Discos

U2 – Songs Of Innocence (Island Records)

Cuando en las décadas de los 80 y 90s U2 lanzaba un álbum, se paraba el mundo. La banda más grande del planeta por aquel entonces no solo bramaba épica y arrasaba por donde pasaba, sino que supo evolucionar de unos sudorosos embajadores del rock, a unas cínicas megaestrellas en constante progresión estilística y comercial, haciéndolo con grandes resultados, por cierto.

Pero eso que se llama madurez y vuelta a los orígenes mostrada en la última década y sus tres recientes álbumes a cuál menos vendedor y trascendente, les sumió en una invisibilidad inédita hasta entonces. Con Coldplay, The Killers y Arcade Fire adelantándoles por la derecha y arrebatándoles su silla en el trono de las bandas de estadio y tan solo manteniendo el tipo en sus interminables y millonarias giras, Bono y los suyos conscientes de quizá tener su última bala en la recámara, deciden el salto sin red bien entrados los cincuenta.

Para ello, prescinden de la habitual nómina de productores que tan buen resultado les había dado en su carrera (Brian Eno, Daniel Lanois, Steve Lillywhite) y recurren al gran Danger Mouse ¿en serio? ¿Después del error que fue contar con Howie B para Pop (1997)? «Los experimentos con gaseosa» debieron pensar, y posteriormente, tras escuchas y escuchas, cambios en las canciones, grabaciones, retrasos, vueltas y más vueltas por si las moscas, suman a dos caballos ganadores más, Paul Epworth (Adele) y Ryan Tedder (Beyoncé), acompañados en las mezclas de Declan Gaffney y el incontestable Flood.

Finalmente, cinco años después de No Line On The Horizon y tras los insulsos avances de «Ordinary Love» (Globo de Oro y nominación a los Oscars) en 2013 e «Invisible» a principios de año, canción benéfica que recaudara 2,2 millones de dólares con sus descargas, deciden recurrir al marketing más agresivo para sorprender al mundo con su nuevo trabajo. ¿De qué forma? Aliándose con Apple, la empresa más poderosa del universo y «colocando» de manera invasiva y muy criticada su disco en 500 millones de ordenadores de todo el mundo, así, sin pedir si quiera a la gente que se lo bajara o se registrara para conseguirlo. ¿Quieres tener lo nuevo de U2? Abre tu iTunes y ahí lo tienes, esperándote en tu biblioteca. Jugada maestra, señores. Los irlandeses no hubieran conseguido nunca ese impacto ante unos fans cada vez menos interesados en su música cuando la manera de consumirla hoy en día es tan diferente a la de sus épocas gloriosas. Desconocemos el montante de la operación (se habla de cerca de 100 millones de dólares), pero el éxito está garantizado, al menos en eso que llaman notoriedad. El próximo 13 de octubre se edita de manera física con algún que otro extra, cuando comprobaremos si lo refrendan con buenas ventas como esperan o si por el contrario, les sale el tiro por la culata.

Y lo que realmente nos ocupa… ¿Qué nos encontramos en Songs Of Innocence? Pues el intento del cuarteto en recuperar su credibilidad a través de la colección de canciones más directas que han grabado en mucho tiempo. Once temas en los que se muestran menos recargados, quizá liberados de la presión de antaño al ser conscientes de su menor capacidad para epatar al personal. Inspirados, dicen, en la música de los 70, algunos iconos del rock (Ramones, Bowie, The Clash), los atentados en Irlanda o la propia madre del vocalista.

En su nueva referencia pasan de mostrarse nostálgicos aunque sin pegada en el tema que lo abre «The Miracle (of Joey Ramone)» un guiño al siempre recordado Jeffrey Hyman, a remitir a «With Or Without you» en «Every Breaking Wave», pero solo en su tramo inicial, luego crece y toma su propia identidad de manera solvente. «California (There Is No End to Love)», un homenaje a The Beach Boys con inicio desconcertante que deconstruye «Barbara Ann» ¿para qué? Quién sabe… a pesar de ello, su estribillo cumple. «Song for Someone» hará las delicias de sus seguidores más fieles, porque es su mejor balada desde «Stay Far Away (So Close)» y qué decir de  «Iris (Hold Me Close)» y «Sleep Like a Baby Tonight», dos grandísimas canciones que demuestran que el que tuvo retuvo. Desde las guitarras cristalinas de The Edge a los falsetes de Bono o la mano maestra de Danger Mouse, que hacen que solo por estos dos momentos el disco ya merezca una escucha con atención y sin prejuicios.

La algo más rockera «Raised by Wolves» remite a tiempos pasados sin tirar cohetes, mientras «Volcano» (gran línea de bajo) y «Cedarwood Road» son un quiero y no puedo mostrarme contundente y espontáneo, quedando más cerca de sus trabajos más recientes que de otra cosa. Con «This Is Where You Can Reach Me» recuerdan a los últimos The Black Keys en otro tema resultón y cierran el conjunto con «The Troubles», en la que les acompaña Likke Li en una intimista pieza que termina por dejarnos con un mejor sabor de boca de lo que esperábamos a estas alturas de la película.

¿Y esto hará que vuelvan a ser la banda más grande y admirada? No, pero al menos podrán estar tranquilos de haber entregado una digna colección de canciones.

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