Sedibus – The Heavens (Orbscure)
Bajo el nombre de Sedibus hallamos al Dr. Alex Paterson, la inquieta mente de The Orb, que se ha reunido de nuevo en un estudio con Andy Falconer, ex The Orb en este caso, tras tres décadas después de que ese encuentro ocurriera por última vez. Y este dato es más que relevante. No obstante, ambos estuvieron detrás de la producción del celebrado y seminal The Orb’s Adventures Beyond the Ultraworld (Big Life, 1991), aquel debut en formato de larga duración de la formación británica responsable de la popularización del ambient house.
Pues bien, treinta años después, Paterson y Falconer vuelven a producir un disco juntos, el primero del sello Orbscure (licenciado por Cooking Vinyl Ltd.) con el que la familia orbiana cuenta desde ya para lanzar sus proyectos paralelos y promocionar nuevos talentos. Quizá no se haya querido mojar demasiado Paterson con un nuevo lanzamiento como The Orb tras Abolition of the Royal Familia (Cooking Vinyl, 2020), pero The Heavens debería considerarse un disco más del grupo, así de claro. Y no solo por quienes están detrás, sino porque cumple con todos los requisitos.
El paisaje musical más texturizado es el que nos lleva de la mano en este viaje, en el que predominan esas capas hipnóticas responsables de la creación de organismos sonoros y de fantasías oníricas. “Afterlife Aftershave”, el tema que abre el disco, no ofrece ninguna duda sobre ello y nos sumerge en esos mundos sin casi más ayuda que el impacto en la psique, antes de seguir buceando en los universos de “Toi 1338b”, donde encontramos los primeros beats y sampleados.
Si comparamos The Heavens con el citado elepé de 1991, en el que ambos tuvieron mucho que decir, vemos una clara diferencia, y es que la programación de la percusión queda en un segundo plano en muchas de las etapas de esta travesía. Esas marcas The Orb, la del muestreo de voces y la del impacto electrónico al tempo más lento propio del ambient, sí que tienen su evidencia e importancia en cortes como “Unknowable”, una especie de épica espacial, aunque de nuevo decaiga en esa continuidad llamada “Papillons”.
El final de este viaje nos lleva al principio, aunque de distinta forma. La teoría de la espiral, aplicada al mundo sónico, en la que llegamos al mismo punto, pero mejorado o empeorado, se ve aquí reflejada, nunca mejor dicho, con un efecto espejo en el que el penúltimo corte es una edición del segundo, y la última, una del primero. Aunque, lógicamente, esos caminos nos suenen ya familiares, estos producen un efecto de retorno a la realidad o, por lo menos, de vislumbrar la salida de la madriguera del conejo de Alicia. Otra cosa es que se quiera salir, que está la realidad como para rechazar una propuesta como The Heavens.
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