Entrevistamos a Ariel Rot por el aniversario de ‘Hablando solo’
Después de separarse Los Rodríguez en la cima de su éxito, Ariel Rot, su guitarrista principal, reemprendió su carrera en solitario con Hablando Solo (Dro, 1997), álbum que hace unos días acaba de reeditarse con jugosos extras para celebrar su 25º aniversario y cuyo lanzamiento viene acompañado de una gira española en la que repasará el disco junto a lo mejor de su extensa discografía (ver fechas al final de la entrevista). Este es el resumen de la charla que mantuvimos con el argentino más madrileño para hablar de aquellos días y unas cuantas cosas más.
«Hoy en día se graban los discos en casa y se ha perdido esa magia de entrar en el estudio a grabar tus canciones nuevas»
Finales de 1997, Los Rodríguez os acabáis de separar siendo el segundo proyecto de éxito en el que estabas involucrado (tras Tequila) que termina prematuramente, ¿qué sensaciones tenías a la hora de encarar esta segunda etapa de tu carrera en solitario con Hablando solo, que cumple 25 años?
Tenía la sensación de no querer cometer los errores que cometí en el pasado, de apresurarme, de subestimar la tarea de cantar y de ser frontman, de llevar uno solo un proyecto… y me preparé bastante más. Se dio la circunstancia de Los Rodríguez nos separamos, pero mantuvimos el vínculo por la gira del verano siguiente con Sabina. Un año casi sabático de por medio que yo dediqué a preparar esto, a componer, y también monté un grupo con Guille Martín, llamado The Rota, que fue un entrenamiento previo a lanzarme con todo esto. Y en realidad no pienso que se hayan separado prematuramente los dos grupos, sino que cumplieron el ciclo que tenían que durar. Creo que es al revés, que hay grupos que duran demasiado.
Es curioso que Tequila alcanza el éxito muy rápido y se dispersa por los tópicos del sexo, drogas y rock´n´roll pero con Los Rodríguez, que os costó más alcanzar el éxito, llama la atención que vuestro disco más celebrado es el recopilatorio que lanzasteis al separaros.
La situación era tan insostenible internamente que no había otra opción.
Muchos grupos habrían aguantado aunque fuera por la pasta pero os fuisteis en vuestro mejor momento y se bifurcan las carreras de Andrés Calamaro y la tuya. ¿No crees que hay algo de mala suerte en que el lanzamiento de Hablando solo coincidiera con ese tótem que es ‘Alta Suciedad’ (Andrés Calamaro, Warner, 1997)? ¿Se estableció inconscientemente una especie de competencia entre vosotros?
Mira, es imposible competir con el cantante del grupo. Aparte de que Andrés tiene un talento excepcional e hizo un disco absolutamente abrumador, con canciones magníficas… Ya es un milagro que un guitarrista pueda continuar con un proyecto durante 25 años. En caso de haberse establecido esta competencia, partía con muchísima desventaja, ya que yo no era la voz de Los Rodríguez.
¿Quedaste contento con la acogida que tuvieron en su momento tanto Hablando solo como su continuación ‘Cenizas en el aire’ (Dro, 1999)? Para la calidad que tienen ambos creo que pasaron, sobre todo el segundo, un tanto desapercibidos…
Hay tantos discos que pasan desapercibidos y son buenos que es absurdo pensar eso. Hay que mirar con distancia y yo estoy muy contento con lo que pasó. Obviamente, de cifras podrían haber sido otras, pero conseguí hacer una carrera y una carrera sólida.
¿Puede ser que los singles de Cenizas estuvieran mal elegidos? Fueron “Dos de corazones” y “Adiós mundo cruel”. Hay canciones mucho más profundas y consistente en ese disco, como “Todavía es tarde” o la propia “Cenizas en el aire”.
Puede ser, era una época de mucha dictadura radiofónica, cuando la compañía decidía los singles se pensaba solo en que fueran radiadas por las radios comerciales y esas canciones que citas jamás serían radiadas por las emisoras.
Volviendo a Hablando solo, ¿de dónde surge la idea de grabarlo con The Attractions, la banda de Elvis Costello (eran Steve Nieve al teclado, Pete Thomas en batería y Bruce Thomas al bajo)?
Fue una propuesta mía. Estaba buscando, desorientado, incluso respecto a productores y en un viaje fue Alejo (Stivel, ex compañero y voz de Tequila) quien me lo dijo. Yo pensé que era imposible pero la compañía, que veníamos de vender muchísimos discos, tiene contactos y lo pueden hacer, me dijo, y también que tenía derecho a una grabación lujosa.
En aquella época se manejaban otros presupuestos y podrías hacer casi lo que quisieras.
Era muy caro en ese momento grabar un disco y tenía algo… era un gran acontecimiento. Hoy en día se graban los discos en casa y se ha perdido esa magia de entrar en el estudio a grabar tus canciones nuevas. Y el hecho de que no se pueda volver atrás… Ahora con los ordenadores es más fácil pero entonces grabábamos en cinta. Una vez hecha la mezcla no puede repetirse y mezclamos en Nueva York. Pero la verdad es que no me prive de nada en esa grabación y tuve la suerte de que Alfonso, de Warner, fue muy justo y pensó “si a Andrés le dimos todo esto -por la lujosa grabación de Alta Suciedad- a Ariel también”.
¿Y quedaste satisfecho con el sonido del álbum? Escuchado ahora suena con un mucho empaque, muy vigente…
¡Son los Attractions, como no va a sonar vigente! ¡Y Joe Blaney (productor del disco)! Yo me he sorprendido también al escucharlo de nuevo ahora. Es una grabación muy inspirada, pasó algo ahí… Hubo una gran sintonía, desde el principio entramos con mucha confianza y ellos se lo tomaron como algo muy personal y fueron muy creativos. Aportaron muchísimo. Después, yo grabé más guitarras y cuando se fueron Steve Nieve me dijo “Ariel, don´t fuck this!” (risas).
A nivel de letras también se ve un disco muy trabajado. Todos sabíamos que eras un gran guitarrista por lo que ¿te querías reivindicar como escritor de canciones?
Sí, me lo tomé en serio. Habíamos estado en contacto con Sabina, yo trabajé mucho con Sergio Makaroff, con Andrés, con Fito (Páez)… las referencias eran muy altas y yo con mucho esfuerzo, con mucha concentración y siendo muy meticuloso conseguí hacer unas buenas letras y siempre me lo tomé así a partir de ahí. Tal vez por eso ahora no puedo componer, porque no mantengo la concentración más de cinco minutos.
Cuando uno lleva una carerra tan larga como la tuya ¿siente cierto vértigo a la hora de componer? ¿Da miedo no estar a la altura de tu propia obra?
No es miedo… Si yo tuviese esa agenda creativa y contractual que tenía obviamente me tendría que sentar y sacar un disco, pero yo ya me liberé. Soy lento componiendo y eran periodos de mucha concentración y sí que recordaba momento anteriores y decía “es que no tengo ninguna tan buena como estas”.
¿Crees que este periodo de Hablando solo y del final de Los Rodríguez es tu mejor momento creativo?
Para mí no. A mí me gustan muchísimos las canciones de Lo siento Frank (Gasa, 2003) y de La Huesuda (Gasa, 2013). Ahí hay un nivel muy parejo y muy alto también.
Cuéntanos sobre el contenido extra del álbum. Las “maquetas Manosanta” ¿a qué hacen referencia?
Es un estudio que yo tenía en casa, un ocho pistas, muy sencillo, pero las grabaciones que hacía ahí eran super chulas. Ahí grabé muchos demos hasta que un momento me tuve que pasar al ordenador porque costaba mucho conseguir las cintas y tuve que pasarme al Protools y con el Protools nunca me entusiasmé. Antes con el estudio en casa siempre estábamos grabando. Además de esas maquetas, también hay una grabación en casa de Tito Dávila, otra en Sintonía con parte de The Rota y esas demos están súper bien también.
También se incluyen temas del concierto de presentación del álbum en la sala El Sol, el 2 de abril de 1998. ¿Recuerdas aquel concierto?
Me acuerdo de ver a mis padres y estar nerviosísimo, pero también, con esa banda, trabajamos muchísimo, así que estaba tranquilo. Con esa banda estuvimos dos meses ensayando pero no era solamente ensayar, escuchábamos muchísima música juntos, era grabar todos los conciertos y escucharlos a la vuelta en la furgoneta… Fue un trabajo muy completo y esas canciones están grabadas tal cual, no hay un solo recording adicional y fíjate como sonaba.
¿Cómo ha sido el reencuentro con ellos? Has reclutado a la misma banda para esta gira (Tito Dávila en los teclados, Ricardo Marín a la guitarra, Jacob Reguillón en bajo y Pablo Serrano a la batería).
Hacía como 20 años que no tocábamos juntos. Esa banda duró cuatro o cinco años y ese periodo en la carretera da para mucho. Generas tus propios códigos, muchas maneras de llamar a las cosas. Además, antes se tocaba muchísimo. Inmediatamente retomamos todos esos chistes tontos y esas cosas.
Para el repertorio de la gira, además del disco, ¿tirarás de grandes éxitos? ¿Qué tienes pensado?
Por supuesto, básicamente los temas que tocábamos en esa época y temas míos emblemáticos. No es un concierto conceptual ni vamos a tocar solo el álbum.
Muchas veces se plantea así, solo el álbum e incluso el álbum completo en el orden original.
Plantearlo así sería una tontería. Hace años que no salgo de gira y la gente quiere escuchar lo mejor que le pueda brindar. Si yo hubiese estado sacando discos y haciendo giras con banda hasta hace nada tendría sentido, pero ahora no.
Con 45 años de carrera, mirando hacia atrás, tus éxitos más populares han sido en proyecto colectivos. ¿Dónde te sientes más cómodo, en un grupo o como solista?
Me encanta subir al escenario y tocar la guitarra. Por ejemplo, ahora en el espectáculo con Kiko Veneno (Un país para escucharlo) soy frontman como él, pero hay canciones en que canta él y yo toco la guitarra y suena distinto cuando solo tienes que tocar y no cantar. Incluso los solos suenan distintos.
De todos los roles que has desempeñado (guitarrista, cantante, productor, compositor) es el de guitarrista el que más te gusta?
Es que soy guitarrista de cuña, cogí una guitarra de chico y aprendí a tocar en 3 meses. Lo otro es un trabajo y me dio mucha satisfacción, ser frontman y empezar a descubrir mi voz y empezar a componer… adquirí más compromiso. Lo otro hubiese sido muy fácil, pero en un país como España es muy difícil de sostener. Y eso que toqué la guitarra en dos grupos tan importantes como los que toqué.
No sé si te molesta ni si estás de acuerdo con la imagen que hay de ti en ambos grupos como de ser el miembro que más se preocupaba por mantener el proyecto a flote, por atender algunas cosas no estrictamente musicales. Un poco la imagen de cerebro del grupo.
La labor de la que más orgulloso estoy en todas las bandas en las que he estado, incluyendo la mía propia, es de cómo hice sonar a las bandas. De los arreglos, del sonido, de la afinación, la batería… de todo lo que hace que la banda suene bien. Mi especialidad no sería “director musical” pero sí encontrar los arreglos, trabajar esa parte. Y necesito tiempo para eso, pero cuando lo tengo consigo que las bandas suenen como pocas.
Igual que hiciste con Tequila una gira y concierto de despedida, ¿os planteáis algo los tres Rodríguez que quedáis?
No sé si la gente vería a Los Rodríguez si nos ve a nosotros tres ahora…
Para finalizar, ¿cómo ves la situación musical actual? El dominio de Spotify, precios carísimos de las entradas, exceso de festivales frente a los conciertos de sala…
Hoy en día es raro que la escena siga funcionando. No son unas condiciones muy desfavorables para que los chavales digan lo dejo todo y pongo mi energía en esto.
Además, los chavales ya no se juntan, cada uno está en su habitación con su ordenador…
Es que tener un local de ensayo es muy caro y se esperan éxitos instantáneos, inmediatos, y esto no se hace para tener éxito. Esto se hace porque te apasiona, porque para ti el éxito es tener un sitio y unos tipos con los que tocar. Y eso es un regalo para uno. Yo con un local, un amplificador, una buena guitarra y con tener otro guitarrista un bajista y un batería… eso sigue teniendo para mí un valor incalculable. Eso es el éxito.
Próximas fechas de Ariel Rot
28 de abril, Burgos (Andén 56)
29 de abril, Toledo (Círculo del Arte)
4 de mayo, Pamplona (Zentral)
5 de mayo, Bilbao (Kafe Antzokia)
13 de mayo, Sevilla (Sala Custom)
26 de mayo, A Coruña (Garufa Club)
27 de mayo, Vigo (Sala Rouge)
17 de junio, Madrid, (Noches del Botánico, junto a Kiko Veneno)