Discos

Simple Minds – Big Music (Sony)

Me gustaría empezar esta crítica recordando ese pozo de sabiduría musical que es el foro de MZK y animando a todos los seguidores de Simple Minds a revisar el magnífico post que me hizo descubrir y amar los increíbles -aún más increíbles teniendo en cuenta la posterior ristra de discos desacertados – inicios de la banda. Para mí fue una auténtica revelación adentrarme en la originalidad y experimentación de artefactos tan inmensos como Empires and Dance (1980) o Sons of Fascination (1981) y tal vez por ello he seguido cada nuevo lanzamiento de los escoceses con mayor expectación de la que realmente puedan éstos merecer .

En el caso del disco que nos ocupa los precedentes eran, al menos, esperanzadores. Un par de decentes lanzamientos: Black & White 050505 (2005) y Graffiti Soul (2009) y, especialmente, la magnífica gira de hace tres años repasando sus cinco primeros discos (los del imprescindible período 1979-1982) me hacían albergar esperanzas de encontrar en Big Music algo más de lo que realmente el disco muestra.

Entrando en materia, «Blindfolded» cuenta con un buen inicio. Reminiscencias sonoras a su época gloriosa (en lo artístico) que sin embargo se estandarizan al entrar voz y batería. Aún así, los teclados y las guitarras que flotan la hacen de lo mejor del disco.

«Midnight Walking», «Human» y «Honest Town» son también buenas canciones -especialmente ésta última con su bonito estribillo y su dosis justa de épica- que tristemente quedan ligeramente planas por la producción poco arriesgada y demasiado pulcra.

Es con «Big Music» (la canción) y con la segunda parte del álbum cuando sin embargo entramos en barrena y el álbum no va a ningún sitio. «Blood Diamonds» y «Let the Day Begin» son despropósitos sin píes ni cabeza. Estribillos y estrofas sin ligazón clara se suceden en toda esta parte del álbum y es tan sólo el hecho de tener que escribir esta crítica lo que me «obliga» a seguir escuchando y descubrir que el tema final, «Spirited Away», contiene el estribillo y los coros más logrados de todo el álbum, suponiendo un pequeño alivio tras el tedio.

El resto de temas que se suceden no merecen más análisis y los pequeños destellos en forma de interesantes sonidos quedan ensombrecidos por la ya comentada producción estandarizada, detalle que termina por cansar y acerca el álbum más al sector del público británico cincuentón de retiro en La Manga del Mar Menor que a los que aún recordamos con cariño a la magnífica banda que Simple Minds fueron antes de hacerse mundialmente famosos.

 

 

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