Tachenko – El comportamiento privado (Limbo Starr)
Parece que fue ayer cuando, una vez disueltos El Niño Gusano, Sergio Vinadé debutara al frente de Tachenko con el inspirado Nieves y rescates (Grabaciones en el Mar, 2004) pero ha pasado ya más de una década y los zaragozanos, por suerte para todos, siguen en racha. Ahora editan El comportamiento privado (Limbo Starr, 2015), sexto álbum de una trayectoria hasta el momento intachable, donde cada referencia ha supuesto un pequeño paso en la gloriosa meta que parecen haberse marcado: la conquista de la perfecta canción pop.
Ante tan mayúsculo objetivo, mejor tomarlo con calma. Los pasos dados hasta ahora habían sido tan leves que con los años se les ha acusado, no sin razón, de cierto inmovilismo o autocomplacencia. Pero ¿es esto malo? Según se mire… Esta claridad de ideas les confiere una personalidad infrecuente en nuestra escena, siempre tan permeable a influencias y modas pasajeras. Canción a canción han ido asentando un discurso coherente y profundo, construyendo con solidez una carrera, haciendo de la repetición, virtud y del intento, logro.
¿Y ahora qué? Ahora vienen curvas pero el volante está en buenas manos. Tachenko dan un pequeño salto de gigante en El comportamiento privado, un giro que, sin resultar revolucionario, es el más pronunciado de su carrera reciente. La irresistible «Festivales de la fe» que abre el disco, el final a lo Jason Pierce de «Otras vidas» o los requiebros de «Declaración universal» recorren con éxito territorios inexplorados hasta la fecha por la banda.
Puede que esta actualización del discurso se deba a los obligados cambios en la formación. La salida de Edu Baos, ahora a tiempo completo en León Benavente, abre paso a David García al bajo y suma a Rafa Domínguez a los teclados. Esta savia nueva parece haberles espoleado sin perder su identidad: en «Midas», «Más madera» o «Las claves» reconocemos a los infalibles hacedores de melodías de siempre.
«Esto no está de moda, puedes ponerlo en tu titular» cantan en «Estilo Internacional», perla del tramo final del álbum. Hace un par de años, con motivo de El amor y las mayorías, Sebas Puente me comentaba: «estamos bien como estamos, sin renunciar a cotas más altas y sin minusvalorar lo que hemos conseguido». Ojalá este álbum les sitúe en la primera línea que, por derecho, merecen desde hace tiempo.