Biffy Clyro + Frank Carter & The Rattlesnakes (Wizink Center) Madrid 26/01/17
Tenía muchísimas ganas de iniciar el ejercicio de conciertos 2017 por mi parte; y la verdad que Biffy Clyro, habida cuenta del fenomenal estado de forma que demostraron el año pasado en Mad Cool, me parecían una opción insuperable.
Y, en efecto, no me equivoqué: la exhibición de entrega, energía, conexión y pasión demostrada por los escoceses fue de nuevo sobresaliente, pero no adelantemos acontecimientos.
No los adelantemos porque la primera sorpresa de la velada invernal nos la dio Frank Carter acompañado de sus Rattlesnakes. Y es que Frank Carter ya contaba con una carrera musical incendiaria como vocalista al frente de Gallows hasta el año 2011, justamente en la etapa dorada de la banda.
El inglés no ha perdido un ápice de fuerza y de pose en una tierra intermedia entre el hardcore y el punk. Motivadísimo y con un carisma desbordante, se metió al público en el bolsillo con una facilidad pasmosa mientras nos hacía agacharnos, saltar, corear o nadaba – o, mejor dicho- andaba sobre la audiencia como Pedro por su casa. Para nada la actitud timorata de un grupo telonero: Frank Carter & The rattlesnakes ofreció un repertorio sudoroso, frontal y muy celebrado, presentando uno de los discos más madrugadores de 2017, Modern Ruin (17), del que ya podemos retener pepinazos auténticos como “Lullaby” o “Vampires”. Conciertazo.
Expectación absoluta por parte de la, en su mayoría, joven parroquia para ver salir a Biffy Clyro sobre las tablas. Y el inicio fue una concatenación de aciertos: la resultona “Wolves of Winter”, la demoledora “Living Is a Problem Because Everything Dies” y “Howl”, con diferencia el mejor tema del irregular Ellipsis (16), bastante menos inspirado que sus dos monumentales obras anteriores. A partir de ahí, Biffy Clyro supo compensar todas sus virtudes mezclando épica (Fantástica una vez más “Biblical”), sensibilidad (conmovedora asomó “God & Satan”) y adrenalina (completamente trepidantes sonaron “Bubbles” y “Modern Magic Formula”).
El trío fue pertrechado por dos músicos, un segundo guitarrista y un teclista, lo que engrandeció y abigarró un sonido ya de por sí inapelable. Bien es cierto que el núcleo central del concierto adoleció de una demasía de temas de su disco del año pasado y bajó el entusiasmo levemente con respecto a un inicio fulgurante, pero fue justamente una canción de éste, la desquiciadísima y rabiosa “In the name of the wee man”, tras el rescate anacrónico de “Glitter and trauma” y la siempre solvente “Mountains” lo que nos preparó para los mejores momentos del show: el encadenado maravilloso de “That golden rule” y “Many of horrors”, posiblemente las dos mejores bazas de la noche, rotunda la primera y desgarradora la segunda.
Para poner broche a una noche fantástica, un bis con “machines” en acústico, muy bonita, seguida de la demasiado arquetípica “Animal Style” y una “Stingin’ belle” que sonó a victoria compartida entre artistas y respetable.