Sidonie – Las Armas (Zaragoza)
El paso, una vez más, de los barceloneses por la capital maña es con motivo del fin de gira de su último álbum: Sierra y Canadá. Estos tres chicos mueven masas allá donde van. Prueba de ello es el sold out de la noche en Zaragoza, con un Las Armas a rebosar.
El ambiente está algo tenso. Un rato de espera motivado por la correspondiente cola al guardarropa, con posterior paso por puerta, para al fin acceder a una sala cuya media de edad está en los 30. Se nota la solera del grupo, así como el buen rollo entre los asistentes ya incluso antes de empezar y a pesar de la espera, que empieza a impacientarnos. Las visitas a barra empiezan a sucederse mientras suena música ambiente y la bandera de Canadá regada con luces rojas decora el fondo de escenario.
Se oyen algunos silbidos, (nada preocupante, son los silbidos de rigor), y vemos desplegarse una sombrilla playera y aparecer por uno de los laterales a lo que parecen ser unos tíos trajeados pero informales, en pleno invierno pero con collares hawaianos y maracas, que se colocan en sus respectivos puestos, junto a los ya clásicos cartelitos de neón que rezan sus nombres: Marc, Axel y Jes. Les acompañan Marcel Caballé a la guitarra y Edu Martínez a los teclados. Un combo esencial.
Agarran guitarras, batería, teclados, y la gente empieza a saltar porque se oye «Fascinado». Saltamos disco atrás con «La sombra», y otro más atrás con «A mil años luz». Un Marc Ros encantador se dirige a nosotros con un «queridos», y nos explica un poco en qué va a consistir este fin de gira: un repaso por toda su carrera, centrándose por supuesto en su último álbum, que a fin de cuentas es el protagonista esta vez. Dedican también un tiempo a presentarnos uno de sus próximos temas, que vaticino será un éxito. Personalmente, me quedé con ganas de que me lo grabasen y llevármelo a casita para fundirlo.
A «Sierra y Canadá» le sigue «Gainsbourg», para dar un salto necesario y justo a su primer disco con «Feelin down»: los seguidores acérrimos se derriten. Muy rápidamente nos emocionamos al escuchar un trocito de «Los Olvidados», seguido por el «Giraluna», que hay que hacer repaso también de Costa Azul. Y nos volvemos hacia El Incendio con «En mi garganta» y «Eclipse personal».
Se nota que El Incendio es el disco que más tirón provoca ante el público. Los gritos de las chicas de mi lado, entregadas en cuerpo y alma, lo corroboran. Volvemos a Sierra y Canadá, con «Yo soy la crema» una canción redonda, que en directo alcanza la redondez más absoluta. Y es con «Hiroshima mi amor», cuando las parejas comienzan a acaramelarse y las chicas de al lado otra vez desgañitadas de puro amor.
La estrella de la noche, mejorando lo ya mencionado, aparece en escena: es un flamante sitar, y no hace falta decir que a partir de ese segundo ya mi objetividad, (la poca que tengo), se esfuma: «Sidonie goes to Varanasi» y me derrito allí mismo. He de resaltar el puntazo de Edu Martínez con los teclados, que precisamente en los antiguos temas aporta una personalidad al conjunto muy de agradecer. Todo un crack.
«Un día de mierda» no podía faltar: un Marc Ros a corderetas cantándola entre nosotros acentúa aún más las ganas de cantar de todos. Esto es una fiesta. Y siguen «Sylvia», «Un día más en la vida» y «El bosque», justo antes de proponernos una versión de The Who. Se trata del clasicazo por excelencia «My generation». Prosigue «Costa Azul», seguida de una apoteósica «El Incendio» y los chicos se despiden, pero dejan las lucecicas bajas, no vaya a ser que nos creamos que se van del todo, que no, que estamos curtidos en esto.
Aparecen de nuevo por escenario enfundados en un modelito futurista elegante, y nos regalan «El mismo destello». Una pareja aparece en escenario y se prometen, lo que parece ser ya se está convirtiendo en medio tradición en estos conciertos, (me lo suelta otro pajarito). Y suena, cómo no, «Por ti».
Finalizan con «Estáis aquí», el temazo por excelencia de Sierra y Canadá, estallido de confetti blanco, mucho sudor y otra vez a la barra, por favor. Esto no es un concierto, esto no es un fin de gira al uso. Esto es una fiesta. Una fiesta, y nunca mejor dicho, porque la noche sigue en Las Armas después del concierto con una sesión al más puro estilo guateque con el set de DJs de los propios Sidonie y Sergio Vinadé, integrante del grupo local Tachenko. Una gran velada que deja constancia de por qué estos tres vinieron para quedarse por muchos años, arriesgando sin dejar de lado su personal estilo.