Rocío Marquez y Bronquio (Etnomusic, CC Beneficencia) València 10/06/23
No sé si lo sabéis, pero el museo europeo del año está en València. Ni Reina Sofía, ni Guggenheim, ni MACBA. Está en València y se llama Museu Valencià d’Etnologia. L’ETNO, para los amigos. Así se ha declarado en el Foro Europeo de los Museos, que le ha concedido el EMYA (European Museum of the Year Award), para el que competía con otros 32 aspirantes, de 18 países del continente.
Esto es así no solo por su labor expositiva -que también, puesto que cuenta con una exhibición permanente verdaderamente original-, sino porque, dentro de su labor por recuperar el origen y esencia de la cultura valenciana, cuenta con una agenda de actividades realmente nutrida que incluye exposiciones temporales, presentaciones, cursos, talleres, actividades infantiles, visitas guiadas, simposios, un festival de cine y por supuesto, música.
La música adquiere un papel preponderante en este excepcional museo a través de un festival que poco o nada tiene que ver con el concepto que de ello se tiene socialmente. Etnomusic cumple, por si fuera poco, dos décadas este 2023. Por eso esta edición, como todas las demás, además de contar en su agenda con artistas verdaderamente interesantes que dan una amplia visión de las posibilidades de maridaje entre tradición y modernidad, ha querido rubricar su clausura con broche de oro.
La cantaora Rocío Márquez unió fuerzas el año pasado con el músico y DJ jerezano Santiago Gonzalo, alias Bronquio. Juntos dieron forma a Tercer Cielo, un trabajo bastante cercano al concepto de obra maestra, que representa la enésima vuelta de tuerca a un género, el flamenco, que desde que Camarón cantó la Leyenda del Tiempo no ha cesado de dejarse contaminar, para bien, y para rasgamiento de vestiduras de carcamales, por todo tipo de ritmos y vanguardias.
En este caso, el secreto se encuentra en las imaginativas bases centradas en el sonido urbano que crea Bronquio, que unidas a la fuerza interpretativa de Márquez, han recreado la tradición a la vez que la han actualizado con respeto, profundidad y la más absoluta desinhibición. No en vano, por tanto, Tercer Cielo fue elogiado unánimemente por la crítica como una pequeña revolución. Elegido con justicia como uno de los discos nacionales del año pasado, parecía hecho exprofeso para ser el encargado de cerrar un Etnomusic tan especial como este.
Por si fuera poco, L’ETNO tiene un enclave de excepción. Su sede es el Centro Cultural la Beneficencia. Un edificio historicista que alberga en su patio una espectacular iglesia de corte neobizantino y un árbol monumental, a cuyo abrigo se realiza este certámen. Un lugar perfecto, en una noche de pre-verano (la primavera ya no existe más) para disfrutar de la sobrecogedora puesta en escena de este dúo, que se basta y sobra para llenar el escenario.
En un primer momento puede resultar chocante la mezcla que proponen Márquez y Bronquio. Ver a un DJ haciendo lo suyo y a una cantaora desplegando arte expresionista con todo su cuerpo no es lo que uno espera del flamenco, obviamente, pero la naturalidad de uno y otra, cada cual en su ámbito, triunfa inmediatamente. El despliegue de expresividad que Rocío propone en escena es sin duda uno de los recursos en que se apoya un espectáculo que se nota medido, pero que funciona a la perfección.
El juego de luces está meticulosamente pensado para favorecer una teatralidad que tiene lugar desde el primer momento, con “Paraíso». Cuántos cuerpos por venir”. Así se abre el espectáculo con una intensidad casi litúrgica, que irá abriéndose a otras tonalidades a medida que transcurran minutos. La cantaora, como decíamos, actúa con todo su cuerpo, sufre cada canción, interpreta estas letras tan sentidas de las que han sembrado su disco de una forma tan implicada, que por momentos parece que estemos viendo una película. Modula su voz con técnica, no sacará el torrente más que cuando sea necesario. Lo mide todo para no malgastar y que cuando llegue el momento de sacar la fuerza, signifique algo. Y sobre todo, es pasmosa la mucha compenetración que han alcanzado el productor y ella en el escenario. Parece que están cada uno por su lado, pero no, van a una y su unión es más patente canción tras canción. Bronquio corea, baila, pincha, hasta canta (autotune mediante) un poquito. Y Rocío se le va acercando. Se aproxima a su mesa, incluso se sube a ella, o se queda a un lado mirándole con sincera admiración. La que se tienen uno a otro. Es patente.
Y de repente, zas! Algo va mal. Quedan previstas un par de canciones y ante la estupefacción de todas y todos se anuncia que debido a problemas técnicos no se puede continuar. Cosas del directo. Y una pena, claro, pero sí me preguntan a mí, no me importó. Y no porque no tuviera ganas de más, por supuesto que sí, pero este pequeño recorte no mermó, a mis ojos, en modo alguno el a todas luces sobresaliente, o mejor dicho, sobrecogedor, espectáculo ofrecido. Me pareció, para variar, totalmente a la altura de las enormes expectativas y plenamente satisfactorio.
Además, la pareja supo sacar fuerzas de flaqueza y abrazados acudieron a pie de escenario para pedir disculpas por la interrupción y arrancarse Rocío con un impresionante acapela que dio por finalizado un concierto que sí, fue plenamente adecuado para celebrar el veinte aniversario de un gran certámen y, sobretodo, estuvo plenamente a la altura del mejor museo europeo del año. Y oigan, qué bien que esto pase en la ciudad de uno. Cruzo los dedos para que nada ni nadie nos lo arrebate.
Fotos Rocío Márquez y Bronquio: Álvaro de Benito
“ Y oigan, qué bien que esto pase en la ciudad de uno. Cruzo los dedos para que nada ni nadie nos lo arrebate.”
Porqué??
Estamos en tiempos en los que todos se suben al carro del ya veremos ……
Como muy bien señalas este museo y Etnomusic cumple dos décadas.
Tú mismo.
( yo también estuve allí el sábado ).