Entrevistas

Mártires del Compás

Esta gira es un principio para decirle adiós a toda la gente a la que no se lo dijimos y un hola a la que tampoco tuvimos la cara o la simpatía de explicarles por qué desaparecía el grupo


 
No debería haber sorprendido la noticia que hace unos meses hizo pública Chico Ocaña, esa especie de Lazarillo falsamente ingenuo y profundamente sagaz que anda buscándose la vida para poner sus hirientes versos en forma de canción desde hace más de veinte años, y que aseguraba que su banda de toda la vida, los imprescindibles Mártires del Compás, volvían al ruedo de la actualidad musical con una gira de título escueto y explícito: «Hola y adiós». Para cerrar una etapa no demasiado bien concluida en su momento, para abrir un nuevo y breve capítulo en su historia o para satisfacer una demanda tanto externa como interna. Sean cuales sean las razones (alguna de ellas nos desvela en esta entrevista), bienvenidos sean de nuevo a los escenarios, porque nunca sobran en el mundo versos ni personas que los hagan propios.
 
Veinte años han pasado ya desde aquel «Flamenco Billy» que marcó no solo a los propios Mártires, sino a toda una generación que vio en aquellas canciones y aquella forma de entender la música algo así como una nueva revolución. ¿Cómo se ve hoy desde la perspectiva de uno de sus instigadores?
 
Después de tener trescientas canciones editadas, son veinte años con el proyecto de Mártires, que empieza en los noventa con Kiko Veneno, el hijo de Martirio, el Caraoscura, Marco Aguilar, Alberto Álvarez y Pepe Lagares. Formé Mártires en 1993, empezamos a grabar el primer disco en el 94 y salió en el 95. Estamos celebrando veinte años de historia, el camino no ha sido fácil pero al final tiene de gratificante el haber podido llegar a una forma de hacer música en este país, sobre todo en el sur, diferente, partiendo siempre de la esencia flamenca, del compás y de la transparencia musical.
 
Un regreso con fecha de caducidad, como bien habéis dejado claro desde el título de la gira. ¿Fue algo premeditado o ha sido una idea que surgió a raíz de este vigésimo aniversario?
 
La oferta de volver para celebrar veinte años ha pesado. Después de ocho años sin relacionarnos hemos vuelto, nos hemos relacionado, y gracias a esta oferta nos hemos vuelto a ver. En la distancia, a esta gira de «Hola y adiós» no hay que ponerle una fecha de caducidad, sino que es un principio para decirle adiós a toda la gente a la que no se lo dijimos y un hola a la que tampoco tuvimos la cara o la simpatía de explicarles por qué desaparecía Mártires hace ocho años. Gracias a esa forma de entender que hay que ser buena gente con los demás he decidido volver e intentar hacer las canciones enteramente libres e ir a las ciudades donde marcamos historia y donde la gente va otra vez a verte, claro.
 
Hay bandas que se reagrupan para cerrar viejas heridas; otras para terminar algo que dejaron a medias; y otras simplemente por la inyección económica que supone la oferta de un manager avispado. ¿En vuestro caso pesa más la nostalgia?
 
No, no. Yo sinceramente daría las gracias porque ahí hay canciones que permanecen después de veinte años, yo encuentro chavales que ahora tienen veinte años y cantan mis canciones. Quiere decir que algo bueno tendrán mis canciones, y algo bien habremos hecho como para que sigamos teniendo todavía bastante público. Nosotros hemos estado hace poco en Sevilla, en el Territorios, delante de más de treinta mil personas, y en Madrid también hubo bastante gente, con lo cual eso significa que nos recuerdan con gratitud y buen rollo, ¿no?
 
¿Qué ha cambiado en todo este tiempo personal y artísticamente?
 
Personalmente, he sido padre durante estos ocho años, tengo una niña de siete años para ocho, y ellos también son padres. Yo he sido de todo el grupo el que más seguidores ha tenido en la música porque hice dos discos como Chico Ocaña; uno se llama «Canciones de mesa camilla», que es el que tú conoces, y el «De piedra», y van funcionando bien, aunque cuando no tienes mucha difusión pues…
 
En el momento de la separación, hace ocho años, el grupo seguía al mismo nivel, es decir, no había síntomas de cansancio en lo que respecta a la creación. ¿Se quedaron muchas canciones en la recámara o lo que se grabó en su momento era todo lo que había?
 
No, no, en mi trabajo nunca se queda nada en la recámara. Puede ser que haya alguna canción que no había encajado en el anterior y la habíamos propuesto para el otro, pero siempre es un trabajo en bloque, no es una canción, son canciones que se interrelacionan entre sí. Por ejemplo, el disco «De piedra» que he hecho tiene relación con la crisis, con los cambios sociales y es capaz de identificarse con los tiempos en que estamos. Con Mártires pasaba exactamente igual, nunca se quedó una canción en el tintero puesto que lo que trato de explicar como letrista cantable que soy y como cronista de lo que veo es justamente eso, lo que veo, no intentar conservarlo o modelarlo, sino dirigirlo y vivirlo. Yo consumo vida para escribir canciones.
 
Supongo que pesa, por el bagaje acumulado sobre todo, el recuerdo de esas noches en escenarios míticos como el del festival de jazz de Montreux, el Lunario de México D.F. o el propio CBGB de Nueva York. Por cierto, allí dijeron que érais una banda punk.
 
Sí, allí nos presentó David Byrne, de los Talking Heads, que fue nuestro padrino. Él hizo un recopilatorio de música española y metió una canción nuestra. Gracias a él tocamos en el CBGB para un grupo reducido de productores en el que él estaba, y la verdad es que con muy buena crítica. Decían que entender el punk hispánico era empezar por entender el Al Andalus, y entonces él empezó a indagar y dijo «ahora entiendo cuál es el matiz de vuestra historia». Fue muy bien porque así empezamos a hacer giras allí. También hemos tocado en Egipto, en Moscú, en La Habana, en Europa y en muchos sitios interesantes.
 
De todas formas en solitario Chico Ocaña ha seguido haciendo prácticamente lo mismo, solo que con otra gente. Sin embargo, sí que se puede distinguir otro sello en tus discos al margen de la banda, otro sentimiento.
 
Hombre, claro. Vamos a ver, las personas cuando se quieren, quieren de la misma manera, pero cuando cambia la persona a la que quieres el cariño también se cambia, no vas a querer ahora mismo como quisiste a tu ex. El cariño es el mismo pero la dirección es diferente. El amor es el mismo, lo que pasa es que uno se junta con otra gente, y también yo lo planteo como un tirante entre antes y ahora, no entre Mártires y Chico Ocaña, sino de Chico Ocaña como escritor, como autor de sus canciones, y yo creo que la dirección también está ahí. Si hubiera seguido con Mártires también habrían salido esas canciones.
 
Se puede pensar que solo dos álbumes en ocho años es poca cosa para un artista con tantas cosas que decir.
 
Bueno, yo me he dedicado a hacer más cosas, pero no está la cosa para hacer canciones. Yo tengo un disco ahora que he sacado con licencia de Warner y no está moviéndose, está difícil. Yo nunca he vendido discos, yo he hecho conciertos, pero vender discos, poco que yo sepa. Bueno, a lo mejor cuando me muera alguien empezará a hacerme regalos, pero entonces yo vendré vestido de fantasma y me cagaré en los muertos de todos.
 

 
Has (habéis) huido siempre de las etiquetas dentro del flamenco, porque aunque siempre ha estado ahí, en la base de todo lo que has hecho dentro y fuera de la banda, lo que ha distinguido esta propuesta siempre ha sido el surrealismo, la irreverencia y una peculiar forma de hablar de lo que sucede en el mundo.
 
Bueno, yo tengo esa habilidad, me salen esas canciones porque las vivo y las veo. Yo narro en tercera persona pero en la acción-reacción los versos salen porque los vivo, ya te he dicho que yo consumo vida, consumo personas, pero consumo lo resaltable, honradamente, lo que resulta interesante para la persona y para mí como alguien a quien le gusta hacer canciones. Yo creo que todos los días me es imposible irme a la cama sin pensar un verso o algo, y creo que «De piedra» a nivel literario es muy bueno.

La verdad absoluta no existe y cada uno defiende la suya. ¿Hace falta, ahora más que nunca, gente que trate de buscarla a toda costa y que la ponga en forma de canciones?

Claro. La verdad deja de ser verdad cuando la dices, ¿sabes? y una verdad dicha muchas veces al final se vuelve mentira. Es como las canciones de radio fórmula, que te gustan procesadas. Yo creo que la gente que somos más normalita e intentamos explicar las cosas desde el corazón y desde la honradez y la transparencia, nuestras relaciones funcionan.
 
¿Esa singularidad explica el por qué nunca fuisteis santo de la devoción de los puristas?
 
Hombre, menos mal. La distancia marca eso, también lo vivido hace mucho, el ver, el ser abierto. Las canciones mías salen porque me gustan las personas, entonces parten de esa misma idea, yo creo que a la hora de centrarlas o de enfocarlas sale ese sentimiento humano que hace que las canciones sean humanas, y eso, más que la voz o la música, es labor del que las dice y las vive.
 
¿Qué formación es la que te acompaña en esta gira de reunión? Por el grupo han ido y venido muchos músicos.
 
Vamos los Mártires, si no no vuelvo. Somos los mismos menos Sidy Samb, el senegalés, que lo dejamos en el 98 con «Al compás de la llaga dolorida», pero el resto somos los mismos. Está la «martiresa» Rocío, Alberto Álvarez al cajón, Julio Revilla a la guitarra eléctrica, Manuel Soto «Noly» a la flamenca, Jesús Díaz al bajo y aquí Chico Ocaña, voz y alma de toda esta historia.
 
Os presentáis en varios eventos este verano, incluido el interesantísimo festival Cultura Inquieta en Madrid, pero supongo que tocar en el Territorios Sevilla sería muy especial para vosotros y para vuestro público, que parece que tenía unas ganas enormes de reencontrarse con Mártires del Compás.
 
Tenemos muchas ganas de tocar. En Sevilla muy bien, mucho cariño, era impresionante la cantidad de gente que había cantando nuestras canciones. Nosotros lo que tenemos es que cada concierto es diferente, tratamos a la gente diferente, la geografía te hace a ir a otro sitio dentro del espectáculo. Mártires nos bajamos del escenario cuando nos echan y no sabemos el orden de las canciones, tú sabes, lo de siempre, ese misterio.
 
Pase lo que pase a partir de ahora, Mártires del Compás han conseguido convertirse en una marca de fábrica perfecta en la historia de la música española, salvando las distancias con propuestas similares, claro.
 
Como no lo mencionáis, creo que sí. Yo estoy no solo orgulloso del trabajo, sino que cuando pienso en mi hija cuando canta las canciones y veo salud y alegría, eso te hace… Es algo muy grande, sí.
 
 
 

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