Algo – Algo (Discos Belamarh / No Aloha Records)
Cuando no existía Internet era muy complicado, prácticamente imposible, escuchar un disco completo a no ser que lo compraras y te lo llevaras a tu casa. Esas compras a ciegas nos daban algunos disgustos pero también muchas alegrías. Muchas veces nos dejábamos guiar por un sencillo de éxito, una canción escuchada al azar en la radio, referencias que leíamos en algún sitio, o incluso por la portada. Todos los hemos hecho alguna vez. Pero, ¿y comprar un disco por la contraportada? ¿Lo habéis hecho? Confieso que yo no, pero lo podría haber hecho con Algo, este milagro sonoro que ha juntado a Alberto Montero con Gonzalo Fuster (El Ser Humano), dos de los músicos con más talento no solo de Valencia sino de toda España. ¿Y por qué la contraportada y no la portada? Porque en este caso es la contraportada la que mejor explica lo que vamos a encontrar en el interior: amor por la música, complicidad, paz, confort, belleza. Libertad.
Algo es un clásico absoluto e instantáneo que trasciende épocas y estilos. Más que la suma de sus partes, es la perfecta conjunción de sus distintas sensibilidades: la poesía de Alberto, su pasión por la música clásica (expresada sin rodeos en su magnífica La Catedral Sumergida, nombrada no en vano como una pieza de Debussy); las letras más introspectivas de Gonzalo, su viaje de los últimos años hacia el minimalismo, su obsesión por recogerse en casa (no solo en el sentido físico) y desde ahí partir hacia nuevos rumbos. En la intersección, su afición compartida por la canción italiana de los 60 y 70, especialmente por Lucio Battisti. Ambas personalidades casan a la perfección en este disco como también lo hacen sus voces, tanto cuando se reparten las estrofas como cuando se unen en armonía. En “Y el mar que se intuye”, la primera canción, ya encontramos esa maravillosa dualidad, como también los excelentes arreglos de cuerda que escucharemos muchas otras veces, los punteos de guitarra que van dando paso al resto de instrumentos y la bella progresión de la segunda mitad hasta desembocar en una coda bellísima.
El nivel ya no baja de excelente en todo el disco, sea cual sea el terreno pisado. Deslumbra el acercamiento al folk británico con toques progresivos e incluso sinfónicos, las tremendas suites inclasificables como “Nostalgia” o “El mar de azahar” y su reivindicación valiente del pop español de los últimos 60 y primeros 70. Valiente no por su acercamiento a Los Brincos tardíos, a Juan y Junior o a Cánovas, Adolfo, Rodrigo y Guzmán (“Saber caer”, “Confesión y egresión”, esta última con su maravilloso aroma a los Beatles, especialmente a McCartney y Harrison), que estaría dentro de lo musicalmente correcto. No, la valentía viene de atreverse a deconstruir la canción melódica más afectadamente romántica de los 70 y darle otro color, otras texturas. “Amanecer de enero” es el punto culminante de esta versión de Algo. No es difícil imaginarla en las bocas de Nino Bravo, Claudio Baglioni, Camilo Sesto o incluso de los Pecos (¡¿herejía?!), aunque quizás destrozada por las producciones tan pasadas de moda de aquellas baladas dulzonas. Aquí se juega a ese juego, pero con naipes y resultados muy distintos.
En “Dios”, que pone en palabras lo que muchos pensamos sobre el poder redentor de la música, se aparecen los Beach Boys, uniéndose a una fiesta en la que ya estaban, junto a los nombres antes mencionados, Simon & Garfunkel, Pau Riba, Pep Laguarda, Robert Wyatt, Bert Jansch, Richard Thompson, Love e incluso el Ritchie Blackmore de Blackmore’s Night. Cuando todos ellos se han ido y la música se apaga, con el sonido de pájaros de fondo, Gonzalo se queda solo con su guitarra, enchufa la cinta y canta “Temor”, que me arriesgo a calificar de dolorosamente autobiográfica. Alberto se da cuenta, se le une, suenan unas flautas y toma cuerpo esa frase de “Confesión y egresión” que tan bien define esta aventura: “no es una idea, es una forma de ser”. Una bendita forma de ser, añado yo.
Escucha ‘Algo’, el primer disco de la pareja formada por Alberto Montero y Gonzalo Fuster
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