Arca – KiCk i (XL Recordings / Popstock!)
Entrar en el hiperfuturista escenario de Alejandra Ghersi (venezolana de nacimiento) me irritaba bastante. La mayoría de prensa especializada o hipster veía en ella a una de las mentes más preclaras de la escena electrónica, creadora revoltosa de acerados mantras envueltos en beats furiosos y entrecortados en donde hallar una abstracción maximalista con ganas de comerse el futuro a dentelladas. Pues no, no entraba en su propuesta por más que lo intentase, aunque había algo que me decía que llegaría el momento, y tendría entonces que desdecirme de todo.
Pues llego ese momento con Arca (2017) en el que le hizo caso a su amiga Björk, y decidió ponerse a cantar y dotar a sus composiciones de estructuras (siempre imprevisibles, huelga decirlo) más límpidas y escoradas hacia un pop multiforme, intimista, lírico y pasional. Todo más mainstream, pero me dejó echo trizas con canciones en plan crooner fetichista como “Piel” (“quítame la piel de ayer/no sabes más de distancia/quítame la piel de ayer/no se caer”) en el que Alejandra se desnudaba sin pudor, e invitaba al oyente a escuchar sus historias de amor, sangre, tejidos, y sueños que se desvanecen entre melodramas con altas dosis de lloriqueo.
No solo en lo musical esta mujer es admirable, sino que también es una artista que en sus performances y videos (con la ayuda de su colaboradora Jesse Kanda) despliega un discurso ambiguo en el que el cuerpo (dominado, golpeado, transfigurado), y la ambigüedad de genero ejercen de implacable discurso político en una escena electrónica no dada especialmente a este tipo de performatividad.
Este año Arca está presente por partida doble. Antes que el Covid-19 asomara publicó un sencillo de sesenta y dos minutos de título y portada que presagiaba escenarios de guerra postapocalipticos, @@@@@, y ahora este portentoso (y aparatoso) manual de excentricidades bajo el título de KiCk i (XL Recordings, 2020) que hoy se edita en formato digital a la espera de su edición física en julio.
Déjenme primero que me detenga primero en la portada que, como es habitual en ella, es puro goce para los sentidos, y en donde se despliegan nexos de unión con una realidad cada vez más protésica y regulada por mecanismos de control de la carne y el placer. Aparece Ghersi como salida de un descanso en el rodaje de Crash de David Cronenberg, en donde el cineasta canadiense recurría a la obra homónima de J. G. Ballard para filmar una de sus criaturas más alucinadas y expeditivas. Así pues, es más que evidente el guiño a Gabrielle (Rosanna Arquette), uno de los personajes que deambula por las inquietantes escenas del filme con prótesis metálicas en sus piernas. Un cuerpo que descubre el placer de la prótesis, y erotiza con las posibilidades libidinosas de este artificio. Arca es un ser en pleno proceso de mutación y mira orgullosa al objetivo con sus coletas a lo Lolita, en sujetador y bragas blancas, y con manos agarradas a unos artilugios que sostienen un arsenal de cuchillos.
En cuanto a lo musical todo es como si asistiéramos al placer por lo discontinuo, por la aniquilación de los convencionalismos, y sobretodo por obtener placer lujurioso a base de capas de sonido ampulosos y abigarrados que saturan y amenazan con pervertir nuestros sentidos. Lo deforme, lo que no está encarnado en dispositivos normalizados cabe en estos surcos. “Nonbinary” abre con la pulsión feérica de las bases de percusión y los ritmos desbocados que huelen a gheto. Una entrada sinuosa de sintetizador y la voz modulada hasta desfigurar sus contornos acolchan los aires lisérgicos de “Time”, para seguir con el tremendo reguetón orientalizado de “Mequetrefe”.
El beat grime minimal de “Riquiqui” y “Watch” esparce toneladas de detritus industrial en forma de bajos con mucha testosterona, y ráfagas de láser de videojuegos. La bella “Calor” la pespuntea un piano a lo lejos, y si quieren alucinar oyendo a una esforzada Björk declamando en español no pasen por alto “Afterwards” que parece un descarte de Vulnicura. Sí, no me olvido de ella: Rosalía canta en la estupenda “KLK”, un vibrante encuentro entre Ofra Haza y el perreo. Una obra sin parangón en el pop actual.
Escucha Arca – KiCk i
puta maravilla