Pshycotic Beats – Festering (Log Lady Records)
Hay artistas cuya trayectoria resulta fascinante si la has seguido desde un principio. Pshycotic Beats, el proyecto musical de Andrés Costureras, es uno de ellos. Fascina no solo por el aspecto artístico, que también, sino por la forma en que se funde con su periplo vital y por la transparencia con la que consigue esa simbiosis. Su último disco, Festering, no iba a ser una excepción. Desde la emotiva foto de portada que conecta con el deseo subyacente en las canciones de recuperar esa felicidad infantil, pasando por el título que se podría traducir como supurar o salir a la superficie algo que ha estado oculto demasiado tiempo, y siguiendo, cómo no, con la música. Una música en la que su autor, como siempre pero puede que incluso más, no deja nada al azar. La sensación es que se trata de un álbum muy trabajado, tanto en las letras como en los arreglos, espectaculares en algunas ocasiones, y también en el orden de las canciones.
Festering es el resultado de un proceso de introspección y autodiagnóstico, como la mayoría de discos de Pshycotic Beats. Uno diría que Andrés crea canciones como terapia, y así parece deducirse del arranque con “Breaking down the walls”, en la que una voz enigmática nos da la bienvenida a un programa terapéutico que no promete resultados pero si diversión. Empieza entonces un hipnótico viaje musical sin desperdicio en el que Moroder y Trent Reznor se dan la mano para crear una especie de música disco industrial que machaca como un martillo golpeando la pared (“Hammering noises”) o picando piedra como en la portada del Construction Time Again de Depeche Mode, otra posible referencia. En esas primeras canciones encontramos a un Pshycotic Beats aparentemente más luminoso y expansivo, menos Marc Almond depresivo y más The Human League. Aparentemente, porque las letras hay que examinarlas con cuidado para darse cuenta de que asistimos a una lucha del artista con sus fantasmas, consigo mismo y con su concepción del mundo. En “Time is a healer” se dirige a un enemigo invisible para decirle que “estaremos mejor separados”, mientras que en “It’s about time” le pide a algo/alguien que se lleve la soledad y le libere de sí mismo: “It’s time to say goodbye, it’s time to let you go, I’m very fond of you, it doesn’t work anymore”. Todo ello mientras las referencias musicales y los detalles musicales (arreglos de cuerda reales, sintetizadores que viajan de los 80 a la actualidad, la magnética voz de Andrés, quizás en mejor forma vocal que nunca) se suceden sin dar ni un segundo de tregua. En los discos de Pshycotic Beats todo sucede por algo.
Hablé antes del orden de las canciones, y es el momento de volver sobre ello. Justo en el ecuador del disco las cosas empiezan a cambiar y encontramos canciones como “Ashes” o “Ghosts” donde el delicado equilibrio emocional mantenido hasta ahora amenaza con derrumbarse. Musicalmente generan un cambio que se arrastrará ya hasta el final del disco. De nuevo, no es casualidad: “Breathe” es como un renacimiento, una aceptación de nuevas reglas, una llamada a la transformación. Tan industrial y martilleante como alguna de sus predecesoras, abre la puerta sin embargo a la magia casi mística de los dos últimos temas. “When you smile” suena como si las nubes se apartaran y dejaran pasar la luz, como en una producción de Jeff Lynne para Scott Walker. Una canción preciosa de autoafirmación que nos prepara para el final del disco y de la terapia: “The year time stood still”. El año en el que el tiempo se detuvo. Supongo que se refiere al año más amargo de la pandemia, meses en los que empezaron a forjarse estas canciones. Los meses también en los que, nos cuenta la letra, “tu alma empezó a sanar” aunque también nos avisa de que “ningún viaje está exento de dolor”. Todo ello mientras suenan unas cuerdas, parece ser que de nuevo reales y tocadas en el estudio por músicos, que nos desvelan que el final del proceso quizás no sea finalmente tan importante como el propio proceso. Un final que hace brotar lágrimas aunque no sepamos si de alegría o de dolor, de angustia o de liberación. ¿Quizás de todo a la vez? Esa es la magia de la música. La magia de las canciones de Pshycotic Beats.