Espanto – Rumores (Austrohúngaro)
Estamos rodeados de ruido y de palabras que se deslizan sin ser advertidas. Los rumores escriben parte de una existencia dotando, incluso, de significado a las más insignificantes cuitas que nos ocurren. Teresa y Luis son maestros en hacer malabarismos con las palabras; unas palabras que pueden ser rumores que, si uno agudiza el oído, puede escuchar e invitan a imaginar finales.
Y es que en tiempos en donde la información está diseminada por las redes sociales y lo único que importa es habitar en el presente, da gusto fabular y anticipar desenlaces probables, o simplemente reconstruir relatos en una época, la actual, en donde oímos rumores a saltos de mata a través de internet. Un ecosistema lingüístico muy intuitivo y en constante reformulación es lo que hacen Espanto en este fabuloso nuevo disco Rumores (Austrohúngaro, 2024) ya que sus letras narran historias (universalmente) mínimas que apelan al oyente para que éste las reescriba, y como se ha mencionado antes, imagine a su ritmo, con sus tiempos no establecidos previamente, y sus necesarias pausas.
Si su anterior disco Cemento giraba entorno a la ciudad y su morfología plomiza de andares afligidos, aquí no sólo crean preciosas églogas a la magia de la oralidad, sino también a la naturaleza, un entorno que es como una segunda piel para el dúo de Logroño. De esa orografía bucólica salen canciones como “Mi Río” (“Las luces de las ciudades a nuestro paso emiten señales para que nos quedemos siempre así / siempre aquí / yo lo elegí y a mi me eligió a mi / siempre nuevo, pero siempre el mismo / siempre digiriéndose al mar”). Me imagino a Heráclito bailando esta tonada electropop, pero aún no me atrevo a insinuar un desenlace. En “Pájaros” de nuevo la naturaleza es protagonista, esta vez enmarcadas en sonoridades de cajas de música y con Ryuichi Sakamoto como rumor de fondo, y en “El Rumor Del Río” (“El rumor del río escucha lo que nos dijo / atravesando el tiempo hasta llegar a nuestros oídos”) Luis canta una bella parábola sobre el paso del tiempo.
En “Estarán Aparcando” su tecnopop recuerda a los experimentos de The Magnetic Fields pasados por el tamiz literario de Beckett, y Teresa canta sobre esperas y probabilidades de cabalística de mesa camilla; se gastan mucha guasa con “Estilo”, en donde con una pátina glam, cantan al poder de ser uno mismo, mientras que en “El Temblor De Las Palabras” (para quien esto escribe la mejor canción del álbum) retoman, en parte, el toque acústico de sus inicios para entregar unos versos que remiten al eterno torrente de palabras que nos invaden y alienan, y que acabarán (con suerte) en algún vertedero del olvido sin ser escuchadas (con guiño cómplice a Pablo Milanés). ¿Para qué sirven las palabras? Como escribió Octavio Paz en su libro El arco y la lira: “El habla es un conjunto de seres vivos, movidos por ritmos semejantes a los que rigen a los astros y las plantas”