Discos

Liz Green – O Devotion! ([PIAS] Spain)

En estos tiempos de prisas es raro que alguien que gana un concurso de talentos en un escenario tan prestigioso como el Festival de Glastonbury tarde más de 5 años en publicar su disco largo de debut. La cantautora de Manchester Liz Green ha lanzado algunos singles y EPs en todo este tiempo (entre ellos su tema más conocido, “Bad medicine”), pero sólo ahora ha encontrado el tiempo y la serenidad para recopilar todos esos temas, además de algunos nuevos, en este O Devotion! (PIAS, 2012) que ahora ve la luz.
  
Pocas sorpresas para los que hayan seguido su trayectoria, puesto que los temas nuevos que se añaden a los ya conocidos no hacen sino reafirmar lo que ya se sabía: que Liz Green es un raro perro verde empeñada en situarse a sí misma en algún punto espacial, temporal y estilístico a medio camino entre la chanson, el blues, el ragtime, el cabaret europeo, el pianista de bar y la tradición folk de contar historias sin atender en demasía al ornamento y sí al contenido.

Esa sensación de estar fuera de su tiempo es la que transmiten sus canciones, dejando la voz en primer plano (repito: lo importante es la historia) acompañada de lejos por un simple punteo de guitarra, con ocasionales apariciones de vientos en el mejor estilo de Nueva Orleans o de pianos que podrían estar tocando Billy Joel o Tom Waits en algún tugurio de carretera. Ritmos cabareteros, partes a capella, referencias a la vieja Europa, a las óperas de Kurt Weill y a los tímidos acompañamientos siempre en segundo plano de Edith Piaf o George Brassens, todo ello conforma el particular mundo, congelado hace más de medio siglo, de Liz Green. Los títulos de algunas canciones refrendan dicha sensación: “Ostrich song”, “Midnight blues”, “Luis”, “French singer”, “Rag & bone”…

A través de las canciones de O Devotion! asistimos a historias de perdedores, de desvaríos amorosos, de supervivientes del Holocausto, de obsesionados por los funerales, de sueños románticos y de tristes despertares. Historias enraizadas en la infinita tradición del blues, del folk y de los medicine shows de principios del siglo XX. Lástima que ya casi nadie, empezando por las propias distribuidoras que mandan sus discos de promoción en tristes fundas de cartón, otorgue importancia alguna a las letras.

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