Christina Rosenvinge – Joy Eslava (Madrid)
Aforo casi completo (900 personas), y público heterogéneo para ver en Joy Eslava a Christina Rosenvinge presentar su último álbum, La Joven Dolores, o más bien, como ella mismo dijo al principio del concierto, mezclarlo con su trabajo anterior, Tu Labio Superior. Las coincidencias estilísticas de los discos son inevitables, y su superposición sobre el escenario, un acierto que recuerda a la sensación de ver una buena serie dividida en varios capítulos.
Sin teloneros, comenzó Christina casi puntual con la guitarra acústica y la canción dedicada a su hermano, «Jorge y yo». Ante un público bastante silencioso (salvo alabar su físico y discutir si llevaba falda o pantalón, en todo caso mínimo), continúa con «Nuestra casa» y abre el tiempo de Tu Labio Superior con «Negro cinturón».
El sonido es más que solvente (salvo cuando Christina habla entre canción y canción), pero el tono quizás se queda demasiado comedido, así que el concierto a lo que más invita es a la nostalgia, cada cual a la suya. Esta sensación se acentúa más si cabe cuando decide diluir en el órgano «Eva enamorada», «Mi vida bajo el agua», dos de las canciones del último disco que más fuerza tienen. «A contrapelo» y «Eclipse» son las elegidas de Tu Labio Superior para sonar desde el teclado, y la celebrada «La distancia adecuada» la primera que toca de nuevo con la guitarra y el momento karaoke de la noche. Con «Anoche (el puñal y la memoria)» vuelve la introspección y finaliza la primera parte de un concierto perfecto para disfrutar de la mano de alguien, aunque sea en el recuerdo.
En el bis, sorprendentemente ritmo, suena una eléctrica «Debut» y «La idiota en mi (mayor)» sin Benjamin Biolay, pero con palmas (no sé si le sobran). Tras otro pequeño paréntesis, segundo bis para cantar en solitario e inglés «Nickel Song» (Continental 62, 2006), y cerrar acompañada de toda la banda (Charlie Bautista, Aurora Boat Beam, bajo y batería para mí desconocidos), con «Canción del eco», la primera canción de La Joven Dolores y quizás le mejor y más intensa. En la despedida y consciente de que su música la desnuda, Christina hace una petición, «contadme vuestros secretos escribiéndome en unos papelitos que encontraréis en la puerta».