Twin Peaks – Music from the limited event series (Warner Music)
La tercera temporada de Twin Peaks ha sido recibida como agua de mayo por los fans de David Lynch. Aquellos que sentimos como algo indispensable su universo cautivador e intransferible deseábamos profundamente volvernos a adentrar de su mano en los bosques de esa perturbadora y, a la vez, aparentemente tranquila población perdida en nuestro imaginario ventricular.
Y el resultado no ha podido ser mejor si hablamos en términos de valentía artística. Lejos de haber enfocado este regreso desde una perspectiva ensoñadora, delicada, elegante, sutil y nostálgica, todo ello relativo a elementos que nos conquistaron en la serie original, Lynch ha optado por hacer aquello que le ha dado la real gana, es decir, evitar comparaciones con la insuperable primera etapa que hubieran afectado a la percepción y a la valoración de resultado final de haber seguido ese cauce, enfilando sin atisbo de duda y pulso firme su vertiente más extrema, arisca, exigente y radical, aquella que comenzó con Lost Highway y culminó con la excelencia de Inland Empire, quizá el mayor acercamiento que ha conseguido nunca el director a su ideal de película.
Centrándonos en lo musical, por no hablar en general del sonido, el cineasta norteamericano ha demostrado desde el minuto uno de su carrera la enorme importancia y trascendencia que tiene en su metraje este elemento. Con la elección de temas para la tercera temporada de Twin Peaks no iba a ser menos, y lejos de ello, ha conseguido la máxima excelencia en dicha selección, integrando, además, la banda sonora en la serie a través de actuaciones que surgen al final de casi todos los episodios sobre el escenario del Road House, ese club de inevitable encanto para todos los peakers del mundo.
Por tanto, indispensable se me antoja la compilación de veinte canciones incluidas en el álbum que nos ocupa, interpretadas en muchos casos por los artistas más importantes de los últimos años en materia creativa (Lynch siempre demuestra estar despierto y al tanto de aquello que se cuece y merece la pena en cualquier ámbito artístico).
Así, desde la inmortal intro editada con el tema principal de Twin Peaks a cargo del genio Angelo Badalamenti, en este recorrido nocturno nos vamos a encontrar la querencia actual de Lynch por la escena synthwave a través de la preciosa y desde ya inolvidable “Shadow” de Chromatics, pasando por el arte de una de las féminas más necesarias de la escena cantautoril norteamericana de los últimos años, me refiero a la candorosa voz y el encanto de Sharon Van Etten con “Tarifa”, o por la arrastrada, obsesiva y aterradora “She’s gone away” de unos revitalizados Nine Inch Nails, diabólicos y peligrosos como antaño –mención especial para la formidable manera en que Lynch integra su actuación en el capítulo octavo de la temporada, episodio que ningún ser humano sobre La Tierra podrá olvidar después de verlo).
Más allá de estos temas, subrayar la conmovedora aportación de una crepuscular Rebekah del Río, a la cual muchos recordarán por su interpretación del “Cryin’” de Roy Orbison en castellano recogida en la magna Mulholland Drive y que aquí con “No Stars” nos pone al borde de las lágrimas con esa nostalgia tan honda e invasiva que todo el universo Lynch nos transmite sin apenas esfuerzo. También mencionar la inclusión de oldies tan seductores y bien intercalados en el desarrollo de la serie como “My prayer” de The Platters y, especialmente, “I’ve been loving you too long” de Otis Redding en una escena sentimental maravillosa que obviamente no les spoilearé a ustedes por si alguno no la ha visto.
Para terminar, curiosa y agradecida las inclusión del cada vez más añejo y serenado Eddie Vedder de Pearl Jam con “Out of sand” y el cierre con la reina absoluta de todo este carrusel como no podía ser de otra forma: Julee Cruise que con “The world spins” nos hace recordar una vez más el porqué de tanta melancolía infinita de tiempos, espacios y estares que no son pasado, sino eterno retorno.
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