Toundra + Lehnmotiv – Sala Matisse (Valencia)
El cielo de Valencia descargaba con fuerza la misma noche en la que Toundra iba a descargar su rock sobre un puñado de elegidos. Antes de que lo hicieran, dejaron lo suyo también los voluntariosos Lehnmotiv que ya talonearon a Nothink hace unos meses en la misma Sala Matisse. Cerca de doscientas personas recibieron, cada una como buenamente pudo, los 101 decibelios del gigántico rock de Toundra.
Lejos del enfoque del experto en (post-) rock (instrumental), donde mi compañero Raúl del Olmo se mueve con mucha más soltura, servidor se limitó a abrir los brazos de la conciencia para recibir las toneladas de rock que atesora este cuarteto. Era como ver a Godzilla pasearse por el centro de Manhattan. Superado por las circunstancias, sólo pude rendirme al poderío de los madrileños, que concentran en su batería todo el efectismo que se ahorran los encargados de las cuerdas. Pocas veces llamar a alguien “el batería” tiene un sentido tan estricto: este tío es la batería en sí mismo. Un espectáculo.
Presentaban su segundo disco, el aclamado II (Aloud Music, 2010), uno de los trabajos del año pasado. Engancharon desde el primer minuto con un rock contundente y estilista, aplastante pero lleno de matices. Las primeras filas lo vibraron, y también el resto de la sala; no se registraban tantas inclinaciones de cuello desde la última cena de navidad de Sony. Esos movimientos semi-convulsivos, mezcla de reverencia y búsqueda de algo en el suelo, eran los latigazos de Toundra. Servidor tampoco se libró.
El concierto estuvo lleno de pasajes que me recordaron a mis incursiones en terreno ajeno: Viaje a 800, Isis y, sobre todo, TOOL. Impecables en la ejecución, y con una acústica que permitió tomar conciencia de las dimensiones reales de Toundra, el concierto dejó satisfechos a todos.
Cuando sonríen a uno y otro lado del escenario es que la noche ha sido redonda.