Discos

Xiu Xiu – La Foret (Acuarela)

Si en su anterior álbum, Fabulous Muscles (04), Xiu Xiu sorprendían por la forma de combinar folk, ruidismo, rock, intimidad y desgarro, ahora, en La Foret, cuarto álbum de los californianos, siguen despuntando los estruendos ruidistas, la confidencialidad y la expectoración, pero no tanto, ya, la tendencia folk. Se ha impuesto en su lugar, y como uno de los aspectos más interesantes de esta entrega, un cuidadoso trabajo instrumental de bellos arreglos bien pensados, con cuerdas (guitarra, piano, arpa, mandolina, contrabajo, cuerdas frotadas), vientos (tuba, harmonium, clarinete, clarinete bajo), percusiones (vibráfono, entre otros accesorios), sintetizador y programaciones, nunca tocados todos en una misma canción, sino escogidos a conciencia para cada una de ellas. Preciosas texturas, armonías, diálogos y juegos tímbricos pintan pasajes épicos, pesarosos, evocadores, lúdicos, en mitad de una extrema fragilidad en la expresión, que culmina en la voz quebrada, pausada y de registro más bien agudo del líder Jamie Stewart, y de una rabia -la más ruidosa que puedan imaginar- a tutiplén, ilustrando, una vez más, la temática más recurrente de la banda, el tormento y la angustia. Aquí hay que amar el ruido, atronador a veces, tanto como entender la fuerza expresiva que esconde en su interior, envuelto en un entorno musical colorido y contrapuesto a una debilidad patológica.

Es corriente encontrar la voz de Jamie sostenida exclusivamente por su guitarra, escueta y sin apenas impulso rítmico, alternando con momentos mucho más movidos, sobrecargados, incluso, y de melodías más cantarinas, mayor color y pequeños tintes pop. Y es que, casi cada canción es una montaña rusa de fuerza, soledad y delicadeza. Se han vuelto más personales y han ganado en sutileza. Un salto cualitativo en base a estructuras más complejas y mayor libertad creadora. Ya no es tan importante asimilar el hecho musical a estilos determinados y muy definidos rítmica y estéticamente, sino que estamos ante canciones que se desenvuelven con desarraigo, recavando en las propias emociones de sus autores, que palpan cada sonido. Han madurado, como se suele decir, ofreciendo una propuesta mucho más sólida y convincente. Y de nuevo produce Cory McCulloch.

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