Discos

Stereolab – Fab Four Suture (Too Pure/Everlasting)

Parece mentira que sean ya diez con éste los discos en la trayectoria de Stereolab. El currículum de los ingleses es envidiable, no ya atendiendo al número de sus discos sino al contenido de los mismos. Más que álbum se podría definir a Fab Four Suture como una colección de singles, ya que la totalidad de sus temas están disponibles en singles y EP´s editados entre finales de 2005 y lo que llevamos de 2006.

El concepto de puzzle que aparece en la portada del disco encaja a la perfección con la última tendencia de los londinenses de alejarse un tanto de esa postura noise de principios de los noventa y reinventarse con una mezcla inaudita donde consiguen encajar estilos tan variables como el dub, la indietrónica, el pop o ese carácter sinfónico de muchos de sus temas. Tomando como punto de partida su obra cumbre, Emperor Tomato Ketchup, donde dejaron claro por dónde querían llevar los cauces de su sonido, se podría decir que este último disco de Stereolab es uno de los más orgánicos, con el uso predominante de electrónica dirigida al dub o al krautrock más denso.

El disco queda envuelto por la primera y segunda parte de “Kyberneticka babicka”, las cuales acotan el disco en su principio y final, y que forman una total apuesta por las repeticiones, el acompañamiento vocal (siempre está presente la sombra de Nico y la Velvet), y ese pop pegajoso pero nunca forzado característico del grupo. Los momentos más sobresalientes de Fab Four Suture corresponden a “Interlock”, ritmo funky que se ve empapado a lo largo de su minutaje por la sinfonía creada a partir de órganos, claves, sintetizadores, y el mejor de sus instrumentos, la inconfundible voz de Laetitia Sadier. Cabe destacar el usual cambio de estructura y melodía que realizan en algunos de los temas, habilitando con sorprendente naturalidad “dos caras” a una misma moneda. Esta característica aparece en la excelente “Excursions into oh-a oh”, trazando una línea recta desde la electrónica repetitiva edulcorada por la voz de Sadier hasta finalizar con unas guitarras noise que crean un ambiente lleno de intensidad (ecos de crescendos post-rock, no nos olvidemos que Stereolab son unos maestros del reciclaje). Otro momento sublime es la melódica y pegajosa “Visionary road maps”, donde van transformando ese pop pegajoso a un canto final hipnótico y misterioso, como no podía ser de otra manera, con el inevitable carácter sinfónico al que es tan proclive la banda. Otra apuesta por una melodía profunda y/o dolorosa es “Whisper pitch”.

El lado más orgánico del grupo se ve solapado con la sinfonía habitual de su sonido, lo cual forma un sonido homogéneo y fuera de encuadres, pero también le resta accesibilidad y redondez como fue aquel mágico Emperor Tomato ketchup. Por supuesto, no se puede achacar prácticamente nada a los londinenses, presas constantes de los nuevos sonidos, las nuevas formas de expresión y la continua transformación. Pocos grupos reúnen influencias de los 60, 70, 80 con tanta personalidad, actualidad y, sobre todo, dotándolo de su gran hipnotismo.

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