Nada Surf – La Riviera (Madrid) – 28/04/16
Nada Surf son una de esas bandas que siempre son un valor seguro. Lo son en disco y lo son en directo. Puede que no cuenten con toda la repercusión y el beneplácito de la crítica que merecen. Y a quién le importa: su legión de fans somos fieles y nunca nos perdemos sus citas generosas con nuestra geografía. Si se me permite el símil futbolístico, es como ser del atleti en tiempos de grandes presupuestos y hegemonías trasnochadas.
Tampoco faltamos a la escucha leal de sus nuevos lanzamientos: You know who you are (16), su último lanzamiento, a pesar de parecer un compendio de todas las virtudes de su carrera, puede que no esté para quien les escribe entre sus mejores obras por quizá un acabado opaco y apagado en la producción de los temas.
No importa en demasía: el valor de sus melodías y de algunas composiciones es siempre encomiable. También es verdad que la trayectoria discográfica de diez años desde Let Go (02) a The stars are indifferent to astronomy (12) me parece una barbaridad; todos y cada uno de esos discos son obras capitales en mi transitar –incluyendo If i had a hi-fi (10), simple y llanamente mi disco favorito de versiones escuchado nunca-.
Así las cosas, eran muchas mis ganas de encontrarme con ellos una vez más sobre las tablas. Y para hacerlo, también había que bajar a la ribera del Manzanares, como para ir al Calderón. Esperaba como digo algo bueno, pero no me esperaba encontrarme con el mejor directo que he visto nunca de la banda. Es más: ni en sueños imaginé que este show fuera a convertirse en uno de los mejores de mi vida.
Nada Surf infligieron velocidad, sudor y electricidad a su actuación, justo las virtudes de las que más adolece su nueva obra. Fue esa predisposición, unida a un entusiasmo asombroso, los que auparon la velada hasta lo más alto.
El ahora cuarteto (impresionante los aportes y matices del guitarrista Doug Gillard) nos brindó una colección de himnos maravillosos que brillaron con especial resplandor esa noche: “Whose authority”, “Weightless”, “80 Windows” –intensísima-, “Inside of love”, “See these bones” o “Happy kid” se fundieron de forma natural con sus mejores nuevas canciones, especialmente con el arranque poderosísimo de “Cold to see clear”, una prodigiosa “Friend hospital” y una sanadora “Out of dark”.
Mención aparte para lo bien que llegaron los agradecidos rescates de The weight is a gift (05), ese disco tan especial producido por el ex – Death cab for cutie Chris Walla-, tres fundamentales en el grueso del concierto (“Do it again”, “What is your secret?” y “Concrete bed”).
Pero fueron esas cosas que no ves llegar las que una vez más marcaron el devenir de los acontecimientos, por pequeñas que parezcan: en este caso lo fue escuchar en vivo, tras miles de años sin tocarla, el corte que abría su debut, la potente “Deeper well” y una interpretación que nos puso a muchos –no sólo a su bajista Daniel Lorca (lee su reciente entrevista en MZK aquí)- al borde de las lágrimas de su reciente clásico “When i was Young” –una pena pasar tan de puntillas por su fenomenal y vivificador The stars are indifferent to astronomy (12)-.
Absolutamente extasiados, asistimos a un bis demoledor iniciado con la electrizante vibración de “Hyperspace”, un “Popular” a piñón –esta vez sí sonó- y la comunión absoluta que supuso la dupla de “Always love” y “Blankest year”.
Y cuando ya nos íbamos con la sensación de haber estado ante una de esas citas a recordar por los siglos de los siglos, Nada Surf volvieron sobre al escenario para susurrarnos a capela y dos acústicas, completamente desenchufados, unas bonitas y enternecedoras “Blizzard of ‘77” y “I like what you said”. Este broche, por si a alguien no le había quedado claro, rubricaba a fuego el sentido último de haber asistido a aquel recital: nunca dejes de creer.
Totalmente de acuerdo con lo que cuentas, esta vez sonaron mejor que hace años en La Riviera, ellos lo dieron todo y nosotros el público también.
Mañana (sábado) los veré por vez primera en Bilbao, después de llevar tantos años escuchando sus canciones estoy como un chiquillo esperando impaciente el concierto. No defraurarán, seguro.