriana, o lo que es lo mismo: Pipiolas, despedían la noche de luna llena, disparando temas de su primer trabajo; No hay un dios (Elefant 2023) con el desparpajo y frescura que caracterizan a la pareja.
Cuando hay complicidad en una banda se nota y contagia en directo y eso se pudo ver en la actuación de Pipiolas, moviéndose por el escenario en total sintonía con: Phillip (guitarra), Marina (bajo) y Álvaro (batería). Alegra ver nuevas generaciones de artistas que mezclan sin pudor ni vergüenza géneros como el pop, o el noise con el soul, la música de baile o incluso el flamenco.
Fernando del Río
Sábado 25 de mayo
Laetitia Sadier abría la jornada del sábado en uno de los escenarios grandes del festival, con su pop intimista y elegante, aún con poca gente en el recinto, pero con las mismas ganas que si todo estuviera lleno. Se llegó a tiempo de disfrutar de temas como: “New Moon”, “Don’t Forget You’re Mine”, o “Dry Fruit” con la que finalizó su concierto y a dejar constancia de que, al igual que en Stereolab, emplea una gama amplia de instrumentación para presentar canciones en apariencia sencillas, pero con una complejidad a la altura de todo lo que hace.
Fernando del Río
Más de un despistado pasaba por allí cuando Bum Motion Club arrancaron su concierto el sábado a primera hora en Tomavistas, que seguro terminó quedándose a disfrutarlo al completo. Y no es de extrañar, porque el quinteto tiene un directo cada vez más compacto e inspirado.
Un disco como Claridad y laureles, merece que los de Aranjuez sigan sumando adeptos, y apostamos a que así será, si siguen creciéndose de esta manera sobre el escenario. Sus canciones, a medio camino entre el shoegaze y el dreampop, combinan muros de guitarras, con una base rítmica hipnótica. Momentos como «Deprisa, deprisa», «La muerte del mañana», «El Drama» o «Casi un buen día», nos hicieron olvidar los pequeños problemas técnicos del teclado de Alberto Aguilera y disfrutar de un grupo que apostamos, nos dará muchas alegrías.
Manuel Pinazo
El triunfo de Conor J. O’Brien y su banda se veía venir desde el añorado Parque Tierno Galván, con el irlandés luciendo en su haber una carrera impecable que, por si fuera poco, esta temporada ha sumado para la causa a That Golden Time (Domino 24), un trabajo que bien podría entenderse como apogeo creativo de Villagers. Y, a pesar de esa intuición y el escaso margen de error, las expectativas resultaron desbordadas con una actuación finísima y sencillamente impecable, de sensibilidad manifiesta, ejecución vocal estratosférica y palpables consecuencias emocionales.
El quinteto completó uno de los mejores conciertos del Tomavistas y, casi con toda seguridad, el más hermoso y pulcro de todos ellos, apoyado en canciones siempre crecientes en intensidad como “That Golden Time”, “Courage”, “Pieces” o ese grandioso final concretado en “You Lucky One”. Una actuación que cabe entenderse como antítesis de la que cuatro horas después sería catarsis (también arrasadora) protagonizada por unos The Jesus & Mary Chain desatados. Preferencias antagónicas, las de unos y otros, pero con idénticos resultados cuando de consecuencias se trata: el espectador desmontado y feliz.
Raúl Julián
Derby Motoreta’s Burrito Kachimba no podía hacer otra cosa que dar un magnífico concierto y reafirmarse en condición de gran banda en directo. Todos y cada uno de ellos tienen madera de escenario, comenzando por su frontman; Dandy Piranha, que ya desde el principio hizo de las suyas, llevando la actuación a cotas muy altas.
Comenzaron adecuadamente con “El valle”, para seguir con otros dos hits de su repertorio; “La fuente” y “Ef Laló”, desplegando en esta todo su potencial flamenco y sureño. Con las “Leyes de la frontera” pusieron a cantar y bailar a todos los que estaban pendientes de su concierto y a los despistados que pasaban, no en vano es la canción que ha terminado por darlos a conocer ante un gran público.
Actuación de diez tan solo ensombrecida por un pequeño incidente protagonizado por el propio Dandy, al quitar este un móvil de las manos de un espectador y lanzarlo al suelo, cuando se percató que le estaba grabando. La dantesca escena se produjo al final de la actuación cuando el frontman bajó del escenario confraternizar con los presentes. De justos es reconocer que posteriormente se disculpó con el chaval, con el que terminó dándose un abrazo.
Fernando del Río
Otra artista que llegaba al festival en su mejor momento era Alynda Segarra al frente de sus Hurray For The Riff Raff, con la intención de defender con orgullo un disco de por sí esplendoroso como es The Past Is Still Alive (Nonesuch Records, 24). El traslado de canciones como “Alibi”, esa barbaridad llamada “Buffalo”, “Vetiver”, “Dynamo” o “Hawkmoon” al directo resultó ser igualmente satisfactorio, con el grupo sonando empacado, potente en su justa medida (sin llegar a perjudicar al mensaje inherente a canciones con alma y sentido), y el peso específico de cada pieza sumando en beneficio del resultado global.
Una actuación coherente y equilibrada, diseñada en base a la mixtura que surge de juntar en la misma marmita country, americana, folk e indie-pop y que, en manos de la del Bronx, parece evolucionar en positivo a cada nueva entrega. Ya se sabía, en realidad, pero lo cierto es que, a su más que atractivo paso por la segunda jornada del Tomavistas, Alynda Segarra y Hurray For The Riff Raff reconfirmaron –sobre ese fondo desértico que pueden llegar a insinuar sus composiciones– la actual posición ventajosa (compartida con Big Thief) que ostentan dentro de esa liga en la que juegan específicamente.
Raúl Julián
Se me ocurren pocos grupos más divertidos que Belle & Sebastian en directo. Su concierto en Tomavistas fue toda una celebración llena de guiños, recuerdos y buenas canciones pop. Un recorrido por treinta años de historia que ha corrido en paralelo a nuestra propia vida. La entrañable familiaridad con la que se desenvuelve Stuart Murdoch sobre el escenario, hizo que sus fans de toda la vida disfrutaran de una breve, pero estupenda actuación.
Venían a presentar su reciente dupla, A Bit of Previous (2022) y Late Developers (2023) por la que pasaron de puntillas, de hecho tan solo sonó el pop psicodélico de «So in the Moment» con Stevie Jackson a las voces del más reciente de ellos. El resto, como decimos, fue toda una celebración que se abrió con «Nobody’s Empire» para enseguida hacernos bailar con «Another Sunny Day». Cuando tocan en España juegan en casa, por eso el rescate de esa joya de If You’re Feeling Sinister (1997) «Get Me Away From Here, I’m Dying», tuvo la acogida que tuvo.
El disco más visitado fue el festivo Dear Catastrophe Waitress (2003) con las infalibles «Step Into My Office, Baby», «If She Wants Me» y una «Piazza, New York Catcher» con Stuart haciendo equilibrios sobre una barra lateral con la ayuda del público. No faltó la fiesta de «The Boy With the Arab Strap» con el escenario inundado de fans y una bonita «Sleep the Clock Around» cerró su set dejándonos con una sonrisa en el rostro.
Manuel Pinazo
Los Estanques tienen a estas alturas poco que demostrar, con cinco discos de estudio –incluyendo el reciente Uve (Sonido Muchacho, 24)–, a los que sumar aquella referencia compartida con Anni B Sweet. Menos aún sobre un escenario, hábitat en el que llevan ya tiempo resonando imponentes. La propia banda liderada por Iñigo Bregel lo sabe, y esa seguridad y solvencia resultó palpable a su paso por el escenario ‘Tan de Madrid como el Tomavistas’. Su indie-pop cargado de surrealismo, psicodelia, rock progresivo y ese aspecto grandilocuente de ópera rock envolviéndolo todo (con el espíritu de Zappa bien visible en la solapa) sigue siendo una garantía.
Un valor seguro, por tanto, a sabiendas de que el asunto prenderá al primer contacto del cuarteto con las tablas. Los Estanques son una apisonadora sonora que, a su paso por esta nueva edición del Tomavistas, despacharon con aparente facilidad piezas como “Mr. Clack”, “Efeméride”, “No hay vuelta atrás” o ese éxito descarado que es “Soy español, pero tengo un Kebab”. No puede decirse que la banda afincada en Madrid sea capaz de despachar demasiadas sorpresas, pero no es menos cierto que, al menos a día de hoy, sus conciertos siguen funcionando.
Raúl Julián
No deja de sorprender la profesionalidad de una banda de larga trayectoria como The Jesus and Mary Chain. Quienes por edad les pudimos disfrutar en directo a principios de los 90, asistimos a conciertos irregulares y demasiado intoxicados que han quedado en nuestra memoria como hecho casi mitológico que recordar. Los hermanos Reid de 2024 tienen más de sesenta años, sí, pero están sobrios, tienen una banda que funciona como un reloj desde hace más de una década y suenan mejor que nunca.
Podría decirse que es un grupo que vive de las rentas (como alguno de sus coetáneos) tirando de sus temas más populares y apoyados de un grupo de mercenarios con el que realzar su sonido, pero no. Ellos quisieron aprovechar la segunda oportunidad que les dio la industria tras una reunión millonaria para actuar en Coachella y han cumplido con creces. He podido verles varias veces en los últimos años y la de Tomavistas fue la mejor. Vinieron con un repertorio que viajaba por prácticamente todas sus etapas, con sus temas más esperados («Happy When It Rains», «Head On», «Sidewalking», «Blues From a Gun»…), pero también rescatando singles menos habituales como «Some Candy Talking», llevándonos a Psychocandy (1985) con el sorprendente rescate de «In a Hole» o la melódica «Taste of Cindy».
Las recientes canciones de Glasgow Eyes, «Jamcod», «Chemical Animal», «Venal Joy» o «Girl 71» con la compañía de Rachel Conte, pareja de Jim Reid, encajaron con absoluta naturalidad; mientras «Just Like Honey» y «Darklands» sacaron su lado más nocturno y evocador. Una alargada y ruidosa «Reverence» con la pantalla escupiendo imágenes del imaginario de The Jesus and Mary Chain y referencias a héroes como The Velvet Underground, The Cramps o Kraftwerk, terminó de epatar a un personal que quería morir como Jesucristo, JFK o como quien hiciera falta. Grandiosos.
Manuel Pinazo
Cristian Quirante, conocido artísticamente como Alizzz, fue de los que más gente logró congregar en el espacio perteneciente al escenario Vibra, reafirmando su condición de mago del marketing musical y la producción. Y es que te puede gustar o no, pero su capacidad para convertir hits todo lo que toca es innegable.
Alizzz desplegó todas sus armas de baile, como no podía ser de otra manera, dotando a algunas canciones de más punch guitarrero en directo, como por ejemplo en: “Mirando al techo”, o “Carretera perdida”.
Fernando del Río
Prácticamente al mismo tiempo se desarrollaba una de las propuestas más efervescentes de las que hemos visto en este Tomavistas, sin llegar ni de lejos –desgraciadamente– a la convocatoria de público que se merecía. La británica Georgia, armada de baterías electrónicas, samplers, sintetizadores y su poderosa voz, puso a bailar a todo el que se atrevió a visitar el escenario que ocupaba.
Está presentando su tercer trabajo; Euphoric (Domino Recordings 2023), del que pudimos disfrutar, entre otras, la que da título al disco, “Some Things You’ll Never Know”, o “All Night”, combinadas con otras de su anterior trabajo, como por ejemplo el super hit “Started Out”. Synth pop elegante y trazos de House hedonista, hábilmente combinados, junto a su arrolladora presencia escénica y una contagiable sonrisa, completaron a una de las sorpresas de este Tomavistas.
Fernando del Río
Los franceses Phoenix eran otra de las estrellas mediáticas de esta edición y así se dejó ver en el escenario principal, como última actuación y con multitud de fans coreando sus hits en primeras filas. Los de Thomas Mars no dejaron lugar a la duda, ni a los experimentos y su comienzo de actuación fue una declaración de intenciones, a la vez que un ejercicio de nostalgia. Decantarse al principio de set con “Lisztomania”, “Entertainment” y “Lasso”, las tres del álbum Wolfgang Amadeus Phoenix que lanzó a la fama a la banda allá por el 2009, no podía significar otra cosa que Phoenix venían dispuestos a reencontrarse con sus fans españoles, después de su última visita, hace siete años.
Aunque la sola presencia de Thomas Mars y el batería sueco Thomas Hedlund, último miembro en unirse a la banda y en formaciones de post metal y black, hubieran valido para dar el espectáculo, Phoenix se apoyaron en una producción visual en directo envidiable y plagada de recursos para hacer de su concierto uno de los más potentes del festival. Tejieron un escenario dentro del escenario, sobre el que se proyectaban visuales e iluminaciones muy cuidadas, logrando una total comunión con su público.
Andan sobrados de hits lógicamente conocidos por los presentes, como por ejemplo “Ti amo”, moviéndose entre lo hortera y el synthpop, o “After Midnight”, una de las pocas que sacaron a pasear de su último trabajo, antes de regresar a un lugar más seguro, tanto para ellos como para los fans, es decir; otra batería de canciones del mencionado Wolfgang Amadeus Phoenix.
Concierto perfecto en lo musical, repleto de épica y guiños para sus conocedores, ideal para un festival, sin embargo, ellos mismos reconocieron no confiar en sus últimas grabaciones, tirando de nostalgia sin ningún tipo de reparo.
Fernando del Río
Fotos Tomavistas 2024: Fernando del Río