The Homesick – The Big Exercise (Sub Pop)
Una grata sorpresa, ese es el calificativo que podemos otorgar, para empezar, al segundo disco de los holandeses The Homesick, que entregan aquí una sabrosa mezcla de barroquismo psicodélico, post-punk y algo de pop progresivo, con la suficiente personalidad para no tener que hablar necesariamente de un producto revivalista, si no de algo enmarcado a la perfección en un contexto actual, dentro del cual la banda formada por Elías Elgersma, Jaap van deer Velde y Erik Woudwijk encaja a la perfección.
Su imaginativa mezcla, que bien podría compararse a la que realizan por ejemplo los británicos The Field Mice (cuyo último y magnífico disco ya comentamos en este magazine no hace mucho), resulta tan refrescante que podríamos decir que pocos discos construidos a base de elementos tradicionales -bajo, batería y guitarras, esencialmente- tendrán tanta enjundia como el que entrega esta banda con The Big Exercise, un disco que empezaron a gestar durante la gira que les tuvo ocupados a lo largo de todo 2018 y cuya parada en Suiza, según van deer Velde, tuvo la particularidad de que cayera en sus manos el disco Dolmen Music (1981), de la artista experimental Meredith Monk, en cuya música se vieron inmersos durante un tiempo y ha tenido que ver en el resultado final de este segundo capítulo de su discografía.
Bien, no es que lo suyo se haya convertido de la noche a la mañana en vanguardia, continúa siendo pop y de hecho, bastante más terrenal concreto de lo que fue aquél Youth Hunt (2017), debut que venía más influenciado por el kraut y stoner rock. Aquí, sin embargo, viran hacia traviesos jugueteos con estructuras complejas, cambios de ritmo y vertiginosas secciones rítmicas, que sin embargo siempre encuentran espacio para resultar atractivas. Y esa gran influencia de la Monk se ha plasmado sobre todo en el lado vocal, al que han sacado todo el partido que la desinhibición mostrada por la suiza ha permitido.
Eso es plausible, por ejemplo, en la canción que cierra el álbum, “Male bonding” -uno de los singles del disco- en la que transitan desde el registro vocal más sosegado posible, hasta el berrido más cafre. Así desarrollan una pequeña epopeya de algo más de cinco minutos con la que uno queda fácilmente boquiabierto, pues tamaña es la capacidad de aunar la melodía abstracta con la pegajosa, los riffs matemáticos y martilleantes, con las progresiones sorprendentes y elusivas del tedio. Es una canción que va del pop al rock con total naturalidad, uno diría que está escuchando a la vez a Hawkwind y a The Zombies, algo que, así dicho, desde luego parece una absoluta barbaridad.
Es, sin embargo la tónica general de un disco que es uno de esos hallazgos que incluso alguien experto y con las orejas cansadas de psicodelia encontrará estimulante y por momentos, incluso arrebatador. Cuando se juntan una imaginación burbujeante con la edad adecuada, uno se cree capaz de todo y si se deja ir del todo, salen pequeñas joyas como la ensoñadora “The small exercise”, la matemática -y no por ello menos embriagadora- “I celebrate my fantasy” ó “What’s in store”, una de esas aperturas de disco que causan que uno irremediablemente quiera más, como ocurre cuando éste se cierra al concluir la décima. De escuchar discos tan flipantes como éste uno nunca se cansaría. Y mira tú por dónde, además ahora nos sobra el tiempo!
Escucha The Homesick – The Big Exercise