Discos

Grinderman – Grinderman (Mute)

Nick Cave, es para gozo de sus incondicionales, un artista dotado de una prolífica actividad creativa. No sólo es capaz de ofrecernos en muchas ocasiones un álbum por temporada, sino que enlaza con facilidad interesantes proyectos y va presentándolos sin que casi hayamos tenido tiempo de digerir y saborear el anterior. Así, pasa de entregar un disco doble como Abbaitor Blues/ The Lyre Of Orpheus, a en pocos meses regalarnos una triple recopilación de caras B y rarezas o firmar el guión y la música del western The Proposition, para poco más tarde, lanzar a la luz su nuevo proyecto, estos Grinderman que nos ocupan; anunciando antes, eso sí, que está a punto de empezar a grabar nuevo material con los Bad Seeds.

Centrándonos en Grinderman, diremos que los propios protagonistas no se cansan de repetir que no estamos ante una versión reducida de la “banda madre” porque incluya al líder y a otros tres miembros de la misma, sino que es algo más, algo distinto. Son cuatro músicos que han unido sus fuerzas para crear un trabajo en el que abandonan el lirismo al que nos tienen acostumbrados y firman once canciones espontáneas, menos recargadas, más contundentes y directas, pero hechas al fin y al cabo con los mismos mimbres. Para entendernos, diremos que el lado salvaje que suele estar presente en un par de temas de cada disco de los australianos, aquí nos lo encontramos en la práctica mayoría. Son canciones oscuras, incómodas, en las que se pasa del sosiego a la furia como si de una montaña rusa se tratara. Incontables momentos de rabia contenida que nos sitúan al borde del precipicio y con una extraña sensación de que algo está a punto de explotar.

Al fin y al cabo un disco de rock n’ roll que toma como referencia a los clásicos malditos, al blues de taberna, y porqué no decirlo, a la propia trayectoria de estos cuatro personajes. En él tenemos desde piezas que van directas al estómago (“Get It On”, “No Pussy Blues”), a momentos de una densidad hipnótica (“Electric Alice”, “Grinderman”, “When My Love Comes Down”) o de una contundencia contagiosa (“Depth Charge Ethel”, “Honey Bee (Let’s Fly To Mars)”); en los que parece que existe un resquicio para volverse reflexivos (“I Don’t Need You (To Set Me Free)”) o hasta románticos (“Man In The Moon”), para regresar de inmediato con un festival de distorsiones en la gloriosa “Love Bomb” que lo cierra.

Brutales, demoledores.

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