Júlia – Casa (Hidden Track)
La banda alcoyana Júlia vuelve a la intimidad de sus orígenes. A la más pura intimidad. No en balde han llamado a su tercer disco Casa. La pareja formada por Estela Tormo y Lidia Vila nos abren las puertas de su hogar, de sus sentimientos, en ocho canciones transparentes que lo cuentan todo. Resulta, además, plausible que desean que formemos parte de todo ello, que entremos como si fuéramos uno más.
Y es que en este trabajo, todo es un retorno, partiendo del mismo motivo de su gestación: una residencia artística de tres meses en Alcoy, la ciudad alicantina que las vió nacer, gracias al Premi Llançadora de Creació i Investigació en Arts Contemporanies que les concedió su Ayuntamiento . Una vuelta al “hometown” que las ha envuelto en recuerdos y también les ha hecho mirar hacia dentro de sí mismas, individualmente y como pareja. También, el enfoque dado a la grabación, ejecutada dentro de un museo (el CADA, sede del IVAM de Alcoy) determina esos espacios sonoros, que sugieren cierta similitud con elementos arquitectónicos, con espacios habitables, más cálidos o más fríos, según la emoción que se quiera comunicar.
Y es que Casa, su primera referencia con el sello barcelonés Hidden Track, es un disco complejo y a la vez, sencillo. En base a la experimentación que han llevado a cabo a lo largo de una trayectoria que ya pasa del lustro -atrás quedan sus anteriores Nuvolàstic y Pròxima B, ambos editados por Malatesta Records– han logrado unas atmósferas sonoras que forman un todo con el cuerpo lírico de un álbum que han producido en colaboración con Carasueño (Tulsa, Bigott, Alondra Bentley) bajo la premisa de mantenerlo todo lo más sencillo posible: donde antes se agolpaban elementos para, a través de la maraña, tejer texturas, ahora se busca decir mucho con los menos instrumentos posibles.
Como siempre, Lidia se ocupa de los sintetizadores, Estela de guitarra, bajo y sintetizadores adicionales y ambas entrelazan su voz, pero para la ocasión han decidido contar también con dos colaboradores externos: Víctor Blanes (guitarra) y Adrià Sempere (batería), que aportan un punto de vista más analógico respecto a la base electrónica frecuentemente elegida por la banda como vehículo para canalizar sus canciones. Unas canciones que en esta ocasión juegan a serlo más que nunca, pero también a expandirse libremente con la instrumentación, con intención claramente paisajística.
El resultado de todo este viaje interior es un álbum que resulta, ante todo, genuino. La implicación del minimalismo sonoro en una marca de fábrica que desde el principio las ha distinguido, no ha hecho más que contribuir a esa singularización de Júlia con respecto al contexto en que se mueven. Y no sólo hablamos del pop cantado en catalán, por supuesto. En todo el panorama nacional, no hay nadie parecido a ellas, que han edificado un proyecto sólido a partir de su intimidad y ahora lo muestran en todo su esplendor en ocho canciones que desde su inicio, con ese “Tradicional” de seis minutos que va despertando poco a poco, a partir de un paisaje sonoro espacioso y casi transparente, hacia algo más físico, más carnal, que deriva en los contrastes estilísticos que ofrecen el resto de canciones, destacando la infecciosa oda de amor que es “L”, la vibrante “Camping” o la casi bailable “Play”, en un conjunto que va de menos a más rítmicamente hablando, hasta desembocar en esa preciosidad llamada “Ut”, que clausura el que sin duda es el mejor trabajo de unas creadoras inclasificables que no paran de crecer.
Escucha Júlia – Casa