Pentatronika – Fuego (Hall of Records)

Pentatronika es el nuevo proyecto de Guillermo Artés, un veterano de la escena musical valenciana que antes estuvo con Kindergarten y posteriormente en solitario bajo el alias de Guillemka. Los últimos tres años los ha dedicado a reunir canciones para este álbum de nombre y contenido incendiarios, en los que se atreve a dar rienda suelta, con ironía y sentido del humor, a su enfado con estos tiempos tóxicos que nos ha tocado vivir.

Títulos como «Políticos diciendo la verdad», «Crudo», «Blues de cospe dhal», «Iberia caníbal» o «Spain´s pain» no dejan lugar a dudas sobre sus intenciones. Además las letras no tienen desperdicio, mezclando sin rubor referencias diversas a canciones de otros artistas, y a elementos de la cultura pop  («viva el mal, viva el capital«) con las proclamas propias. Todo ello, como dije anteriormente, con un exquisito gusto y sentido del humor, sin dar la sensación de que estamos asistiendo a un mitin o a una reunión de indignados, aunque la verdad es que indignación hay bastante en estas canciones.

De todos modos, para nada es un álbum con lo que podríamos considerar «canción protesta» clásica. El álbum es, también en lo musical, muy entretenido y divertido. Las referencias musicales vienen del mundo del blues-rock, del garaje, pero hay estribillos brillantes («Políticos diciendo la verdad») y sobre todo mucha chulería vocal al estilo de Lou Reed o los Modern Lovers («Chicas con ukeleles», un elegantísimo zapatazo en la cabeza a esos festivales que apuestan siempre por lo mismo, o la muy bestia «Crudo»).

Un álbum, en definitiva, con el que se pueden dar saltos, mover la cabeza en todas direcciones, hacer algún pogo y también sentarse a escuchar unas letras que, insisto, merecen atención. Un disco ácido e incómodo, que arrasa con todo, que nos pone frente a frente con la desdicha de existir en estos tiempos podridos, pero que también contribuye a que nos podamos evadir de ellos durante unos minutos, o al menos distanciarnos con una mirada socarrona y divertida. Así deberían ser todos los discos reivindicativos. ¡Viva la ironía viva el sarcasmo!