Velvet Crush (Loco Club) València 16/10/23
Junto a Teenage Fanclub, Gigolo Aunts y Matthew Sweet, Velvet Crush fueron, probablemente, responsables de aquella resurrección del maridaje entre melodías y guitarras que se produjo a partir de la segunda mitad de la década de los noventa del siglo pasado. Su disco Teenage Symphonies To God (Creation, 1994), en el que reivindicaban a Brian Wilson, Big Star y Gene Clark (al que también versionaban) a base de canciones pluscuamperfectas, dejó una impronta difícil de borrar, sobre todo en nuestro país, donde todavía conservan un fiel regimiento de fans.
Y es que ahora ese disco, que es especial porque aglutina de forma brillante todas las virtudes de eso que la gente llama power pop y del mejor rock de tradición americana, cumple 30 años. ¡Uf! qué mayor se siente uno… Tal vez por ello esta extensa visita a nuestro país, que recorre siete de sus ciudades, se antoja de lo más relevante para los fans del pop de guitarras entre toda la nutrida oferta de esta temporada.
La gira recaló ayer, como no podía ser de otra manera, en el valenciano Loco Club, verdadero templo del tipo de música que ellos venían a defender, en el marco del ciclo Popular Songs, que organiza la promotora Tranquilo Música. Un Loco que les recibía con buena entrada, aunque no tanta como para colgar el sold-out, que probablemente de tratarse de otro día de la semana sí hubiera conseguido. Ya pintamos canas los que nos compramos su vinilo en aquellos maravillosos años y la vida nos ha pasado un poco por encima como para salir de casa en domingo noche. No obstante, allí estábamos los más entusiastas, con la sonrisa de oreja a oreja puesta y dispuestos a escuchar canciones que un buen día nos rompieron (con ternura) el corazón
Abrieron los de Rhode Island con “Window to the world” y “Ash and earth”, dos temas pertenecientes a In The Presence Of Greatness, el disco con el que debutaban en 1991 bajo la producción de su buen amigo Matthew Sweet. Dos temas enérgicos en los que, no obstante, a la banda se le notaba algo apagada. Al fin y al cabo, este es el inicio de su tour y, según una medio-broma del guitarrista Jeffrey Borchardt, no han hecho más que un par de ensayos preparatorios.
Su front-man, Paul Chastain, es un hombre pequeño, extremadamente tranquilo y aparentaba también algo de cansancio, con lo que la capacidad de transmisión de unas canciones diseñadas para hacer saltar al personal, se veía resentida, pese a los esfuerzos de sus compañeros, sobre todo, los dos guitarristas, dado que para esta ocasión tan especial el trío cuenta, además de con el mencionado guitarrista original, con la presencia de nada menos que el líder de Gigolo Aunts, Dave Gibbs, que era realmente el que inyectaba a la banda un entusiasmo que costó que todos alcanzaran al unísono.
No obstante, eso pasó. Como Paul es un hombre tranquilo y tirando a tímido, fue el batería y también legendario Rick Menck el que a menudo ejerció de maestro de ceremonias. Cuando se levantó de su set y anunció que la tercera canción iba a ser su celebrada versión de una de las canciones clave del primer álbum de Gene Clark, “Why not your baby”, la primera seleccionada del disco homenajeado, el respetable comenzó realmente a entrar en el show.
Y ellos, también. Una coda especialmente eléctrica y guitarrera, sobre todo para una canción tan melódica, fue la culpable de que esto empezara a parecer un concierto y no un trámite administrativo. A partir de ahí, todo fue más rodado: canciones enérgicas como “Goin’ to my head”, “Do what you want” o “Play for keeps”, de otras partes de su discografía, no desentonan en absoluto con las que el público esperaba realmente y que la banda, aunque lejos de tocar Teenage Symphonies en su integridad, como habían anunciado en entrevistas (como la publicada para la ocasión aquí en Muzikalia), le proporcionó a granel.
Sonaron espectaculares, tanto en materia instrumental como en lo que respecta a las armonías vocales que esta banda es capaz de enhebrar desde el escenario, pildorazos tan explosivos como “Atmosphere”, “My blank pages”, “Hold me up” o la más melosa (“This is for the ladies”, dijeron…) y favorita del que suscribe “Time wraps around you”. Pero mención especial merece “Star trip”, la cual dedicaron, obviamente, a la banda valenciana del mismo nombre allí presente. Había que ver sus caras cuando Menck les mencionó desde el escenario. Ni que se les hubiera aparecido la maredeueta.
Momento bonito, emotivo, que no fue ni mucho menos el único en un concierto que fue in crescendo y al que sólo faltó algo menos de tacañería por parte de sus protagonistas en el minutaje. Uno, que estaba en la primerísima fila, no pudo evitar ver el setlist que tenía delante Borchardt y se merendaron alegremente cinco o seis temas con respecto a lo previsto inicialmente. Pero en fin, cosas de los domingos. A todos nos pillan cansados. Incluso a los que cobran por tocar y entretener.
No obstante, obtuvimos lo que queríamos muchas y muchos: quitarnos la espina de ver a una banda que nos hizo muy felices con un disco espectacular y una larga lista de canciones perdurables, a las cuales hicieron justicia en un concierto corto, sí, algo deslavazado en cuanto a actitud, también, pero suficiente como para satisfacer nuestro anhelo nostálgico. Ese “Teenage kicks” lanzado a modo de bis y de homenaje a sus autores, The Undertones, los Ramones irlandeses, no tuvo precio. Lo bailamos, lo gritamos, levantamos el dedo al escuchar el estribillo de turno y nos volvimos para casa dispuestos a escuchar el despertador la mañana siguiente con una cara más feliz de la habitual. ¿Quién dijo lunes? ¡Diga power pop!
Fotos: Susana Godoy