Josele Santiago
El reencuentro en el local de ensayo fue enchufar, yo empecé el riff de John Wayne´, me siguieron y así empezamos…
Pillar a un artista en plena faena, o lo que es lo mismo, interrumpir el momento de inspiración de uno de tus músicos favoritos es algo que te sorprende a la vez que te molesta, porque no todos los días se tiene la ocasión de charlar con uno de los personajes más relevantes del rock español, responsable de una de las carreras más sólidas y coherentes tanto en sus discos en solitario, personales y ya al margen de cualquier exigencia comercial, como en esas legendarias canciones que fabricaba (y esperemos que vuelva a fabricar) junto a sus amigos y Enemigos, haciendo que la década de los noventa no se entienda sin apelar a la perfecta cuadratura de un círculo que comenzó en el madrileño barrio de Malasaña, sin apenas afán de trascender, por pura afición y vocación, y que ahora vuelve a pasear su grandeza por los escenarios más prestigiosos del país con su figura de nuevo al frente.
Josele Santiago, letrista único, se asoma de nuevo a nuestro portal con la discreción acostumbrada, pero como es su norma, con la honradez y la sinceridad por bandera.
Menudo regalazo la cajita “Desde el jergón”. 5 CDs, rarezas y maquetas incluidas, un DVD… un gran trabajo el que os habeis pegado y los fans os lo agradecemos.
Bueno, ha sido Fino el que se lo ha currado, y regalo tampoco, porque también cobramos (risas), y vale su dinerito. El trabajo ha sido de estudio, de remasterización y recopilación de material y todo eso, luego la selección tampoco ha sido tan duro porque era bastante obvio, es decir, tampoco había sitio para muchos caprichos. Si cuentas por cada disco cuatro o cinco niñas bonitas que tienen que ir por cojones, al final te sale casi toda la caja. Y luego está el DVD, que a mi modo de ver es la parte más interesante, sobre todo porque yo no había visto nada filmado, hay muy pocas cosas y un concierto entero nunca, y además es el último.
Ya iba siendo hora de que se hiciera algo así con una banda como los Enemigos, con un universo propio y unas canciones tan particulares, porque no me negarás que siempre fuisteis un poco por libre.
No, para qué te voy a negar eso. Yo creo que por eso nos ha costado tan poco juntarnos ahora, diez años más tarde, y empiezan a salir las cosas de la misma manera que en su día, porque es un repertorio que no está ligado a ninguna movida ni a ninguna corriente ni a ningún tiempo ni a ningún lugar determinado, son canciones viscerales que hablan mayormente de vivencias que podemos tener todos en cualquier lugar y en cualquier tiempo y no han perdido vigencia.
Como los buenos vinos, ¿crees que vuestra propuesta ha madurado con los años o las cosas han cambiado ya demasiado como para que la revuelta enemiga tenga sentido hoy en día?
Sentido está teniendo, como se puede constatar en cualquiera de los conciertos, quiero decir que viene gente, mucha gente, y disfruta y lo pasa de puta madre. Ese es el sentido que tiene que tener, así que tiene todo el sentido del mundo. En cuanto a lo técnico y lo músical, yo lo noto y mis compañeros creo que también, sobre todo en que hemos progresado como músicos, porque no nos hemos apartado de la música, sigue siendo nuestra profesión y en estos diez años hemos aprendido un montón en el sentido no de hacer más virguerías sino más bien al contrario: a empastar, a estar al servicio de la canción y de la banda. Eso hace que ahora seamos por momentos una apisonadora, la verdad.
Diez años después, esto ha cambiado mucho, y no siempre a mejor. ¿Con qué dificultades se encuentran ahora los Enemigos?
Con la misma dificultad que todo el mundo, que ahora hay poco trabajo. Ocurre en todos los gremios, hay muy poco trabajo, muy poco dinero y ya sabemos todos la que está cayendo. A nivel de cómo está la escena musical y todo esto, como tú decías antes, siempre hemos ido por libre y seguimos yendo, además tampoco tendría mucho sentido en una banda tan improbable como Los Enemigos, quiero decir que somos cuatro tíos y cuatro músicos muy distintos. Pero luego no se nota, o si se nota es de manera subliminal o secundaria si quieres.
¿Vuestros hígados, o el tuyo en particular, están ya para pocos trotes?
Yo estoy de salud de puta madre, como también se puede constatar en los directos. Ahora, que yo dé prioridades a mantenerla más que a estropearla ya es otro tema, y el hígado está perfectamente, ya ha trabajado lo suyo el pobre pero bueno, ahí está descansando y echándose un sueñecito.
Antes Fino y tú ya os juntasteis con Artemio para rescatar aquel “Ferpectamente” en una tanda de conciertos “temáticos”, por llamarlos de alguna manera.
Bueno, recordándolo más bien. Aquello fue un poco anecdótico, no tenía un espíritu muy profesional, era más bien para echar unas risas. De hecho, yo ya tenía mi disco, el segundo, grabado, y lo aparqué, lo dejé hasta el otoño para estar ese verano con Artemio y con Fino haciendo el ganso por ahí, que nos apetecía mucho, hacía no me acuerdo cuántos años que habíamos conseguido sacar un disco, el primero, y coño, nos apeteció retomar una amistad que estaba muy perdida, éramos tres amigos que consiguieron sacar su primer disco a la calle. Bueno, Fino no estaba cuando salió, pero entró enseguida y fue el que lo defendió por ahí. Era la alegría de ver un disco tuyo en la calle, ¿cuántos años eran desde el 86 hasta el 2006? Creo que hacen veinte, ¿no? Pues eso, y fue una cosa, ya te digo, con otro espíritu, y este era el equipo titular que luego estuvo defendiendo las canciones de los Enemigos en el escenario por todo el país durante diecisiete años o dieciocho.
¿Cómo fue ese reencuentro, el día en que os reunís los cuatro de nuevo y empezais a poner en marcha toda la maquinaria? Las sensaciones serían muy fuertes, imagino.
Hombre, claro, imagínate, hubo que apartarlo todo un poco de la cabeza para dejar sitio a lo que había que hacer. Enchufamos, yo empecé el riff de “John Wayne”, me siguieron y así empezamos hasta que formamos un repertorio en cuestión de dos o tres semanas, no recuerdo. Trabajamos duro, ¿eh?
En el Territorios Sevilla os vimos fuertes, sonando igual de bien o mejor que cuando decidisteis parar. Sin embargo, entre el público escuchamos comentarios como “estos van ya con el piloto automático” o “tocan de la hostia, pero no sorprenden nada”. Que conste que eran clara minoría, pero yo pregunto: ¿es que nunca van a tener bastante?
Hombre, tampoco puedes pedir unanimidad, siempre va a haber alguna discrepancia o quien le vea alguna verruga, no sé. Eso es inevitable, a mí no me parece mal. En cuanto al piloto automático esto sí que no es así, es decir, esto está ensayado, está trabajado y no hay piloto automático que valga, si te distraes se va al carajo. Somos una banda que nos basamos mucho en la precisión y no podemos perder la concentración, o sea que de piloto automático nada, macho. No hay lugar a la improvisación ni a trucos, que los hay, de recurrir a escalas o no sé qué, no, es una hora y media o dos horas de concentración absoluta y es un esfuerzo considerable, físico y mental.
También habrá un lado bueno, y eso creo que tiene que ver con la motivación del músico, con aquello que sigue llamándose vocación.
Claro, nos ha surgido la ocasión de tocar juntos, de tocar con unos medios interesantes con la posibilidad de sonar bien con un equipo profesional y competente y dijimos que sí enseguida. Y por otro lado teníamos el repertorio este ahí aparcado y muerto de la risa, que era una lástima, coño.
En tu caso, después de unos años en los que el circuito de Josele Santiago era, por decirlo de alguna manera, para una “amplia minoría”, has vuelto a tocar delante de una audiencia bastante más nutrida. ¿Eso da ganas de volver a lo tuyo, al pequeño formato, o sigue siendo un subidón importante?
Ni una cosa ni la otra. Es un subidón, claro que sí, de repente, pero me remito a lo que te decía de la concentración y todo eso, no está uno muy pendiente de la gente que haya o deje de haber, sino de que salga bien la cosa, somos músicos profesionales y nos tiene que dar igual que haya doscientos que dos mil. La cosa tiene que salir bien, tío, porque la gente ha pagado su entrada y hay que hacerlo bien. Que esté lleno, no esté lleno, los circuitos, cuando hay cien, es pequeño, mediano, no sé qué… yo puedo decir al respecto que he cogido la costumbre de amoldarme a todo, tocar una noche en un teatro pequeño en solitario con mi guitarra acústica y un micrófono, y a la noche siguiente en un festival, que también los he hecho en solitario, no tan multitudinarios, a lo mejor en escenarios un poco más pequeños, pero también los hemos hecho, y al día siguiente tocar con Pablo Novoa, al otro con la mitad de la banda, al otro con la banda entera. Uno va cogiendo callo, y de hecho desde que en el 2006-2007 empezó a bajar la cosa el que no se ha ido adaptando a formatos pequeños y a ir a todo lo que haga falta pues lo ha tenido que dejar.
La verdad es que, independientemente de la continuidad del grupo, hoy escuchas “Alegría”, “La otra orilla”, “Me sobra carnaval”, por nombrar sólo algunos de vuestros himnos, y suenan tan actuales, tan frescas, que piensas que son ya pequeños clásicos y que no quieres dejar de disfrutarlos nunca.
Pues nada, ahí estaremos nosotros. Ya te digo, yo creo que se debe a eso, a que no son canciones que estén ligadas a un lugar y a un tiempo concretos sino que son más bien viscerales, son cosas que sentimos todos en cualquier tiempo y en cualquier lugar.
A estos conciertos asisten al menos dos generaciones: los fans y los hijos de los fans, al menos algunos. ¿Se siente uno más viejo o más sabio?
Al menos, sí (risas). Son un poco sentimientos encontrados, cojones, por un lado que tienes unos cuantos años pero por otro está bien constatar que no han pasado en balde y que de alguna manera los has aprovechado, lo cual es una alegría.
Si lo dejasteis en su momento porque la cosa no funcionaba como debía funcionar, ¿qué tiene que pasar ahora para que no volváis a dejarlo?
No te sé decir. Si seguimos así desde luego no tenemos por qué dejarlo, yo no veo ningún motivo. Tenemos dos o tres bolos al mes, los medios para hacerlos en condiciones, ofrecer un espectáculo muy digno y ahora mismo no habría ningún motivo. Nosotros lo dejamos en su momento supongo que porque cada uno quería seguir por otro lado, y yo creo que estas inquietudes están ya más que satisfechas durante estos diez años, y de momento no vemos motivos para dejarlo, si de aquí a tres o cuatro meses, o años, lo vemos, pues lo dejaremos. Además, llevamos cinco bolos, ¿cómo lo vamos a dejar, hostias? (risas). Ahora es el momento de relajarnos y disfrutar, y ya te digo que ha costado su trabajo también y su tiempo, no ha sido cosa de “one, two, three” y eso es todo, por lo menos en mi caso, a mí me ha costado tela. Nosotros, me acuerdo de que era nuestro día a día en los noventa, ensayábamos casi a diario, o sea, si había ensayo había que avisar, “ey, tíos, que no puedo ir”, era nuestro curro y como tal nos lo tomábamos. Pueden dar fe los de los locales de ensayo y un montón de gente, y así seguimos tomándonoslo, muy en serio.
No te vamos a preguntar otra vez lo que os preguntan todos, porque ya estaréis cansados de decir que no sabeis si esta nueva revuelta enemiga va a continuar en el estudio o no, así que cambiamos de tercio: ¿qué se cuece en la cabecita de Josele Santiago de cara al próximo álbum? Ya estarás escribiendo cositas…
Ya estoy escribiendo canciones, y si no me encuentro mal (risas). No sé, es una profesión un poco enfermiza, la verdad, el síndrome este del folio en blanco pues en mi caso es así, yo he oído a otros compañeros decir que no, pero yo me pongo y no sale nada, lo que pasa es que ya me lo tomo con más calma porque es una cuestión de paciencia. Como decía alguien, por si viene la inspiración, que te pille trabajando. Yo me levanto y me pongo a trabajar, y si me doy un paseo por ahí pues también, siempre estoy pensando en canciones y suelo tener la agenda bastante llena, lo que pasa es que también luego se llenan muchas papeleras, van muchas cosas a la papelera. De hecho ahora mismo estoy aquí, con una libreta, tomando unas notas, me habeis pillado en pleno currele. Luego ya hay cosas que valdrán o no, pero procuro si puedo trabajar a diario.
Para terminar, ¿cómo se ve la vida y la trayectoria artística desde la perspectiva de alguien que ha degustado el éxito (y no sabemos si después lo ha vomitado) y que ahora vive junto al mar, buscando la inspiración y la distancia necesarias para seguir en el ruedo?
Estoy viviendo ahora muy cerca del mar, iba a darme un garbeo a la playa pero ahora está petao, no está como para inspirar a nadie, está más bien pues eso, de piratas (risas). Pero se me ha ido la pinza… estábamos hablando de si me he venido aquí buscando la inspiración, no hombre no. Me he venido aquí por mi chica, porque vive aquí y porque estaba un poco harto de Madrid también y quería un poco de aire. Llevaba ya tiempo además, he estado viviendo en Galicia, he estado por Castilla… Llevaba ya unos años yendo y viniendo de Madrid, y al final me he acabado yendo del todo.