Turin Brakes – JackInaBox (Virgin)
Afirmar que el tan aclamado en su tiempo NAM (New Acoustic Movement) ha muerto resultaría terriblemente excesivo, pero es inevitable no plantearnos al darle una primera escucha a este álbum, el tercero en la carrera de estos jóvenes londinenses amparados bajo el nombre de Turin Brakes, que el estilo a estas alturas poco mas tiene que ofrecer. Nos encontramos, eso no cabe lugar a discusión ninguna, ante un disco agradable, sutil, delicado y sencillamente melódico, interpretado con una asombrosa sensibilidad y fuerza, impulsada en gran parte por la personal y trabajada voz de Olly Knights, vocalista de la banda, obra sin lugar a dudas de sus años de iglesias y corales, que poco tienen que ver ya con ese folk urbano que promulgan, exceptuando esas claras y luminosas líneas vocales que les aleja a grandes pasos de ser parte de ese gran grupo de artistas tan prolíficos como parecidos entre si y les dota de una personalidad propia y de un estilo claramente reconocible.
Evidentemente influenciados por el mejor Neil Young, se balancean entre la más sincera y latente inseguridad (cabe destacar que esta es la primera ocasión en la que toman plenamente las riendas de su sonido) y la premeditada intención de crear himnos pegadizos que resuenen durante días en nuestra cabeza, siempre sin perder el eco lejano al mas puro sonido Nashville del que hoy por hoy es imposible separarles. Si a esta acertada y correcta adaptación la pasamos por el filtro británico el resultado no es otro que JackInaBox, doce canciones suaves, de pop melódico y guitarras acústicas que nos encadenan y llevan de un tema a otro del álbum sin que lleguemos a ser conscientes de ello, con una producción cuidada y natural a partes iguales.Un disco que gana en las distancias cortas, con muy buenas canciones y posibles singles impregnados de un gran lirismo pero que en su conjunto flojea, llegando a hacerse repetitivo en exceso por la similitud de sus temas y su falta total de pretensiones. En ocasiones, esta es buen ejemplo, la excesiva inocencia no es una virtud.