The Arcade Fire – ULU (Londres)
No voy a engañaros. Desde que el año pasado escuché Funeral, no es que haya cambiado mi vida, pero he encontrado uno de esos discos que acaban casi obsesionando a uno, que hacen saltar por las mañanas, emocionar por las tardes y bailar por las noches. No hará falta entonces aclarar las ganas que tenía de verles en directo para saber si no se reduciría todo a un sueño de estudio.
Win Butler, su esposa Régine Chassange y los otros cinco canadienses de adopción despertaron al público, nunca mejor dicho, con los primeros gritos de “Wake up”. Aunque fue con la siguiente, “Neighborhood #2 (Laika)”, con la que estalló de verdad el concierto. A partir de ese instante despejé mis dudas. El directo, si cabe, iba a superar al disco.
Derroche total de energía sobre el escenario y un desfile de instrumentos e intercambios entre ellos que mantuvieron todo el concierto vivo, sin descanso. Además de los básicos bajo, guitarras y batería, no olvidaron los teclados, el violín, xilófono, tambores, campanas…e incluso en ocasiones Willian Butler (el hermano menor de Win) aporreaba la cabeza de Richard Parry, que llevaba un casco puesto, claro. Una maravillosa orquesta de freaks.
Fue “Neighborhood #3 (Power out)” la que, tal vez, más agitó a la gente, pero “Une anné sans lumiére” enlazada con “Rebellion (lies)” fue sin duda uno de los momentos álgidos. Cogimos aire con “Headlights look like diamonds” y “No cars go”, pero simplemente porque eran temas menos conocidos, ya que pertecen al ep que editaron antes del disco. Sólo un bache en el momento “Neighborhood #1 (Tunnels)”, que empezó con un Butler incómodo al no sonar el bajo, así que decidió parar y tocar otra. Y así, tras el segundo, y definitivo, intento de dicho tema, fue Régine quien puso la nota final con “In the backseat” y una actitud algo teatral que inevitablemente recordaba más aún a Björk. Y como si de una alegre marcha fúnebre se tratase, bajaron los siete del escenario atravesando el lateral de la sala, hasta el descansillo, donde se dejaron de oír ya los tambores.
Algunos dicen que son the next big thing, y es que son simplemente geniales.