Azkena Rock Festival (Mendizabala) Vitoria 22/23 de junio
1, 2, 3… 22 de junio ¡Empieza el Azkena Rock! Vitoria acogió durante dos días una marea de parroquianos del rock. En su decimo séptima edición compartieron escenario grupos como Mott the hoople o Van Morrison, las dos caras de la moneda bailando ante la presencia de miles de personas, garantizando la pluralidad de estilos dentro de la estética rock del propio festi.
Las buenas condiciones del camping llaman a su búsqueda, con un precio más que asequible. El lugar perfecto para aquellas personas que pretendan disfrutar de la propia dualidad del Azkena, entre el énfasis de la pasión desprendida por este género musical, así como la tranquilidad que habita en las esquinas del camping, ubicándose a menos de diez minutos de los conciertos.
Un parking convertido en una pequeña ciudad del rock con puntos de restauración, entretenimiento y música en directo para confirmar como cada uno de los individuos no ha pagado en vano. Se echo de menos la paridad dentro del cartel, apostando por el progreso social.
Dentro del recinto han hecho gritar a sus instrumentos los más de treinta componentes del cartel, divididos en diferentes escenarios ubicados a pocos metros cada uno del otro, lo que facilita disfrutar de gran parte de los artistas a excepción de aquellos que se solapaban junto a los escenarios Love o Trashville, la parte más garage, donde han tenido la oportunidad de dar espectáculo aquellas bandas de menor calibre, pero siempre surgiendo nuevos descubrimientos como The Allnigthers, dando un golpe en la mesa a modo de Soul y R&B. Hombre lobo internacional, quien dio un espectáculo mayúsculo en la parte más macarra, sorprendió por su antifaz de showman así como sus ritmos garageros. Brutal descubrimiento. Apareció en Trashville, la zona más oscura pero más cargada de baila, donde la locura florecía en cada rincón.
El festival caminaba alrededor de unos pilares fundamentales como son dos de las figuras referentes del panorama musical. Sus nombres son Van Morrison y la ya conocida Joan Jett, quien decoraba con su tema principal los vasos del festival. El primero en cuestión deambuló por el escenario con la estética de un gánster con más chulería que un madrileño. Decir que fue un mal concierto no es plato de buen gusto ni una crónica adecuada para un artista de tal calibre. Acompañado por una banda que cubrió cada vertebra de su espalda, el genio irlandés nos brindó un recital de jazz que escapó del contexto. En ningún momento introdujo al público en su bolsillo, dejando volar la oportunidad en el último instante con su ya conocido tema “Brown Eyed Girl”, aumentando así una adrenalina que poco permaneció. Quizá no fue el Azkena el lugar adecuado para disfrutar de la genialidad del viejo Morrison.
Joan Jett, con su aspecto macarra y desaliñado, jugó un partido fácil donde mezcló sus mejores clásicos con canciones más actuales. Aunque ha sido quizá por la influencia de los medios, sus temas han acabado pidiendo un ticket en la cuneta a causa de la monotonía, siendo este el problema de los grandes grupos que conquistaron la historia en su época. De todas formas, siempre fue un honor disfrutar de su presencia.
Azkena 2018 no ha sido el mejor menú para las grandes cabezas del cartel. Grupos pequeños que han ido ganando peso en este último siglo afianzaron un hueco en las grandes salas de los diferentes países. Fue el caso The Soul Jacket, ul grupo gallego de rock sureño a quien se le otorgó el placer de abrir el festival, o The Sheepdogs, con un estética cowboy que cerró bocas al igual que las abrió con un rock setentero con influencias de grupos como The Doors. Este último proporcionó un espectáculo musical digno de admirar por todo amante del arte. Doblando guitarras al estilo The Allman Brothers Band. He de destacar “Nobody”. Tema de directo y gafas de sol.
Estos grupos, al igual que Mott the hoople, el grupo por excelencia de Bowie, llegaron al Vitoria para hacer buen rock, a diferencia de bandas como Turbonegro. La diferencia reside en hacer música para todos los instrumentos, donde todos ganan su peso y donde todos resaltan por su sencillez técnica, pero a la par que magistral los diferentes arreglos, los breaks así como los silencios aportan a la canción un grano de arena que forman una playa en la que pocos pueden bañarse. Siempre en cuestión de necesidades y gustos.
Mott the hoople no iba a ser la excepción en ese rincón de la orilla, donde plantaron cuatro guitarras para minimizar el calor del sol. La espectacular técnica como guitarrista del solista pasa a ser motivo de asombro para los amantes del instrumento. Disfrutar de su peculiar modo de tocar siempre resulta enigmático. Brillante la armonía de su canción por excelencia: “All the Young dudes”. Momento emotivo. Es lo bonito, quizá, redescubrir grupos que estaban en el baúl de los recuerdos para disfrutar de un directo no, de una obra de arte en toda regla. Un grupo de viejos rockeros que dieron un golpe en la mesa para decir: ¡El rock no ha muerto! Y así es.
Pero fuera de todo tipo de genialidad musical, la noche del espectáculo alcanzó su punto culminé con MC50, capitaneados por su cantante durante su gira cincuenta aniversario en la que hicieron escala en el norte de España. Solos de hard rock con actitud punkarra que en ningún momento pasaron desapercibidos. Quizá una de las bandas más esperadas de todo el festival.
Aunque era de esperar, tanto por unos o por otros, el festival gozó de canciones míticas junto con aquellas por descubrir, cayendo la balanza sobre esta última. Ahí es donde reside, no la perfección, que no existe, sino la maestría del evento, en las dos caras de la moneda que te regalan para que tu elijas en cual resguardarte. Altas dosis de respeto entre el público. Un auténtico lujo del que todo amante de la música debe disfrutar.
Fotos: Azkena Rock Festival
el mejor festival del estado
La crónica muy bien sintetizada y mejor contada y escrita aún por Mario López acerca del Festival, para mí, con mayor encanto que es el Azkena Rock. Felicidades por el trabajo al propio Mario y gracias a Muzikalia por traernos a los ojos lectores dicha jornada, para los que no pudimos asistir al evento de Vitoria-Gazteiz. Un saludo. 😉
Por Dios, una cosa es el entusiasmo y otra escribir con maneras.