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Flamaradas – Flamaradas (El Genio Equivocado)

Eso del folk y sus muchas derivaciones merece ser explorado, e incluso desvirtuado, acorde con la visión personal y el bagaje artístico de cada músico que decida esgrimirlo como base creativa. En el caso de Daniel Magallón, un catalán que ya ha demostrado estar sobradamente preparado para dichos menesteres, cobra nueva dimensión y color en su particular interpretación del género a través de los tres discos publicados hasta la fecha. En el más reciente, de título homónimo, sugiere que su concepción de la música folclórica abarca diferentes épocas y posturas. Seguramente se trate de su aventura discográfica más abierta y redonda, a lo cual contribuye sobremanera la austera y eficaz producción de otros miembros del movimiento como Cristian Pallejà y Ferrán Resines.

En un universo más propio de un cantautor arrabalero, más calmado y entregado a la causa, que de una voz inquieta y arriesgada, se ubica en algún extraño lugar entre los bandazos de la americana tradicional y la expresividad del folclore del sur de España, y de esa forma queda emparentado en “El día en que vuelan las alúas”, el lado menos cercano que encuentra su equivalente en “Agitando los brazos”, mucho más asequible. Se da a la labor de rescatar un estándar como “Juramento”, fantástica pieza perdida en el catálogo del Trío Matamoros, e interpreta el romanticismo a su manera –algo pretenciosa, todo hay que decirlo- en la letra de “La luna llena y el vendaval”. Por si escuchándola a alguien le asalta la duda de si el autor ha escuchado a Tom Waits, que salte a “La Vía Láctea descansa” y compruebe que sí, que estaba en lo cierto. Lo mismo que quien piense que en Flamaradas hay incluso algo de jota y de tango, cosa que no extrañaría al escuchar “El puente” o “Cerca de aquí”, esta última más pegada a la frontera y bañada por el toque personal de un músico que otras veces, como en “Regreso a los animales”, vuelve sobre sus pasos y define a la perfección su forma única de entender el oficio.

Flamaradas bebe tanto de la psicodelia de guitarra de palo como del post-punk y la tradición latina, en una maniobra de equilibrio bastante inaudita y difícil de encontrar entre las nuevas generaciones. Una rara avis que suena igual de espontánea que la primera vez y que amenaza con seguir su propio e intransferible camino. Afortunadamente.

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