House Of All – House Of All (Tiny Global Production)
La muerte de Mark E. Smith abrió una brecha creo que insalvable en la música pop-rock británica. El bardo de Salford lideró con mano férrea una banda cuyo legado, con el paso del tiempo, se hace cada vez más gigante, extraordinario, los The Fall. Una herencia que se nutren infinidad de grupos jóvenes que copan las listas de lo mejor del año en muchas publicaciones, y que tan sólo transitan por los senderos que Smith & Co fueron dejando a través de una basta discografía sin parangón.
House Of All es un proyecto bonito y extraño a la vez. No es revivir el cadáver (cada vez más está más vivo, huelga decir), sino la de crear una especie de grupo-colectivo con músicos que han ido pasando por la historia de The Fall. No es una banda tributo, es algo más serio.
Así que motivado por las ganas de Martín Bramah (uno de los integrantes de la banda madre que más tiempo estuvo), House Of All nace de la alianza de éste junto al bajista Steve Hanley y su hermano Paul, el baterista Simon Wolstencroft y Pete Greenway, el cual nunca tocó la guitarra con los demás integrantes de la formación. Con estos excelentes músicos todo es posible, y la premisa es hacer música con capacidad de improvisación y que llegue al oyente de una forma espontánea, sin demasiados aditivos. El resultado final es espléndido: se reflejan en la herencia de los The Fall para reescribirla, con un potencial de compromiso con el presente que resulta cautivador.
Arrancan con “Aynebite” y ya desde el primer momento se percibe una base rítmica que es todo fibra. Rock ponzoñoso, visceral, y repetitivo (una de las marcas de la casa). La atmosfera que crea el órgano en “But Wilful I Am” es preciosa, y contiene unas harmonías muy cercanas al glam.
La forma de declamar de Bramah es deudora de Smith (entre la desgana y la capacidad de entonar como si en cada fonema se le fuera la vida) en todos los temas, y en “Dominus Ruinea” se repite como si fuera un loop el título del tema, y la batería se hace garante de la tonada. Los ritmos más motorik se abren paso en “Harlequin Duke” con una letra que parece experimentar con la escritura automática y el subconsciente, mientras que la estupenda “Minerva Disrobed” es un híbrido mutante con ecos a Neu!, el rito chamánico y la psicodelia.