(Smog) – Supper (Drag City)
Fiel a su cita (más o menos) anual, Bill Callahan, o sea, Smog, o sea, (Smog), entrega un nuevo trabajo que sigue la prolífica senda que lleva recorriendo desde hace más de una década, en la cual puede presumir de haber publicado al menos dos obras maestras: el emocionante Wild Love (95) –y que incluía una de las mejores canciones de la América de los 90: la superlativa “Bathysphere”- y Dongs Of Sevotion (00), lujoso discazo repleto de la tensión habitual en las composiciones de Callahan.
Supper no es una obra maestra, pero en determinados momentos se acerca hasta rozarla. Despojado definitivamente de las livianas ataduras que le ligaban a Jim O’Rourke, cuyo rastro era ya casi imperceptible en su anterior Rain On Lens (01), Callahan se muestra en este disco tan frágil como siempre, pero quizá más tranquilo y maduro. Ese asentamiento se concreta en el disco en una sencillez deslumbrante, en una desnudez dirigida a mostrar explícitamente la complejidad sentimental del universo Smog, con o sin paréntesis. En apenas nueve temas de inspiración tradicional (quizá sea el disco de Callahan más sesgado hacia el folk y el country) vuelve a cantar a la soledad, a las rupturas, a la inestabilidad como forma de vida.
Instrumentalmente, este Supper se basa en las guitarras de todo tipo (más algún que otro banjo por ahí), ritmos tenues y las voces de Callahan y el descubrimiento del disco: Sarabeth Tucek, que recoge el testigo de la gran Cindy Dall y la menos grande Jessica Billey, entre otras, y que ofrece un recital de exquisita delicadeza en “Feather By Feather”. Esa compenetración entre los dos ofrece los mejores momentos del disco, pero no logra salvar el único borrón del mismo: “Truth Serum”, casi ocho minutos de un tema que no termina de arrancar y que mantiene una continuidad que le hace perder todo interés, convirtiéndolo en una pieza bastante aburrida a pesar de su prometedor comienzo y las dulces réplicas de Tucek al recitado de Callahan.
Los demás temas se mantienen en un envidiable nivel, a ratos vigoroso (“Morality”, o la genial “Ambition”) pero generalmente más plácidos, como refleja la maravillosa “Our Anniversary”. O bien, combinando ambos aspectos, con la habilidad que muestra en “Butterflies Drowned In Wine” (¿tres canciones en una o una canción en tres partes?). Y en todos ellos, ese aura fatalista que impregna los temas y la filosofía de (Smog), aunque en menor medida que en discos precedentes, y que en ocasiones produce una especie de letanía angustiosa (“Driving”). Y, como remache, “A guiding light”, una preciosa canción de una serenidad abrumadora, demostrando que cuando se tiene algo que decir, los adornos pueden distorsionar el mensaje.
Supper es un muy buen disco, que encaja a la perfección con los desolados paisajes del alma de Callahan y que difícilmente le hará ganar nuevos oyentes, pero que no defraudará a sus incondicionales. No se le puede negar su coherencia y su honestidad: (Smog) es lo que es, y punto. Pero, en lo que hace, es de lo mejor del actual panorama norteamericano. Un trabajo absolutamente recomendable.