Discos

Mark Knopfler – One Deep River (British Groove)

Ya reseñé, aquí en Muzikalia, la obra previa de Mark Knopfler, es decir, Down the road wherever (2018) y, seis años después, el que aquí redacta expone su opinión, de nuevo y seguidamente, sobre el novedoso y décimo LP en solitario del insigne guitarrista escocés, el titulado One Deep River; el cual ya os habíamos venido anunciando aquí, también.

Un marcadamente reposado y unitario cancionero éste de 2024 que aunque, efectivamente, no contiene férricos y ajetreados vaivenes rockeros como en periodos pretéritos de este aclamado intérprete (parece bastante razonable que Knopfler se tome el asunto con más calma, ahora, a sus 74 años), sin embargo, se puede asegurar que, durante la gran mayoría de su reciente propuesta armoniosa, el guitarrista de Glasgow obtiene un sobresaliente nivel con dichas composiciones atemperadas; además de ser también algunas resignadas y otras nostálgicas.

En concreto, la pieza de entrada, denominada “Two pairs of hands”, supone una de esas sedosas y narcotizantes delicias sónicas tan prototípicas del propio Knopfler; el cual, parece plantear un algo irónico texto sobre como abanderar toda una banda entera, en directo, dentro de un descomunal estadio abarrotado de público y como lidiar con toda esa misma compleja y estresante responsabilidad de liderazgo. Por tanto, ¿podría referirse el astro británico a sus mastodónticas y extenuantes giras planetarias al frente de Dire Straits para promocionar los LPs Brothers in Arms (1985) y On Every Street (1991)?. Agregaremos sobre la misma “Two pairs of hands” que, más que nunca, se deja sentir aquí el influjo rítmico y vocal del profesor J.J. Cale.

Resultan bastante relacionadas, entre sí, las temáticas de la sonoramente agradable y magnética “Ahead of the game” y de la pulcra y amable “Watch me gone” y, en consecuencia, Mark Knopfler parece viajar aún más atrás en el tiempo y sugerir, quizás, gratos recuerdos de sus primerizos días de jovencísimo e ilusionado músico, a finales de los años 60 y primeros de los 70. En aquel preciso instante, ahora ya lejano, nuestro protagonista tocaba a cambio de unos pocos billetes cuando él era todavía un instrumentista desconocido y bisoño; aunque ahí ya trataba también de empezar a abrirse paso en dirección hacia la cumbre del rock, desde ciudades como Newcastle o Leeds.

Matizaremos que durante el mentado segundo corte con esta línea argumental de añoranza, o sea “Watch me gone”, se dejan caer referencias sobre Van Morrison y Bob Dylan, debido a que un adolescente Mark deseó ser como ambos ídolos suyos desde el momento en que les observó tocar a dichas leyendas, en concierto. De todos modos, no queda del todo nítido hasta que punto el mismo Knopfler está siendo fielmente autobiográfico a lo largo de este citado terceto de melodías.

La obra prosigue manteniendo todo el interés y su sublime tonalidad global a través de subsiguientes creaciones como la apaciguada y tersa “Smart of money”, la cual es como si estuviera sacada de alguna isla paradisíaca de la Polinesia; la amena y relativamente trotona “Scavengers Yard”, mostrando aquí Knopfler una vez más los ecos del Oeste americano que tantísimo le agradan (aunque algunas diminutas gotas de controlado rockabilly también se cuelan en esta zona específica) y también, el apesadumbrado vals “Black tie jobs”.

Por otro lado, la sugerente, sensible y magnífica “Tunnel 13” deja lo más sabroso para su virtuosa parte final donde Mark Knopfler te envuelve con esos guitarrísticos acordes de ensueño, tan suyos, mientras te relata él sus reflexiones sobre como, en el fondo, algunas cosas aparentan tener una transformación pero que, en realidad, todo continúa aproximadamente igual. Éste mismo concepto es referido, en concreto, a la espinosa situación de un sangriento y frustrado robo de un tren con trayecto entre California y Oregón, en el año 1923, lo cual parece tener su paralelismo, en la actualidad, con el asalto ilegal a vagones de mercancías en la propia región californiana, incluso 100 años después; recalcamos. Por cierto, que este mismo vehículo sobre raíles sigue teniendo alusiones durante la bonita y adherente “Before my train comes”.

Una fase amorosa que no acaba arribando a buen término parece ser la cuestión principal de la cautivadora y tierna “Janine” y más adelante, la quebradiza y casi casi susurrante “Sweeter than the rain” podría dar a entender la crónica de un sicario que alberga dudas sobre sí mismo.

Hasta este punto merece centrar toda la atención en este distinguido repertorio “knopfleriano”.

Sin embargo, la sobrante “This one’s not going to end well”, efectivamente, es el instante en que, tal vez, se hace necesario que Knopfler vaya concluyendo One Deep River debido al riesgo de empalagar, en exceso, en cuanto a la evidente sonoridad relajada y mansa del propio álbum.

Dicho onceavo afluente de este “profundo río” cadencioso, por cierto, trata sobre gente modesta que intenta continuar llevando, como puede, sus pequeños negocios honrados en medio de un insalubre ambiente de influyentes traficantes de esclavos. Ésta misma circunstancia “no va a terminar bien”, expresa la frase primordial de dicha canción.

Así pues, el dulzón y característico tema titular “One Deep River” consuma este trabajo discográfico de manera digna y con un introspectivo Mark rememorando su infinito apego de toda la vida (es decir, desde su infancia hasta hoy día) con respecto al río Tyne, situado éste en la propia Newcastle; urbe adoptiva del artista cuando éste solo contaba con 9 años de edad, ciertamente.

En referencia a la totalidad de este LP, no importa que, en general, Mark Knopfler torne a ser auto-complaciente, que reitere esquemas o que reinvente matices con su mágica y masajeadora guitarra o a través de su hondo y reflexivo modo de cantar porque, en la mayoría de las ocasiones, un servidor se queda escuchando dichos acordes y entonaciones con el rostro completamente embelesado y contemplativo.

Expresado de otro modo, este prodigioso y mítico músico todavía consigue provocarnos en el alma un altamente placentero efecto, con elevada frecuencia.

Escucha Mark Knopfler – One Deep River

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